Hace un mes, una noticia apareció en una serie de medios nacionales e internacionales: la llegada de la chilena Valeria Alberola a liderar Aurora Borealis, el family office de Mike Bezos —padre del fundador de Amazon—, para administrar un patrimonio superior a los US$ 40 mil millones. Si hay alguien que conoce a Alberola de cerca, es Lucy Ana Avilés, la filántropa chilena —casada con Benjamin Walton, nieto del fundador de Walmart— que se hizo famosa por traer en 2017 el avión Supertanker para ayudar a apagar los incendios forestales en el centro sur de Chile.
En el family office de los Walton Avilés, llamado Zoma LAB —alojado en Denver, Colorado—, Alberola trabajó como CEO durante seis años, hasta fines de 2024. “Ella tiene un tremendo currículum y es súper inteligente. Y claro, a medida que haces tu trabajo, vas conociendo a muchas personas y haciendo redes”, cuenta Lucy Ana Avilés, desde EEUU. “Le va a ir bien de todas maneras”, añade.
En reemplazo de Alberola llegó el mexicano Abraham Abe Sherman. Y lo que tiene a cargo es liderar una cartera de inversiones y filantropía —sin presupuesto anual, sino que varía según cada “oportunidad”— con foco en primera infancia; habilidades parentales; prevención de abuso y maltrato infantil; desarrollo económico de comunidades, y medioambiente.
Para hacerlo, desde Zoma LAB cuelgan Zoma Capital (inversiones), Zoma Foundation (donaciones en EEUU) y Fundación Viento Sur (filantropía en Chile).
Tanto Lucy Ana como Ben trabajan a full en el family office, y es en Viento Sur donde la chilena espera desarrollar un ambicioso proyecto que viene craneando hace años.
El por qué
Lucy Ana Avilés Hernández creció en Chile. Estudió en el colegio Juanita de los Andes y luego Psicología en la Universidad del Desarrollo. Conoció en Valle Nevado al arquitecto Benjamin Walton, con quien cinco años después se casó en la Viña Santa Rita. El matrimonio se trasladó en 2007 a Denver, Colorado, donde viven hasta hoy junto a sus hijas Zoe (18) y Maya (16). Entre medio, entre 2019 y 2021 vivieron en Chile.
Hasta 2017 enfocaron su filantropía en la Walton Family Foundation (WFF) —creada por Sam Walton y su mujer Helen—, cuyo foco está en la región de Arkansas (donde están los headquarters de Walmart), para dar acceso a la educación K-12 (kínder a 4 medio) y la protección de los ríos, océanos y comunidades de la zona.
“Es una fundación mucho más grande, con harta jerarquía”, explica Lucy Ana. “Nosotros tenemos otras cosas que nos apasionan, que es lo que queremos hacer por el resto de nuestras vidas y ojalá que nuestras hijas también”, agrega.
Así, tomando las iniciales de su familia, armaron Zoma LAB: Zo, por Zoe; Ma, por Maya; LA por Lucy Ana; y B por Benjamin. “Es una oficina familiar que tratamos de mantener muy chica porque hasta que tengamos vida estaremos en esto”, dice. En Chile trabajan cinco personas y en EEUU, 20.
“Tenemos esta estrella norte que queremos alcanzar (infancia y medioambiente). Pero hay distintas maneras de hacerlo: a través de fondos de filantropía, donaciones, o a veces inversiones”, explica. Y da un ejemplo: a través de Zoma Capital invirtieron en un dispositivo llamado Snoo, creado por la compañía Happiest Baby, que ayuda a calmar a las guaguas mediante vibraciones y sonidos según el llanto que está teniendo. “Es un negocio donde no necesariamente voy a tener una gran ganancia, pero lo que me importa son otras ganancias: que la mamá duerma más horas, que el niño tenga un sueño más reparador, que las enfermeras estén menos cansadas”, explica.
Todas las áreas de interés tienen un por qué personal. “Durante mi embarazo tuve principios de pérdida, y viví el resto del proceso con mucha ansiedad, angustia e insomnio. Tuve que acudir a psiquiatras y psicólogos que me ayudaran, pero qué pasaba: por una parte la gente de salud mental te decía una cosa y desde la obstetricia te decían lo opuesto, provocándote más ansiedad”, cuenta. “Armamos un equipo, hicimos una donación al Children Hospital de la Universidad de Colorado, y ellos hoy tienen un departamento entero dedicado a salud mental perinatal con screening, terapias grupales, etc. Y al apoyar esto, los otros hospitales tuvieron que armar su oferta en salud mental perinatal también”, relata.
La segunda pata son las habilidades parentales: entregar herramientas para generar un vínculo sano con los hijos. “Nadie nace sabiendo ser mamá o papá”, asegura. En EEUU han invertido en distintas plataformas que a través de SMS o mensajes de WhatsApp prestan ayuda a los padres. “Esto queremos hacerlo en Chile también”, añade.
Y por último, el maltrato y abuso sexual infantil. Avilés cuenta que como psicóloga trabajó ocho años en el Denver Children Advocacy Center (DCAC), entidad que atiende a niños que han sido vulnerados. “Otra vez me toco ver cómo el sistema le fallaba a los niños. En vez de ponerlos en el centro, éstos tenían que ir tras las distintas partes: la legal, psiquiátrica, investigación”, dice. Este centro, en cambio, generaba todos los servicios en el mismo lugar.
