Fin de la Retro: Reforma Laboral, la prueba de fuego
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Escuchar, dialogar, buscar grandes acuerdos. Los primeros ruidos de motores del nuevo equipo político parecen traer buenas noticias: se apagaron las retroexcavadoras, que tanto daño le hicieron al propio gobierno, y comenzaron a sonar los clásicos "tractores amarillos", aquellos que crean surcos y siembran para construir nuevos caminos, tal como señalé, en mi columna de ayer.
El jueves tenía que exponer en un directorio y la noche anterior la Presidenta había anunciado el cambio de ministros. Sólo había dejado en la presentación que el gabinete no daba para más. Había dos escenarios teóricos: la vuelta a la Concertación, con figuras como José Miguel Insulza y otros que le daban gobernabilidad a la conducción política del gobierno, o una continuidad, pero con personas como Burgos en interior. Y me aventuré a señalar que Bachelet tenía totalmente descartado el primer escenario y nombraría al Ministro de Defensa en Interior. Sin querer ser agorero, mantengo el análisis: con Burgos se instaló en Interior una persona con llegada a todos los sectores, conocido y respetado legislador. Y se vuelve al esquema del primer gobierno de Bachelet: de tener a la DC comprometida con un jefe de gabinete de ese partido.
Pero Burgos es también un dirigente histórico -ojalá que no se repita mucho que pertenece a la "Vieja Guardia" para no tentar los cuchillos largos de la "retro"-, que sabe que el país no puede ni debe partir de cero. Como él mismo recordó, llegó al ministerio del Interior en la época de Aylwin y ha sido parte de la construcción de las décadas más exitosas del desarrollo político, social y económico del país. Un periodo sin retroexcavadoras.
Pero el problema de fondo subsiste: ¿será capaz este gabinete de mantener los ruidos de tractores amarillos o el tiempo se encargará de que vuelvan a sonar las retroexcavadoras? Casi todos los ministros más Bacheletistas se fueron (Interior, Hacienda y el vocero), y ello se debe en parte a que un país como el nuestro no permite que en un plazo de tan solo 4 años se quiera refundarlo todo (reformas tributaria, laboral, educacional, derechos de aguas, incluso la Constitución), sin que se paralice la economía, cayendo las inversiones y el crecimiento como ha ocurrido. Si el nuevo gabinete persevera en la cantidad, simultaneidad y profundidad de la reformas, no sería extraño que viva algo parecido al que se va.
La primera prueba de fuego para los nuevos ministros será la Reforma Laboral, actualmente en trámite en la Cámara. La iniciativa despierta honda preocupación entre los gremios y el sector privado, donde consideran que sus efectos serán peores que los de la Reforma Tributaria. Aquí está el desafío del nuevo equipo político y del nuevo jefe de Hacienda, de saber escuchar, dialogar y forjar grandes consensos "con todos". Y que la "retro" no meta la cola...