Crecientes costos laborales desatan la alarma en Francia

A mediados de octubre una comisión brindará un reporte sobre cómo mejorar la competitividad gala.

Por: | Publicado: Jueves 27 de septiembre de 2012 a las 05:00 hrs.
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La discusión sobre cómo elevar la competitividad externa de Francia estará al tope de la agenda en los próximos meses. Una comisión patrocinada por el gobierno y encabezada por Louis Gallois, ex jefe de la compañía de defensa y aeroespacial EADS, fue comisionada para entregar su reporte a mediados de octubre. La comparación de los costos laborales en Europa sugiere que el problema no es tanto el excesivo crecimiento de los salarios en Francia sino más bien los crecientes impuestos salariales y factores estructurales que inhiben la innovación.

Durante los últimos años, el crecimiento del salario promedio en Francia ha exhibido una notable estabilidad, rondando 2,1%-2,2%. Según el Ministerio del Trabajo, los salarios mensuales promedio (excluyendo el sector agrícola) aumentaron 2,1% anual en el segundo trimestre de 2012, 0,2 punto porcentual por sobre la tasa del IPC. Los aumentos de salarios varían entre 1,7% para el equipo superior y administrativo en el sector de hotelería y banquetes y 3% para los empleados de oficinas en el área de tecnologías de la información. En general, las alzas de sueldos para empleos que requieren menor capacitación fueron ligeramente superiores que para los puestos capacitados.

La tasa de aumento de los salarios en Francia ha estado bastante alineada desde la perspectiva europea en los últimos años. Según Eurostat, desde 2008 los costos laborales nominales por hora en el sector empresarial (que incluye sueldos y otras remuneraciones directas en efectivo) aumentaron a una tasa anual promedio de cerca de 2,6%, un poco más que el 2,4% de la eurozona y la Unión Europea. Comparado con otras grandes economías de la UE, Francia ocupa un puesto intermedio entre Italia y España (3% en ambos casos), por una parte, y Alemania y Reino Unido (2,1% y 1,8%, respectivamente), por la otra.

Más recientemente, sin embargo, el crecimiento en los costos laborales se ha frenado en España e Italia, mientras se ha mantenido en Francia.

Pese a la posición intermedia que ocupa Francia, hay creciente consenso en el país de que los costos laborales no pueden subir mucho más sin amenazar la competitividad de precios de manera perdurable.



Crece la brecha


Se le ha dado mucha atención a la creciente brecha de competitividad con Alemania, particularmente en manufacturas. Durante el segundo trimestre, el crecimiento de los costos laborales en el sector manufacturero francés superó la tasa del sector servicios (2,3% frente a 2,1%). Esto está en línea con la tendencia vista desde 2008: los costos en manufacturas aumentaron a una tasa anual promedio de 2,8%, frente a 2,5% en las empresas de servicios. En contraste, Alemania ha hecho importantes avances en restringir el alza de los salarios manufactureros, que registró un alza de 2,1% en el mismo período. Y mientras más largo el plazo, la comparación beneficia más a Alemania. En la última década, los costos laborales totales por hora en las manufacturas germanas crecieron 1,9% anual, frente a 3,5% en el caso de las francesas.

Otros indicadores confirman la misma historia. Según el instituto de investigación económica con sede en París, COE-Rexecode, el costo laboral por hora en el sector empresarial francés, en 35,3 al segundo trimestre, fue el segundo más alto de la eurozona después de Bélgica. En comparación, el indicador era considerablemente menor en Alemania (32), Italia (27,5) y España (20,8).

Por supuesto, los altos costos laborales en Francia son sólo una parte de la historia sobre pérdida de competitividad. Dado que los niveles de productividad están también entre los más altos del mundo, los costos laborales unitarios (es decir, los costos laborales por unidad de producción) todo a lo largo de la economía, son menores en Francia que en Austria, Bélgica, Holanda, Finlandia e Irlanda, y similares a los de Alemania. Pero el problema de Francia es que la mayoría de sus productos manufacturados son de menor calidad comparados con productos similares fabricados en Alemania y/o están concentrados en sectores de tecnologías menos avanzadas. Al mismo tiempo, los costos laborales unitarios de Francia son mayores que los de Italia y España, pero este diferencial no siempre está reflejado en la calidad relativa de los bienes producidos. Entre las causas más citadas para el aumento en la brecha de competitividad comparado con Alemania por competencia aparte de precio es el nivel de innovación y estructura de la industria francesa, en particular el declive de las pymes y el deterioro de las redes de producción local. Estos factores son difíciles de resolver en el corto plazo.



Impuestos son la clave


Un problema adicional para el esfuerzo de mejorar la competitividad en Francia se vincula a la brecha entre el sueldo neto y los costos laborales totales para las compañías. Según la OCDE, en 2011 el costo laboral promedio total por persona en Alemania fue el mayor de los países de la entidad. Francia ocupó el quinto lugar, tras Bélgica, Holanda, Luxemburgo y Austria. Sin embargo, en cuanto a los tributos totales (incluida renta y contribución a la seguridad social) Francia es segunda (con Alemania), con 49% de los costos laborales totales (Bélgica alcanzó 55,5%). En consecuencia, el sueldo neto en Francia es más cercano al nivel en España (donde el costo laboral total por persona es el segundo más bajo de Europa Occidental tras Portugal) que a Alemania. La paga neta fue un tercio más baja al Reino Unido.

Al interior del gobierno y los sindicatos, estas comparaciones incrementan la apreciación de dos puntos claves sobre la competitividad gala.

Primero, aunque los factores que influencian la competitividad no-monetaria —incluido el tipo de especialización industrial, la sofisticación del producto y la difusión de innovación—son el componente más decisivo de la competitividad general en una economía madura como la francesa, está claro que los costos laborales no pueden subir más sin dañar de forma duradera el desempeño externo del país. Segundo, no son demasiado altos los salarios, sino el impuesto al trabajo. La necesidad de transferir una porción de los descuentos salariales a otras formas impositivas probablemente será una conclusión clave del reporte Gallois. Otro tema es cómo lograr esto a un costo políticamente aceptable.

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