“Ese es el desafío que vamos a tratar de hacer en Chile”.
Piloto en infancia
Este miércoles a la 1 pm fue la primera reunión. En la sede de Viento Sur se llevó a cabo un almuerzo con decanos y profesores de Psicología y Derecho de seis universidades. En el almuerzo estaban además presentes el presidente del directorio de la Fundación, Víctor Manuel Avilés; la directora de programa, Paula Santolaya; la directora de proyecto, María José Vergara; y conectada por Zoom, Lucy Ana Avilés.
En la pantalla la fundadora les planteó la idea: la creación de un centro integral para niños que han sufrido maltrato o abuso sexual —idealmente ubicado cerca de la UC de Marcoleta, dado que ya trabajan con un grupo de abogados de ese plantel, y apoyan a Levantares (que hace peritaje sexológico ahí mismo)—, que cuente con un lugar para hacer las sesiones de entrevistas videograbadas; otra para prestar apoyo psicológico; otra de apoyo legal para hacer seguimiento a las causas; salas de peritaje sexológico, etc. “Me gustaría que en torno a los niños se unan varias universidades y sean capaces de dialogar, que se generen conversaciones de cómo ir mejorando las entrevistas, las técnicas para tratar a niños abusados, etc”, explica.
Les propuso hacer un piloto de tres años que con métricas pruebe su impacto no sólo en la salud del niño afectado, sino también en la reducción de tiempos de espera de atención. Hoy, dice, la atención a niños abusados demora entre uno y tres años. “Un niño que atiendes antes, puede reparar antes. Un niño dañado sin terapia, podría repercutir ese daño en otras áreas: en su educación, que se retraiga, se ponga violento, etc. Y eso genera retrocesos y costos que pueden ser para el Estado también”, explica.
Y añade: “Si queremos disminuir las brechas de la desigualdad, invertir en la primera infancia es fundamental. Un niño que logra crecer con sus necesidades básicas satisfechas, tiene más y mejores posibilidades de crecer sano y tener más oportunidades de florecer cuando grande, por eso la preocupación y urgencia de actuar tempranamente”.
Pese a vivir en EEUU, Lucy Ana Avilés dice estar totalmente pendiente de lo que sucede en Chile. Así, una de las últimas campañas que llevó a cabo a través de la Fundación Viento Sur fue de concientización sobre el uso excesivo de pantallas. “Hay estudios que dicen que niños pasan jornadas de ocho horas en la pantalla, esto es equivalente a una jornada laboral. Y esto repercute en las intervenciones reales, la conexión con familia, el juego al aire libre... Entonces no me he perdido nunca. Mi tiempo es 80% dedicado a Chile”, señala.
De hecho, esta semana concretó otra donación: al proyecto de conservación Puchegüín en Cochamó para transformar y proteger 133 mil hectáreas. “Durante meses hemos estado en conversaciones con varias organizaciones que están liderando la compra y futuro manejo del valle Cochamó-Puelo. Estamos felices de ser parte de este sueño y ojalá que más chilenos quieran sumarse a estas y otras iniciativas donde hay una balanza entre protección y apoyo a las comunidades locales”, asegura.
Donación de $ 19 millones a Kast
Lucy Ana Avilés es parte del directorio de Ideas Republicanas. Por eso conoce a José Antonio Kast, a quien donó $ 19 millones para su campaña. “Más allá del apoyo económico que quise darle, se crearon distintas mesas, y vinieron a preguntarme por el trabajo que hemos hecho en infancia: qué hemos visto, qué funciona bien, qué falta, qué vacíos vemos. Han sido los únicos que se nos han acercado”, explica.
Dice que si bien no milita en ningún partido, coincide con los republicanos en lo valórico: “La familia como núcleo de la sociedad; la importancia de la libertad de expresión, soy provida”, dice.
Viene a Chile tres veces al año —vota acá— y dice que aunque no anda asustada, es consciente de que “la gente tiene miedo, los niños no se atreven a salir a jugar, las personas no pueden salir solas en las noches”. Sobre el gobierno de Trump —por quien aclara que no votó—, señala: “Su manera no me gusta, ni su tono, ni cómo se refiere a ciertos temas. Pareciera que es errático en su comportamiento. Por supuesto que le cerebro el alto al fuego en Gaza, pero hay otras cosas preocupantes. (En EEUU) está todo muy difícil, muy dividido, violento y polarizado”.
Otros aportes
Zoma LAB no tiene un presupuesto anual, sino que financia e invierte en proyectos, o empresas que les hagan sentido con su propósito. En 2025 —sin contar las inversiones de Zoma Capital— han realizado o comprometido los siguientes aportes e inversiones:
- Más de US$ 50 millones en PRI (Programa Related Investment).
- US$ $100 millones en mejoras crediticias para la reestructuración de la deuda soberana. Esto es un compromiso a 10 años. “Un credit enhancement es un respaldo financiero que reduce el riesgo de un préstamo o bono, haciéndolo más seguro para los inversionistas y permitiendo obtener tasas de interés más bajas. En los esquemas sostenibles, el ahorro generado por esos menores intereses debe destinarse a proyectos ambientales o sociales que beneficien al país en cuestión”, dice.
- US$ 92 millones en donaciones directas a través de Zoma Foundation y Fundación Viento Sur. Aquí se incluye un aporte reciente al proyecto conservacionista en Cochamó.