Regla Fiscal ¿Suficiente muralla para contener las presiones?

El instrumento estrella del gobierno a la hora de definir su gasto está a punto de enfrentar su prueba más dura: sujetar las presiones que piden más gasto en época electoral y no tener un impacto mayor en la inflación.

Por: | Publicado: Lunes 7 de julio de 2008 a las 05:00 hrs.
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La prueba de fuego para la prudencia fiscal. Así se ve en parte del mundo económico la elaboración del erario fiscal 2009, que se realizará en medio de las turbulencias internacionales, la alta inflación y en un escenario eleccionario.

Es que a pesar de que el Ejecutivo ha insistido en lo responsable que ha sido en su política fiscal gracias a la regla de superávit estructural -sin ir más lejos, hace dos años promulgó una norma legal sobre la materia llamada Ley de Responsabilidad Fiscal-, lo cierto es que el marco en que se dará la discusión presupuestaria de este año aconseja mirar con detención los alcances de esta instrumento autoimpuesto.

Lo anterior, considerando que el principal problema que enfrenta hoy la economía nacional es la escalada inflacionaria. Y aunque se entiende que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) -que llegó en términos anualizados a 9,5% en junio, su cifra más alta desde 1994- responde principalmente a alzas de precios externos, en lo esencial al petróleo, cada vez hay más señales de las presiones internas provenientes de la mayor demanda.

¿Es suficiente, entonces, que el Ministerio de Hacienda se apoye sólo en la regla fiscal o hay que hacer algo más para contribuir a controlar la inflación? Esa es la pregunta que por estos días divide a los economistas y que, seguramente, también generará fuerte debate entre los parlamentarios a la hora de aprobar el erario.



Caja cuadrada

La regla de superávit estructural tiene como objetivo reflejar el monto que alcanzarían los ingresos y gastos fiscales si el PIB estuviera creciendo a su nivel potencial y el precio del cobre fuera el de mediano plazo.

La idea es que las arcas públicas queden protegidas de los efectos cíclicos y aleatorios de dos factores de principal importancia: la actividad económica y el valor del metal rojo. Si el país es más "rico", que no se lo gaste todo; y, al revés, si entra en una etapa de "pobreza", que la estrechez no le impida contar con financiamiento.

Desde 2005, además, se incorporó el molibdeno -subproducto del cobre- como un tercer elemento al que se le calcula un valor de largo plazo.

A la luz de este esquema y a que la cotización promedio efectiva del cobre en los últimos tres años ha sido 2,5 veces el valor de largo plazo estimado por los expertos, el Fisco ha acumulado ahorros nunca visto en su historia. Al primer trimestre, los activos financieros del tesoro público sumaron US$ 26 mil millones y los analistas apuntan a un monto superior a US$ 35 mil millones para fines de año.

La semana pasada ya se cursaron las invitaciones a los expertos encargados por Hacienda de revisar el tema y sugerir -la primera reunión la tendrán a mediados de mes- el nivel del precio de largo plazo del metal, el que se anticipa que de nuevo será ajustado alza.

De concretarse un alza importante en la estimación de los expertos del cobre convocados por Hacienda, el gobierno tendría -por tercer año consecutivo- margen para incrementar en términos reales el gasto en un porcentaje cercano a los dos dígitos.

Aquí está justamente la gran diferencia entre la visión de la autoridad y la de los expertos que abogan por un gasto fiscal más acotado para contener la inflación (entre los que se cuentan al ex presidente del Banco Central, Vittorio Corbo).

El titular de las finanzas públicas, Andrés Velasco, señaló la semana pasada que el erario "tendrá un estricto apego a las metas que nos hemos autoimpuesto".

Sin embargo, para los críticos de aumentar demasiado el gasto, la regla fiscal puede tener más de una interpretación: si bien, este mecanismo fija el gasto máximo que el gobierno puede hacer con ingresos de tendencia, nada obliga a gastarlo todo.

Así, se indica que es posible utilizar los datos que arroje la regla como "el techo" al cual el gasto puede llegar, pero que la cifra definitiva puede tener otros aspectos en cuenta, como la inflación.

Aunque la idea técnicamente puede ser acertada, es difícil que una decisión de ese tipo se concrete, especialmente cuando éste es el último presupuesto que podrá gastar este gobierno y, además, en un año electoral.

Las presiones de algunos parlamentarios de la Concertación van justamente en el sentido contrario a acotar el gasto. Se plantea que se reduzca el superávit estructural desde el 0,5% del PIB a 0%, lo que libera unos US$ 850 millones para el erario 2009.

No obstante las dificultades y desafíos políticos, gran parte de los expertos de mercado coinciden en que el gasto fiscal no debiera incrementarse más allá de lo que se estima puede crecer el Producto, es decir, una cifra entre 4,0% y 5,5%.

Una señal de este tipo tendría un impacto importante en varios frentes. En primer lugar, el Banco Central no tendría que ejercer una política monetaria tan restrictiva, ya que se reducirían las presiones de demanda. Por otro lado, el menor gasto fiscal tendría un efecto de contagio sobre el sector privado. Justamente es este sector el gran responsable del mayor gasto y de que la cuenta corriente del país vaya en franco descenso, terminando posiblemente con un déficit a fin de año.

La causa de este mayor gasto está en la depreciación que mostró el dólar en el último año, que ha incentivado las importaciones, aunque sin colaborar demasiado en el crecimiento del PIB.

Con los bolsillos llenos

Aunque las autoridades plantean que la regla tiene como misión moderar tanto ciclos positivos como negativos, lo que acota la volatilidad del gasto y del Producto, expertos afirman que el diseño de este sistema nunca contempló shocks tan fuertes como el que experimenta el cobre.

Con las arcas fiscales más robustas que nunca y con grandes posibilidades de que se sigan incrementando durante 2009, ésta será la primera oportunidad en que realmente se pondrá a prueba la regla en un escenario de bonanza tan importante. Velasco hasta ahora ha mostrado ser partidario acérrimo de la regla y probablemente considera que se daría una mala señal al llevar el superávit a 0% en estos momentos, pero la pregunta que sigue latente es si tendrá la fuerza política necesaria para, por primera vez, gastar menos de lo que regla permite. Los últimos datos de inflación presionan por una pronta definición.

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