Una verdadera montaña rusa es la que han vivido los mercados accionarios en la última semana. El índice VIX, que mide la volatilidad bursátil, acumuló un avance de 39% en las últimas cinco sesiones. Se trata del segundo mayor salto del índice desde abril pasado, cuando se disparó un 135% en cinco jornadas, tras el anuncio del alza de aranceles en EEUU.
Pero tal como sucedió entonces gran parte del mercado apuesta todavía a que la volatilidad ceda, a medida que avancemos hacia 2026. Las apuestas para el próximo año siguen siendo optimistas, aunque se advierte que feriados como el Día de Acción de Gracias en EEUU y la temporada prenavideña suelen impactar en los volúmenes de liquidez y transacciones en los mercados.
Sin embargo, los últimos días dejan importantes lecciones para los inversionistas.
Espacio para subir, pero no demasiado
Una de las explicaciones más citadas para las recientes caídas bursátiles es un “ajuste sano” tras las elevadas valorizaciones y las alzas de 30%-40% que varias acciones acumularon en pocas semanas. Nombres como Intel o Palantir exhiben un ratio de precio/utilidad (P/E en inglés) de 500 a 600 veces, muy por encima del P/E de 33,4 del Nasdaq 100. Y aun así, los precios objetivos de Nvidia, Amazon, Microsoft o Broadcom siguen anticipando potenciales de alza de hasta 30% entre las compañías con mayor peso en el S&P 500.
Pero ese optimismo viene acompañado de un freno natural: las valoraciones del mercado ya están cerca de una zona históricamente difícil de sostener. El CAPE (Shiller/PE) del S&P 500, que promedia las utilidades de los últimos diez años ajustadas por inflación, se ubica hoy en 39,3 veces, a nivel incómodamente cercano al 44,19 que marcó previo al estallido de la burbuja puntocom.
Pero, los analistas de JPMorgan Asset Management ven elementos que van en contra de la idea de una burbuja, como el que gran parte de las inversiones en IA hoy todavía se sostienen con flujos de capital. Además, la inversión en IA representa actualmente alrededor del 1% del PIB de EEUU, muy por debajo del rango de 2%-5% que han precedido a la expansión de otras tecnologías (trenes o telecomunicaciones). “Creemos que el riesgo de que se forme una burbuja en el futuro es mayor que el riesgo de que nos encontremos en pleno apogeo de una en este momento”, afirman en Panorama 2026.
Promesa incumplida del bitcoin
Una de las principales víctimas de la reciente ola de aversión al riesgo ha sido el bitcoin. La criptomoneda acumula una caída de más de 25% en el mes, con la mitad de ese retroceso concentrado en las últimas cinco sesiones. Tras alcanzar los US$ 126.000 a inicios de octubre, el precio inició un descenso acelerado hacia fines de mes hasta cotizar este viernes en torno a US$82.000.
La corrección ha borrado cerca de US$ 1,2 billones del valor del mercado cripto.
La magnitud del desplome —mayor que la observada en el Nasdaq y el S&P 500— ha reforzado una conclusión incómoda para muchos inversionistas: bitcoin no está actuando como activo refugio ni como diversificador, tal como prometía. Por el contrario, su comportamiento confirma que es extraordinariamente sensible a shocks macroeconómicos y, en especial, al escenario de tasas de interés.
La evidencia reciente es clara. El bitcoin cayó cerca de 10% tras cada anuncio de aranceles realizado por Donald Trump —en abril y nuevamente en octubre contra China—, mostrando su vulnerabilidad a episodios de tensión geopolítica y riesgo financiero global. Y el actual ciclo bajista se intensificó después del 29 de octubre, cuando el presidente de la Fed, Jerome Powell, puso en duda un tercer recorte consecutivo de tasas en diciembre. Desde entonces, las caídas se han acelerado a medida que el mercado reevalúa la posibilidad de que el ciclo de relajación monetaria continúe.
