Primer ministro de Japón superó voto de no confianza
Pero ofreció renunciar al cargo una vez que las tareas más urgentes de respuesta al terremoto hayan concluido.
Por: | Publicado: Viernes 3 de junio de 2011 a las 05:00 hrs.
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El primer ministro de Japón, Naoto Kan, sobrevivió cómodamente a un voto de no confianza en el Parlamento el 2 de junio. El fracaso de la moción, por 293 votos contra 152, alivia la presión inmediata por su renuncia, que se había intensificado como resultado de una percepción de mal manejo de las secuelas del terremoto y tsunami del 11 de marzo, así como la crisis nuclear en curso. Al derrotar a la moción de censura, Kan dio un golpe a sus enemigos políticos, tanto en el opositor Partido Democrático Liberal (PDL) como dentro de su propio Partido Democrático de Japón (PDJ). Pero la posición de Kan sigue siendo débil, y él parece haber perdido la oportunidad planteada por el desastre de aumentar sus índices de aprobación encabezando una respuesta eficaz a la crisis.
Inmediatamente después del desastre del 11 de marzo, la Economist Intelligence Unit, creyó que Kan había ganado una inesperada oportunidad para reparar su posición en el ojo público, y por lo tanto dentro de su propio partido, si manejaba bien la reconstrucción.
Las cosas no han salido así. La respuesta inicial de las autoridades a la tragedia fue eficaz: los esfuerzos de ayuda se pusieron en marcha de inmediato, y el gobierno aceptó rápidamente la ayuda externa. Pero la situación nuclear ha complicado el problema, y ha hecho mucho más difícil para el gobierno convencer al público de que está respondiendo de manera adecuada. Un desastre más “simple” de tan sólo un terremoto y un tsunami habría sido políticamente más fácil de manejar, ya que el evento mismo habría terminado rápido y el gobierno podría haber mostrado que respondía según las condiciones en terreno.
Pero las fugas de radiación de los reactores nucleares de Fukushima Daiichi han planteado un desafío más complicado.
El resultado, en términos políticos, es que el primer ministro ha dilapidado cualquier oportunidad que tenía de mejorar su capital político a través de una respuesta enérgica y transparente a la crisis. Los niveles de aprobación de su gabinete, aunque mejores que antes, siguen siendo muy pobres. Según el Asahi Shimbun, un importante diario japonés, el apoyo al gabinete de Kan era de 26% a mediados de mayo, con un 51% de desaprobación.
Que el primer ministro haya sobrevivido cómodamente a la moción de censura subraya una serie de factores, pero no implica que su posición sea fuerte. En primer lugar la disciplina en el PDJ se mantuvo bien, en parte, al parecer, debido a la amenaza de que los legisladores que votaron por la moción serían expulsados del partido. En segundo lugar, las promesas de los rivales de Kan a cambio de apoyo a la moción parecen haber carecido de credibilidad.
Un tercer factor detrás del fracaso de la moción es más problemático para Kan. Una razón clave por la que superó la moción, y por la que los rebeldes PDJ no votaron en su contra, fue que poco antes de la votación ofreció renunciar una vez que la fase más apremiante de la respuesta al desastre estuviera completa. En esencia, Kan compró algo de tiempo para sí mismo pero también cerró la puerta a la posibilidad de que podría permanecer en el cargo durante más que unos pocos meses.
Inmediatamente después del desastre del 11 de marzo, la Economist Intelligence Unit, creyó que Kan había ganado una inesperada oportunidad para reparar su posición en el ojo público, y por lo tanto dentro de su propio partido, si manejaba bien la reconstrucción.
Las cosas no han salido así. La respuesta inicial de las autoridades a la tragedia fue eficaz: los esfuerzos de ayuda se pusieron en marcha de inmediato, y el gobierno aceptó rápidamente la ayuda externa. Pero la situación nuclear ha complicado el problema, y ha hecho mucho más difícil para el gobierno convencer al público de que está respondiendo de manera adecuada. Un desastre más “simple” de tan sólo un terremoto y un tsunami habría sido políticamente más fácil de manejar, ya que el evento mismo habría terminado rápido y el gobierno podría haber mostrado que respondía según las condiciones en terreno.
Pero las fugas de radiación de los reactores nucleares de Fukushima Daiichi han planteado un desafío más complicado.
El resultado, en términos políticos, es que el primer ministro ha dilapidado cualquier oportunidad que tenía de mejorar su capital político a través de una respuesta enérgica y transparente a la crisis. Los niveles de aprobación de su gabinete, aunque mejores que antes, siguen siendo muy pobres. Según el Asahi Shimbun, un importante diario japonés, el apoyo al gabinete de Kan era de 26% a mediados de mayo, con un 51% de desaprobación.
Que el primer ministro haya sobrevivido cómodamente a la moción de censura subraya una serie de factores, pero no implica que su posición sea fuerte. En primer lugar la disciplina en el PDJ se mantuvo bien, en parte, al parecer, debido a la amenaza de que los legisladores que votaron por la moción serían expulsados del partido. En segundo lugar, las promesas de los rivales de Kan a cambio de apoyo a la moción parecen haber carecido de credibilidad.
Un tercer factor detrás del fracaso de la moción es más problemático para Kan. Una razón clave por la que superó la moción, y por la que los rebeldes PDJ no votaron en su contra, fue que poco antes de la votación ofreció renunciar una vez que la fase más apremiante de la respuesta al desastre estuviera completa. En esencia, Kan compró algo de tiempo para sí mismo pero también cerró la puerta a la posibilidad de que podría permanecer en el cargo durante más que unos pocos meses.