Un cuadrilátero democrático para la seguridad de Asia

“Yo invitaría también a Gran Bretaña y Francia a que reasuman un papel en el fortalecimiento de la seguridad de Asia”.

Por: | Publicado: Jueves 27 de diciembre de 2012 a las 00:00 hrs.
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Imagen foto_00000001Shinzo Abe Ex primer ministro de Japón entre 2006 y 2007 y ayer acaba de asumir un nuevo período en este mismo cargo. También es presidente del Partido Democrático Liberal de Japón. Este artículo lo escribió en noviembre, antes de la elección parlamentaria en su país.

TOKIO
– En el verano de 2007, dirigiéndome en mi carácter de primer ministro de Japón a los miembros del Parlamento de la India, hice referencia a la "confluencia de los dos mares" (frase que extraje del título de un libro escrito en 1655 por el príncipe mogol Dara Shikoh), lo que me valió la ruidosa aprobación de los legisladores allí reunidos. Desde entonces han transcurrido cinco años, y cada vez estoy más convencido de que mis palabras de aquel momento fueron las correctas.

La paz, la estabilidad y la libre navegación en el océano Pacífico son inseparables de la paz, la estabilidad y la libre navegación en el océano Índico. Cada vez más, todo lo que suceda en una de estas regiones repercutirá necesariamente en la otra. Japón, siendo una de las democracias marítimas más antiguas de Asia, debe asumir un papel más importante en el mantenimiento del bien común en ambos océanos.

Los acontecimientos parecen indicar que el mar de China Meridional fuera camino de convertirse en un mar interno de China, análogo en opinión de los expertos a lo que fue el mar de Ojotsk para la Rusia soviética: un mar suficientemente profundo para fondear allí los submarinos de ataque armados con misiles nucleares con que cuenta el Ejército Popular de Liberación. Pronto el nuevo portaaviones de la Armada China se volverá una presencia habitual en la zona, más que suficiente para infundir miedo en los vecinos de China.

Es por eso que Japón no debe dejarse amilanar por los cotidianos intentos de coerción que ejecuta el gobierno chino en torno de las islas Senkaku en el mar de China Oriental. Es cierto que a las aguas territoriales de Japón y adyacentes no ingresaron buques de la Armada China, sino patrulleros de la guardia costera china provistos de armamento ligero. Pero que nadie se deje engañar por la aparente "delicadeza" relativa de esta acción. El objetivo de China es que estas embarcaciones se vuelvan una presencia ordinaria en la región, para así establecer como hecho consumado su jurisdicción en las aguas que rodean las islas. Si Japón cediera a estas acciones, la militarización del mar de China Meridional avanzaría, y la libre navegación (condición esencial para países de intensa actividad comercial como Japón y Corea del Sur) resultaría seriamente menoscabada. Los recursos navales de Estados Unidos (además de los de Japón) encontrarían dificultades para ingresar a cualquier parte de esta región, a pesar de que ambos mares de China son, en su mayor parte, aguas internacionales.

Durante mi visita a la India, preocupado por esta posibilidad, expuse que era necesario que los gobiernos indio y japonés redoblaran esfuerzos para defender en forma conjunta la libertad de navegación en todo el ámbito de los océanos Pacífico e Índico. Debo confesar que no me esperaba el ritmo con que avanzó la expansión naval y territorial de China desde 2007.

Las presentes disputas en torno de los mares de China Meridional y China Oriental implican que la política exterior de Japón debe fijarse como primera prioridad ampliar los horizontes estratégicos del país. Japón es una democracia marítima madura, y eso debería verse reflejado en la elección de sus amigos más cercanos. La estrategia que imagino es una en la que Australia, India, Japón y Hawai (miembro de los Estados Unidos) formen un cuadrilátero para la defensa de los recursos marinos comunes en toda la región incluida entre el océano Índico y el Pacífico occidental. Y estoy dispuesto a invertir en este cuadrilátero protector los recursos de Japón hasta el máximo de nuestras posibilidades.

Debo reconocer a mis opositores, miembros del Partido Democrático de Japón, el haber continuado por la misma senda que tracé en 2007, procurando estrechar lazos con Australia y la India. De ambos países, India es el que amerita mayor atención, una potencia cuyo territorio se extiende hasta Asia Oriental a través de sus islas Andamán y Nicobar, situadas en el extremo occidental del estrecho de Malaca (por el cual pasa alrededor del 40% del comercio mundial). En este momento, Japón y la India mantienen en forma regular diálogos bilaterales de cooperación entre sus fuerzas armadas, y se han iniciado también conversaciones trilaterales oficiales con Estados Unidos. El gobierno de la India ha dado muestras de visión política al suscribir un acuerdo por el que proveerá a Japón de minerales de tierras raras (elemento fundamental de muchos procesos fabriles), tras la decisión china de usar sus existencias de estos minerales como arma diplomática.

Yo invitaría también a Gran Bretaña y Francia a que reasuman un papel en el fortalecimiento de la seguridad de Asia. Para Japón y las otras democracias marítimas de la región, sería muy beneficioso que ambos países vuelvan a tener presencia en la zona. El Reino Unido todavía valora el Acuerdo de Defensa de las Cinco Potencias firmado con Malasia, Singapur, Australia y Nueva Zelanda. Mi deseo es que Japón se una a este grupo de países, que celebre reuniones anuales con sus miembros y que participe con ellos en la realización de ejercicios militares de pequeña escala. Al mismo tiempo, aunque el presupuesto con que cuenta la Flota del Pacífico de Francia en Tahití es mínimo, su capacidad puede ser mucho mayor de lo que se cree.

A todo esto cabe agregar que nada es más importante para Japón que reinvertir en su alianza con Estados Unidos. En momentos en que este país encara un rebalanceo estratégico en dirección a la región de Asia y el Pacífico, necesita de Japón tanto como Japón necesita de los Estados Unidos. Cuando en 2011 sufrimos en forma consecutiva un terremoto, un tsunami y un desastre nuclear, el ejército de los Estados Unidos vino inmediatamente en auxilio, montando la mayor operación de ayuda humanitaria de la historia en tiempos de paz, lo cual es prueba elocuente de la autenticidad del vínculo que estos aliados han cultivado por sesenta años. Sin este vínculo, que el tiempo ha consagrado, Japón vería reducido su papel en la región y en el mundo.

Soy el primero en admitir que la relación de Japón con su vecino más grande, China, es esencial para el bienestar de muchos japoneses. Pero para mejorar las relaciones chinojaponesas, Japón debe primero reforzar sus vínculos con el otro lado del Pacífico; porque a fin de cuentas, la diplomacia de Japón debe estar siempre afirmada en la democracia, en el imperio de la ley y en el respeto de los derechos humanos.

Estos valores universales han guiado el desarrollo de Japón en la posguerra, y estoy firmemente convencido de que la prosperidad futura de la región de Asia y el Pacífico, de 2013 en adelante, debe basarse en los mismos valores.

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