En un continente donde la inversión privada en ciencia es aún incipiente, una familia brasileña decidió cambiar las reglas del juego. Jorge Moll Filho, cardiólogo visionario, fundó en 1977 un pequeño laboratorio en Río de Janeiro que, con el tiempo, se transformó en Rede D’Or São Luiz, la mayor red de hospitales privados de América Latina, con 75 hospitales propios en operación y 55 clínicas oncológicas, atendiendo a millones de pacientes al año.
Ahora la familia Moll anunció una donación histórica de R$500 millones (cerca de US$ 100 millones) para lanzar Pioneer Science, una iniciativa destinada a fomentar la investigación científica disruptiva en Brasil. Este programa busca apoyar a investigadores que se atreven a hacer las preguntas más difíciles, financiando proyectos en neurociencia, biología molecular y física, y estableciendo colaboraciones con científicos como Jennifer Doudna, ganadora del Premio Nobel y referente en edición genética en UC Berkeley, y con instituciones como el Instituto Weizmann.
Lo que realmente distingue a esta familia no es solo la envergadura de su empresa, sino la profundidad de su visión. Su hijo Jorge Moll Neto, neurocientífico formado en el NIH y Stanford, y su esposa Fernanda Tovar-Moll, médica y neurocientífica lideran el Instituto D'Or de Pesquisa e Ensino (IDOR), un centro vinculado a los hospitales que se ha convertido en un referente para la ciencia médica en Brasil y más allá.
IDOR está a cargo de una gran cantidad de ensayos clínicos para empresas internacionales y locales, y ha sabido posicionarse como un puente entre la ciencia académica y el desarrollo de nuevas terapias. Su impacto va más allá de la investigación básica: es una institución que traduce conocimiento en soluciones concretas para pacientes.
La donación se trata —hasta donde hay registro— de la mayor donación privada para ciencia en toda América Latina. Y no solo es importante por su magnitud, sino por su enfoque: investigación básica, audaz, hecha desde y para la región. En un continente donde muchas veces solo se financian soluciones de corto plazo, este compromiso con lo estructural y lo profundo marca un verdadero cambio de paradigma.
El compromiso de la familia Moll no solo representa una inversión económica significativa, sino también un mensaje potente sobre el rol del sector privado en el desarrollo de empresas de base científica en América Latina. Al combinar la excelencia hospitalaria con la investigación de vanguardia, están construyendo un ecosistema que podría posicionar a Brasil como un referente regional en ciencia y tecnología.
En una región que ha dado pocos Premios Nobel en ciencia —y ninguno aún en Brasil— esta donación no es solo un acto filantrópico: es una declaración. De confianza en la ciencia local. De paciencia para sembrar a largo plazo. De creer que los grandes descubrimientos también pueden nacer en nuestras calles, nuestros laboratorios, nuestros idiomas.
El talento está distribuido de forma pareja en todo el mundo, pero las oportunidades no. Y gestos como este —sea filantropía, inversión en empresas de base científica, o una combinación de ambas— ayudan a nivelar la cancha. Ojalá vengan muchas más. Y ojalá que los marcos regulatorios, los incentivos y los beneficios tributarios estén a la altura del desafío. Porque si queremos más ciencia, necesitamos también construir las condiciones para que florezca.