Cada vez más dependientes a un nombre
En medio de la volatilidad, el mercado hizo una pausa para recibir los resultados de Nvidia. Las caídas tuvieron un freno tras la presentación de sus resultados, que volvieron a superar las expectativas, y se reiniciaron una vez que el mercado pareció perder la confianza en las positivas proyecciones del CEO de Nvidia, Jensen Huang.
Nvidia arrastró al Nasdaq, el S&P500 y con ellos a índices alrededor del mundo.
La firma de semiconductores se ha convertido en el epicentro del ecosistema de Inteligencia Artificial, como proveedor de los semiconductores y procesadores más avanzados, pero también como inversionista, comprador y socio de otras grandes empresas.
Además, captura cada vez una mayor parte del mercado. Nvidia es responsable de casi 8% del S&P500, un 10% del Nasdaq y un 5,3% del MSCI ACWI, que sigue a las principales empresas de mercados desarrollados y emergentes.
Optimismo imperturbable
Si bien las proyecciones pueden estar equivocadas, pero hasta ahora la mayoría de analistas todavía apuestan por un escenario positivo para las acciones mundiales, aunque no descartan un ajuste de corto plazo en el sector tecnología.
Mark Haefele, gerente de inversiones de UBS Wealth Management, plantea que “las fuertes tendencias en el gasto de capital y la aceleración de la adopción probablemente impulsarán un mayor crecimiento de las acciones vinculadas a la IA. Además, el contexto económico en 2026 debería respaldar a las acciones (mundiales) de manera más generalizada”.
El escenario base UBS WM ve un S&P500 en 7,700 puntos hacia diciembre del próximo año, un alza de 17% desde su nivel actual. El potencial para las acciones mundiales es de un avance de 38%.
Al igual que otros analistas, Haefele apunta a las inversiones en IA, el apoyo fiscal en EEUU y el crecimiento de las utilidades, no sólo entre las empresas tecnológicas, como algunos de los fundamentos que dan sostén a una mirada alcista.
Las reducciones tributarias implementadas en EEUU (reembolsos adicionales a los hogares que promedian cerca de US$700 y una caída de la tasa efectiva del impuesto corporativo del 21% a alrededor del 16%) comenzarán a surtir efecto en los dos primeros trimestres del próximo año, lo que podría dar un renovado impulso al consumo y moderar una eventual desaceleración del mercado laboral. A eso se suma la posibilidad de una reducción de los aranceles, como los anunciados ya para algunos alimentos o por orden de la Corte Suprema. Tambíen hay expectativas de que la Casa Blanca adopte otras medidas para impulsar la economía y controlar la inflación (y la tasa de los bonos a 10 años) a medida que se acercan las elecciones legislativas del próximo año. Mientras, las empresas siguen reportando márgenes y un crecimiento de ingresos que sigue superando la inflación.
Daniel Grosvenor, director de renta variable de Oxford Economics, cree que las caídas recientes obedecen a una toma de utilidades en las acciones tecnológicas. Pero anticipa que el sector retomará las alzas, impulsado por las inversiones y el aumento de los ingresos. Pero además de sobreponderar EEUU, Grosvenor también recomienda sobreponderar acciones emergentes, pues considera que varios de sus mercados exhiben también buenos fundamentos.
Pero la llave está en la Fed
Estos positivos escenarios tienen un riesgo clave, y radica en que la Reserva Federal no pueda recortar tasas como lo espera el mercado. El escenario base de Oxford Economics contempla que, tras una pausa en la reunión de diciembre, la Fed realizará dos o tres recortes en sus primeras reuniones de 2026. Esta visión es moderada considerando que futuros de tasas muestra que el mercado está apostando al menos por cuatro recortes de tasas el próximo año.
Detrás de esta proyección está la expectativa de una moderación de la inflación y de una Fed que, bajo un nuevo presidente (Powell termina su período en mayo), y posiblemente uno o dos nuevos gobernadores, tendrá un sesgo más expansivo.
Es una apuesta arriesgada. Para la jefa de renta fija global de Vanguard, Sara Devereux, el mercado está descontando “demasiados recortes de tasas y dependiendo mucho en esa posibilidad”. Para Devereux la Fed podría tener espacio para uno o máximo dos recortes hacia fines de 2026. 