Bañados Espinosa, el alter ego de Balmaceda
Por Alejandro San Francisco Profesor del Instituto de Historia y la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Chile.
Por: | Publicado: Viernes 17 de junio de 2011 a las 05:00 hrs.
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Pocas personas pueden hacer tanto en tan poco tiempo como lo hizo Julio Bañados Espinosa (1858-1899). Hombre lleno de ideales y una verdadera pasión por la cosa pública, desempeñó tareas en ámbitos tan diversos como el derecho, el periodismo, la política y la historiografía. Estudió en los Sagrados Corazones (en Valparaíso y en Santiago) y en el Instituto Nacional, para después seguir estudios de Derecho en la Universidad de Chile, recibiéndose de abogado en 1882. Ejerció como profesor en estas dos prestigiosas instituciones estatales.
Escribió numerosos libros de derecho e historia, tales como Gobierno Parlamentario y sistema representativo y La Batalla de Rancagua, que combinaba con su labor de redactor en diversos periódicos, como El Ferrocarril, La Época y La Patria, de Valparaíso, además de dirigir La Nación en 1890. Sin embargo, Bañados destacó especialmente en la política, donde ejerció funciones y vivió momentos culminantes en la historia de Chile.
Fue diputado en varias ocasiones, y el presidente José Manuel Balmaceda lo tuvo como ministro de Justicia e Instrucción Pública, y se convirtió en el verdadero brazo derecho y constituyente del gobernante, a quien influyó en sus concepciones de gobierno representativo (presidencial), frente al régimen parlamentario promovido por la mayoría del sector dirigente. En los difíciles días que precedieron a la guerra civil, Bañados se transformó en una de las figuras más influyentes del gobierno.
Tras la rebelión de la Armada contra Balmaceda, Bañados asumió como Secretario General del Ejército, más tarde reemplazó a Domingo Godoy como Ministro del Interior y fue Ministro de Guerra en Campaña en las derrotas de Concón y Placilla. “Estoy vivo”, escribió desgarradoramente a su mujer un día después de la derrota balmacedista: “Te escribo desde el primer escalón del destierro, envuelto en hondo dolor, en horribles incertidumbres, entre sombras negras como la fatalidad”. Comenzaban así tres años de exilio en Lima y París, desde donde conservamos cartas preciosas editadas por Pilar Vigneaux.
En 1894 el ex ministro volvió a Chile y fue uno de los 22 diputados del Partido Liberal Democrático que asumieron en el nuevo Congreso Nacional. Bañados contribuyó decisivamente a la reconciliación política que se logró en el país poco después de la cruenta guerra civil, e incluso llegó a ser ministro bajo el gobierno de Federico Errázuriz Echaurren. El exceso de actividades, una vida intensa y marcada por el dolor, su salud a veces frágil y poco cuidada, le pasaron la cuenta a comienzos de 1899, cuando murió prematuramente, recibiendo el reconocimiento de partidarios y adversarios de 1891. Un poeta resumió muy bien su vida: Cruzó la vida con veloz carrera, conquistador audaz de la esperanza, y al caer abrazado a su bandera, por la primera vez, ahora descansa.
Había muerto Bañados Espinosa, el alter ego de Balmaceda. Como resumió un biógrafo, habían llegado a ser dos cuerpos en una misma alma.
Escribió numerosos libros de derecho e historia, tales como Gobierno Parlamentario y sistema representativo y La Batalla de Rancagua, que combinaba con su labor de redactor en diversos periódicos, como El Ferrocarril, La Época y La Patria, de Valparaíso, además de dirigir La Nación en 1890. Sin embargo, Bañados destacó especialmente en la política, donde ejerció funciones y vivió momentos culminantes en la historia de Chile.
Fue diputado en varias ocasiones, y el presidente José Manuel Balmaceda lo tuvo como ministro de Justicia e Instrucción Pública, y se convirtió en el verdadero brazo derecho y constituyente del gobernante, a quien influyó en sus concepciones de gobierno representativo (presidencial), frente al régimen parlamentario promovido por la mayoría del sector dirigente. En los difíciles días que precedieron a la guerra civil, Bañados se transformó en una de las figuras más influyentes del gobierno.
Tras la rebelión de la Armada contra Balmaceda, Bañados asumió como Secretario General del Ejército, más tarde reemplazó a Domingo Godoy como Ministro del Interior y fue Ministro de Guerra en Campaña en las derrotas de Concón y Placilla. “Estoy vivo”, escribió desgarradoramente a su mujer un día después de la derrota balmacedista: “Te escribo desde el primer escalón del destierro, envuelto en hondo dolor, en horribles incertidumbres, entre sombras negras como la fatalidad”. Comenzaban así tres años de exilio en Lima y París, desde donde conservamos cartas preciosas editadas por Pilar Vigneaux.
En 1894 el ex ministro volvió a Chile y fue uno de los 22 diputados del Partido Liberal Democrático que asumieron en el nuevo Congreso Nacional. Bañados contribuyó decisivamente a la reconciliación política que se logró en el país poco después de la cruenta guerra civil, e incluso llegó a ser ministro bajo el gobierno de Federico Errázuriz Echaurren. El exceso de actividades, una vida intensa y marcada por el dolor, su salud a veces frágil y poco cuidada, le pasaron la cuenta a comienzos de 1899, cuando murió prematuramente, recibiendo el reconocimiento de partidarios y adversarios de 1891. Un poeta resumió muy bien su vida: Cruzó la vida con veloz carrera, conquistador audaz de la esperanza, y al caer abrazado a su bandera, por la primera vez, ahora descansa.
Había muerto Bañados Espinosa, el alter ego de Balmaceda. Como resumió un biógrafo, habían llegado a ser dos cuerpos en una misma alma.