Una noche para recordar

Por: | Publicado: Lunes 22 de octubre de 2012 a las 05:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

Hay poco placeres más agradables en la vida que las discusiones largas y relajadas acompañadas de buena comida, buen vino y camaradería. Conozco a muchas personas fascinantes a través de mi trabajo y esfuerzos filantrópicos y a menudo las invito a cenar en mi casa en la isla Necker. Alguien me preguntó recientemente a quién invitaría a mi cena soñada, si no hubiera límites de espacio y tiempo.



Mientras elaboraba una lista de deseos de invitados procedentes de todo el espectro histórico, me di cuenta de que muchos de ellos tuvieron aliados y enemigos en su época, y yo quisiera tener las dos versiones de esas historias. La idea de pedir a parejas de invitados cautivos con ideales diferentes que se reunieran empezó a atraerme.

Por su conversación ingeniosa, sería un placer invitar a Winston Churchill, quien encabezó a Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial, y su antagonista, Lady Nancy Witcher Astor, la primera mujer en ganar un escaño en la Cámara de los Comunes. Qué emocionante sería escucharlos en plena forma. Es por todos conocidos que ella una vez le dijo a Churchill: “Si usted fuera mi esposo, le envenenaría el té”. Él respondió: “Si usted fuera mi esposa, ¡me lo bebería!” También sería un privilegio escuchar lo que Churchill tuviera que decir sobre el liderazgo.

Una gran conversación a menudo incluye relatos de aventuras, así que sería brillante invitar a algunos de los grandiosos exploradores británicos: Temerarios que descubrieron nuevas tierras e hicieron avanzar nuestra comprensión del mundo. Invitaría a Sir Walter Raleigh, quien encabezó expediciones al Nuevo Mundo, junto con la Reina Isabel I, para descubrir si ella realmente tenía un romance con él. Posteriormente en la noche, le pediríamos a la Reina Virgen consejos de mercadeo; ella conocía bien su negocio.

La gente que he seleccionado hasta ahora son líderes que deben haber tenido egos más bien grandes para haber logrado lo que lograron. Para incorporar un elemento de filantropía y una perspectiva más amplia, invitaría a Melinda Gates. Ella y su esposo, Bill, han hecho mucho bien a la humanidad a través de su fundación; de todo, desde trabajar para la eliminación del virus de la polio hasta apoyar a las agencias de socorro que responden a los desastres naturales y otras emergencias. Son personas fascinantes que se complementarían perfectamente con los otros invitados.

Para una perspectiva aún más amplia, invitaría Neil Armstrong, el primer hombre en poner un pie en la luna. Me entristeció su reciente muerte; sería maravilloso verlo de nuevo. Era un personaje fascinante, aunque bastante tímido y retraído con aquellos a quienes no conocía bien; no le gustaba la celebridad. Me habría encantado conocer su opinión sobre Virgin Galactic.

En busca de entretenimiento y canciones, me gustaría invitar a Elvis Presley y John Lennon (el segundo se habría emocionado de hacer un dueto con su héroe de la niñez). Los mejores cantantes tienden a tener historias personales notables, y Lennon y Elvis no eran excepciones. Elvis tenía un talento grandioso, pero se autodestruyó; sería grandioso descubrir qué lo motivaba.

Necesitaríamos a alguien que ofreciera perspectivas sobre las motivaciones de los otros invitados, así que algunos actores también formarían parte de la lista. Aparentemente George Clooney dijo una vez que le gustaría intercambiar su vida con la mía. Bueno, a mi esposa, Joan, le gusta bastante la idea y, debo admitirlo, no pondría muchas objeciones a estar en los zapatos de un hombre que a menudo es elegido como uno de los hombres vivos más sexys. En cualquier caso, todos podríamos discutir esto durante la cena. También he sido lo bastante afortunado para haber conocido a Jane Fonda a través de los años; es sensata y es un gozo pasar el tiempo a su lado, y me encantaría que se nos uniera.

La discusión se volvería intensa; consideren que tendríamos a Churchill, una Tudor y a Elvis en la misma habitación. Para mantener a la muchedumbre bajo control, me gustaría invitar a Muhammad Alí. Es uno de los mayores atletas de todos los tiempos, pero también uno de los más valientes. Su oposición a la Guerra de Vietnam -y su negativa a ser reclutado en el ejército- fue una postura controversial para una estrella del deporte en ese tiempo. Aunque Alí enfrentó reveses en su carrera, regresó para ganar combates aún más desafiantes, mostrando que su fuerza era tanto mental como física.

La discusión se prolongaría hasta la noche, con los invitados charlando en grupos y escuchando a los cantantes haciendo riffs uno con otro, quizá algunos se darían el gusto con los habanos de Churchill. Posteriormente, podríamos bajar a la playa para nadar. ¿Qué pudiera ser mejor? Esas noches nos recargan, yo las atesoro.

Lo más leído