Sebastián Bravo, el bailarín de Talagante que llegó al escenario más importante de Montreal
Su historia es digna de película, e inevitablemente hace pensar en la trama de "Billy Elliot". Una profesora vio su potencial y lo llevó a audicionar al Teatro Municipal de Santiago a escondidas de su padre, una sorpresiva aparición televisiva luego lo catapultó al ballet y hoy una oportunidad única lo tiene bailando en Les Grands Ballet Canadiens.
Por: Sofía García-Huidobro Foto principal: Nikko Riady
Publicado: Viernes 3 de enero de 2025 a las 14:48 hrs.

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“Yo no sabía absolutamente nada de ballet. Con 14 años había ido a Santiago unas dos o tres veces. Ni sabía que existía el Municipal”. Comenzó a ensayar junto a su profesora Marta, se quedaban horas extras después de la clase de folclor y aprendía las bases del ballet.
En la versión de Osorio en cambio, la profesora recuerda que Sebastián iba muy nervioso. “Llegamos al teatro y para mí fue el primer gran shock. Había muchos cabros de mi edad que se pasaban la pierna por detrás de la oreja y yo literal ‘vengo de San Rosendo’”, continúa rememorando el bailarín.
Llevó a cabo su audición frente a una comisión siguiendo el ritmo de un pianista en vivo. Luego verificaron su flexibilidad, postura, anatomía y qué opinaba su familia de su incursión en el ballet.
“Ahí fue un punto de quiebre, porque hasta ese minuto todo era secreto con mi viejo. Mi papá no sabía nada. Era secreto entre mi mamá, mi abuela, Miss Marta y yo”. Sebastián contextualiza: su papá fue suboficial de la Fuerza Aérea, su hermano mayor sargento segundo de la Fuerza Aérea, su abuelo, carabinero. “Prácticamente los Bravo teníamos que ser de las fuerzas armadas, ser bailarín era impensado”, precisa.
“Estaba aprendiendo y lo disfrutaba”. También se fue conociendo más a sí mismo e hizo buenos amigos, afirma. En octubre de ese año, lo incorporaron como extra en un ballet. “Su primer rol fue un ratoncito”, añade Marta, su profesora, haciendo recuerdo. Su padre se enteró de su incipiente carrera de bailarín cuando tuvo que autorizar un documento del teatro que permitía a Sebastián recibir remuneración siendo menor de edad. Firmó el papel sin decir absolutamente nada. El silencio, casi absoluto y hostil, se prolongó por un buen tiempo.
Salir a la luz con cámara y acción
En el colegio pocos sabían de su vida en el ballet. Una de sus grandes aliadas fue la directora del establecimiento, María Eugenia Wells, muy amante de la danza y las artes. Aunque a algunos les extrañaba que Sebastián frecuentemente tuviera permiso especial para salir de clases, no conocían la razón. Él no quería que supieran:“Ya me hacían bullying por ser ‘delicadito’, ¿decir en un colegio provincial que bailo ballet? Olvídate. Pensé que me podían hasta pegar”.

La nota del programa Locos por el baile era un seguimiento a la historia de Sebastián que incluía la noticia de que había sido seleccionado para ser parte del Ballet de Cámara del Teatro Municipal de Santiago. Eso significaba que dejaba el colegio y comenzaría a dar exámenes libres. En adelante siguió visitando el establecimiento y participando de la gala folclórica.
“Mi último baile de cuarto medio fue una milonga que bailé con la Miss Marta”. El programa televisivo también fue una buena oportunidad para que el padre de Sebastián aceptara la idea de que su hijo sería bailarín, ya que el propio conductor del espacio intercedió por él. “Mi papá se dio cuenta de que yo había elegido la danza y el ballet como mi profesión, que no era un juego”, apunta Sebastián.
Bailar en puntas
Al egresar de la escuela del Municipal no fue seleccionado para formar parte de la compañía del teatro. Estudió un año de danza en la Uniacc y en 2014 audicionó para entrar a la Academia de Ballet Sara Nieto. Un día, cuenta Sebastián, lo llamaron a su casa de parte de la bailarina. Colgó el teléfono enojado pensando que alguien les estaba jugando una broma, pero luego llamó de vuelta y efectivamente se trataba de la maestra de ballet. Se unió a la compañía y fue parte del elenco de varios clásicos que se presentaron en el Teatro Nescafé de las Artes, como Coppelia, Cascanueces y en 2015 La Cenicienta.
“Cumplí 30 años, siempre nos dijeron que a esa edad los bailarines empiezan a despedirse, pero siento que a mí me vino un florecer. Lo estoy disfrutando y agradezco tener cierta madurez”.
En 2016 se fue a vivir a Punta Arenas y trabajó allá como profesor de danza de la escuela Denis Valladares. A finales de 2019 decidió volver a Santiago y reincorporarse a la academia de Sara Nieto. Entonces llegó la pandemia y el encierro. Mantuvieron las clases por Zoom, relata el bailarín, y surgieron posibilidades impensadas como recibir lecciones online del famoso bailarín argentino Julio Bocca. “Fue una maravillosa experiencia”, dice.

El destino es Montreal
Un día un compañero de Ouest le comentó que había visto en Facebook que en el atelier de Les Grands buscaban costurero. Él algo sabía porque cuando estaba en el colegio la misma Marta Osorio les enseñó a usar la máquina de coser para hacerse sus trajes. Acudió al aviso, e hizo una prueba de corte y costura. Lo contrataron como cortador, con la labor de recibir los patrones y cortar las telas. En las noches seguía trabajando para Amazon.
Aprovechó de inscribirse en algunas clases de danza para que supieran que era bailarín. Estaba en una de esas jornadas de trabajo en el atelier y entró Iván Cavallari, director artístico de la compañía de ballet, y preguntó si era verdad que había un bailarín chileno.

“Me dijo si conocía a Marcia Haydée (coreógrafa brasileña y quien fuera directora artística del Ballet de Santiago), que había sido su maestra. Le respondí que sí, que me había hecho clases durante años. ‘Si estuviste bajo su mando tanto tiempo es por algo. Mañana te quiero en la clase junto a la compañía’, le dijo Cavallari.


En 2021 el bailarín volvió a su colegio para participar de la gala folclórica, porque su antigua profesora quería darle una sorpresa a la directora. Pensó mucho qué interpretar y eligió finalmente El lago de los cisnes, la misma pieza que bailó Billy Elliot en la película. Le entregaron un cuadro de honor de alumno destacado y se sacó fotos con su querida Miss Marta.
Después de su mención en X, la profesora le escribió emocionada: “Sebastián, me dicen que mi nombre está en redes sociales”. Se mantienen comunicados, él le manda fotos y videos desde allá, le muestra cómo es el escenario, el vestuario y la mantiene al tanto de su vida de bailarín.
“Para mí Sebastián siempre fue un caso muy especial, mi chanchito, como le digo. Mi pasión es enseñar y él aplicó lo que le entregué. Llevo 27 años en el colegio, he formado a muchos alumnos, pero con la mayoría perdí contacto. Nuestra relación es diferente: fuimos cómplices siempre. Una parte de mí está allá con él y disfruto con él”.

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