En el 2008, mi jefe me encargó diseñar una reunión. No entendí. Un logotipo, un mueble o una casa se podrían diseñar, pero ¿una reunión? Con el tiempo me di cuenta que todo se diseña, todo. Un viaje, un equipo de trabajo, una experiencia e incluso una cultura empresarial.
Pero ¿Por qué es tan relevante el diseño en nuestra sociedad? La pandemia nos ha permitido crear nuevos escenarios, alianzas y colaboraciones impensadas con anterioridad. El diseño es sobre confianza, colaboración radical y empatía. Es un acuerdo social que debe involucrar a todo un ecosistema, a ciudadanos, profesionales, partidos políticos e industrias. A hospitales diseñando soluciones junto a sus pacientes, docentes creando contenidos según las necesidades de sus alumnos, municipalidades en procesos de cocreación con sus vecinos o el gobierno empatizando mediante mesas de trabajo con sus ciudadanos. O mejor aún, un adulto mayor, una enfermera, un estudiante, una diseñadora y un ingeniero trabajando juntos por una problemática país en común, diseñando soluciones con una mirada interdisciplinaria y haciéndolos a su vez partícipes.
Tim Brown nos presenta el design thinking como un enfoque de la innovación centrado en el ser humano, que se basa en las herramientas de un diseñador, para integrar las necesidades de las personas, la factibilidad tecnológica y los requisitos para la viabilidad económica.
Según IBM, los proyectos que utilizaron metodologías de diseño aumentaron su eficiencia en un 75% y generaron un incremento del ROI (retorno de la inversión) por sobre el 300%. A su vez, McKinsey en un estudio a 300 empresas, concluyó que aquellas que invirtieron en diseño centrado en el usuario, duplicaron su retorno para los accionistas.
Por diseño, IKEA transformó su negocio, Airbnb evitó su quiebra en el 2008, IBM transformó su cultura, PillPack reinventó la experiencia de farmacias y BBVA logró crear la mejor aplicación móvil del mundo.
El motor de la sociedad no es sólo la economía, sino también la ciudadanía y el de una empresa no es sólo el cliente, es por sobre todo el colaborador. Si queremos diseñar una mejor sociedad y empresa, debemos tenerlos en el centro. Suena lógico, pero no lo hacemos.
Hoy tenemos la oportunidad de transformar, de mejorar y de redefinir la empresa y la sociedad a través del diseño. Algo que para muchos es solo sobre píxeles, logotipos o colores, pero que abarca mucho más y busca una conexión profunda con las necesidades del otro. Nuestro día a día gira entorno a problemas humanos que fueron resueltos o se están por resolver. Detrás de una economía, empresa y sociedad, hay personas. Por lo tanto, se diseñan.
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