Chile encandila a los dominicanos

Gracias al turismo y a sus recursos naturales, República Dominicana es un país que se puede calificar como “próspero”. En 2015 su economía creció 7%, con una tasa de desempleo que no superó el 6% y un PIB per cápita de unos US$ 15.000.

Pese a esto, unos 1,3 millones de dominicanos han probado suerte en distintas naciones, entre ellas Chile. Desde 2010 la población dominicana comenzó a crecer notoriamente, pasando de 86 permanencias definitivas entregadas ese año a 1.587 en 2015.

Una mejor situación económica y calidad de vida son algunas de sus motivaciones para instalarse en Chile, pero no para escapar de la pobreza o inseguridad, sino como una posibilidad de ascenso social.

Así lo plantea un documento publicado por el Departamento de Extranjería y Migración (DEM), que incluye las conclusiones de un estudio realizado por las investigadoras de la Universidad de Chile, Caterine Galaz y Gabriela Rubilar, el cual expone que si bien la gente que migra a Chile no pertenece al quintil más bajo, se endeudan para desarrollar su proyecto migratorio, lo que hace que se transforme en una “cruzada familiar” que luego es compensada con el envío de remesas.

Y es que en el país se ha construido una imagen en torno a Chile que se ha exacerbado por los envíos de dinero que la gran mayoría de los dominicanos hace a sus familiares.

En las primeras fases de instalación, algunos migrantes dominicanos están dispuestos a aceptar una inserción laboral precaria con malas condiciones laborales, falta de contratos o trabajos no regularizados. “No importa ahora, más adelante mejorará”, dijo uno de los 330 dominicanos asentados en Chile y que fue encuestado para el estudio.

En esa línea, la mayoría de las personas realiza trabajos poco calificados en el ámbito del comercio, servicio doméstico y la construcción, ya que los profesionales enfrentan dificultades para acreditar o convalidar los estudios, además de sufrir discriminación, ya que muchas veces se desvalorizan sus capacidades por su procedencia. El 45% afirmó que nunca o casi nunca se tienen las mismas oportunidades que los chilenos.

También declararon que frecuentemente son asociados a estereotipos: los hombres por su fuerza y las mujeres por su hipersexualización.

A pesar de eso, el 61% de los encuestados volvería a escoger a Chile como un lugar para residir, el 60% señaló que siempre es un buen sitio para vivir y el 59% reconoce en el país oportunidades que en otros lados no tendrían.

El efecto “visa consular”

Más allá de las cifras, otro hecho corrobora el interés por venir a tierras chilenas y se relaciona con la exigencia de la visa consular obligatoria desde 2012 y para la cual se debe cumplir una serie de requisitos. Al no poder obtenerla -y a veces sin siquiera intentarlo-, el interés por venir a Chile no decayó, sino que las personas han optado por ingresar por pasos no habilitados. Esta situación llevó a un importante aumento de las expulsiones, que pasaron de 39 a 632 en solo tres años, pues esta acción es considerada un delito en Chile.

Y es que los dominicanos consideran que este requisito tiene que ver con la mayor migración que enfrenta Chile a raíz de su auge económico.

El 25% de los encuestados (83 personas) declaró no tener visa, pero el número total de dominicanos que se encuentra en situación irregular es indeterminado. Además de dificultar su inserción, las personas en esta situación son vulnerables, ya que no tienen acceso a servicios sociales ni a ofertas de apoyo del Estado, lo que de acuerdo al estudio genera un ciudadano “de segundo orden”.

Ante este escenario, en el texto se recomienda evaluar la efectividad de la visa y las lógicas de acogida para que los dominicanos “puedan gozar de las mismas oportunidades que cualquier otro ciudadano residente”.