Por Blanca Arthur
Con expectación esperaban tanto en La Moneda, como en todo el espectro político, la marcha de los estudiantes que se tomó las calles de Santiago. Es que aun cuando ni la masiva participación, ni el tenor de las consignas, ni tampoco el cuestionamiento a los políticos escaparan a los pronósticos, se consideraba un hito trascendente.
Nadie desconoce que con esta primera movilización de 2013, los estudiantes confirmaron que no abdicarán en su decisión de mantener sus demandas en el primer lugar de la agenda política, sobre todo en un año electoral.
Y es en ese cuadro donde la presión estudiantil enarbolando como uno de sus principales emblemas el fin al lucro, asoma como un factor determinante para el destino de la acusación constitucional en contra del ministro de Educación, Harald Beyer.
Conocido es que dicho movimiento condicionó la actitud de gran parte de los diputados que la aprobaron, por lo que no descarta que también pueda tener especial incidencia en la decisión que del Senado, cuando la próxima semana deba pronunciarse acerca de su destitución.
Como quedó demostrado, no fueron suficientes todos los argumentos en contra del libelo que surgieron no sólo del mundo oficialista, sino de una gama de personeros del mundo académico o técnico, incluidos destacadas figuras de oposición, que abogaron en contra con argumentos que han ido desde la calidad profesional del ministro, su preocupación por sacar adelante distintas reformas, e incluso que las posibles faltas de fiscalización es un error del que ninguno de sus antecesores -incluidos los de la Concertación- quedra libre.
Es cierto que algunos coincidían en que no era procedente, ni tampoco beneficiosa desde el punto de vista político, pero al final se impuso el criterio de que más importante era actuar como un bloque unido, con lo que de paso se le propinaba una impensada derrota al gobierno en un área que ha sido prioritaria, pero sobre todo, pesó no aparecer dándole la espalda al movimiento estudiantil.
Considerando que estos mismos factores se mantienen, todo indicaría que lo más probable es que corra la misma suerte en el Senado, si es que además se considera la gran fuerza que mostraron los estudiantes.
Pocos ponen en duda que, aun cuando a los senadores al actuar como jurados les corresponde pronunciarse en conciencia, la decisión -como ha ocurrido siempre- estará básicamente condicionada por factores políticos.
Los “copy paste”
Una posibilidad de que el escenario pudiera ser favorable a Beyer se abrió el martes cuando estalló la polémica por el error en la presentación del libelo, en el que se pedía la destitución de Beyer por no haber cumplido las obligaciones que -de acuerdo a los artículos citados- corresponden al ministro del Interior. De hecho, conocido el “copy paste” de una acusación anterior contra Rodrigo Hinzpeter, algunos senadores de la Concertación que no comparten la idea de destituir al ministro, evaluaron ampararse en este traspié para inclinarse en contra de la aprobación del libelo.
Pero de inmediato dicha opción comenzó a perder fuerza, desde el momento en que la mayoría apuntó a que se trataba de un aspecto formal que no impedía pronunciarse sobre el fondo del libelo.
Con el argumento de que no era responsabilidad de ellos, incluso se sumaron a las críticas en contra de la defensa de Beyer por no haber detectado el error ni alegarlo en el momento de la tramitación que correspondía.
Pero como no se descartaba que algunos pudieran usar el “copy paste” para impedir la caída del ministro, desde los sectores que la impulsan sacaron una carta que desbarataría esa posibilidad, como fue el descubrimiento de que la defensa copió párrafos textuales del escrito con que un abogado defendió a un ministro en una situación similar hace 10 años.
Decisión política
Es probable que con esta especie de “empate”, no será el traspié de los diputados el que defina el curso de la acusación, aun cuando éste había surgido como una salida para quienes consideran que es un error político.
De hecho, no es el tema jurídico el plantea diferencias entre algunos senadores de la Concertación. Prueba de ello es que en el almuerzo de la bancada DC con los abogados Jorge Correa Sutil y Patricio Zapata, donde el primero informó del error, no hubo discrepancias en cuanto a que éste impidiera continuar con la tramitación, ni tampoco en que podían encontrarse algunas causales aprobarla, básicamente referidas a la fiscalización.
Como quedó claro en ese mismo encuentro, que en ningún caso las posibles omisiones de Beyer serían distintas a las que cometieron los anteriores ministros, incluidos todos los de la Concertación, para algunos senadores era necesario considera más seriamente los aspectos políticos que les podrían jugar en contra en el futuro.
Entre quienes tienen reparos, no ha estado ausente del análisis, ni el riesgo de colaborar al desprestigio del Senado con la destitución de un ministro ampliamente reconocido por sus capacidades, ni tampoco el estado de crispación a que podría llegarse en este año electoral, como en el futuro.
En esa línea, incluso algunos han estado atentos a la postura de Michelle Bachelet, quien a pesar de que cuando llegó planteó la idea de gratuidad en la educación y el fin del lucro, posteriormente moderó sus posiciones al manifestar que la gratuidad no era para quienes pudieran pagar, mientras también acotó su rechazo a lucro a cuando éste se haga con recursos del Estado.
El solo hecho de que hiciera estas precisiones justo antes de la marcha de los estudiantes, fue interpretado como una señal de que, al menos, no comparte completamente la postura de aquellos que están jugados por destituir al ministro. No se descarta, en ese sentido, que pudiera complicarla que ello exacerbe un ánimo de confrontación en la campaña.
Pero al menos hasta ahora, dichas aprensiones que compartirían básicamente algunos senadores DC, no han sido suficientes para que se convenzan de no dejar caer a Beyer. Prueba de ello es que las gestiones del gobierno para persuadir especialmente a aquellos que tienen poco que perder como el DC Eduardo Frei -que no va a la reelección- o a Ignacio o Patricio Walker que están en el mismo caso, más otros dubitativos, no han sido fructíferas.
Entre las razones a las que aluden es que les les complica desmarcarse adoptando una actitud distinta a la de los diputados, sobre todo considerando que para éstos fue determinante no romper la unidad de la oposición.
En el caso de los DC, incluso hacen referencia a que ni siquiera el presidenciable del partido, Claudio Orrego, fue capaz de mantener su postura inicial en contra de la acusación porque no interpretaba a todo su partido, puesto que hasta el jefe de bancada era uno de sus impulsores, ni tampoco quería enemistrarse con quienes están jugados por ella, comenzando por los estudiantes.
¿Renuncia?
Cuando quedan solamente algunos días para el pronunciamiento final por parte del Senado, los cálculos tanto de La Moneda como del mundo político indican que difícilmente los senadores de la Concertación que no comparten la idea de destituir a Beyer tendrán espacio para pronunciarse en la línea que creen.
Nada está completamente descartado, en todo caso, como tampoco el camino que decida adoptar el gobierno.
Es que más allá de lo que puede significar una derrota política en que el Congreso, atendiendo la demanda estudiantil, logre destituir a su ministro de Educación, para el propio presidente Sebastián Piñera es un fracaso por el cuestionamiento que implica a un tema que, con las reformas que ha impulsado, quería que figurara entre sus legados principales.
Es por eso que ni La Moneda ni los políticos oficialistas cejarán en su esfuerzo hasta el final. Pero en la medida en que los ministros no tengan la certeza de que algunos senadores de la Concertación decidan inclinarse por rechazar la acusación, no se descarta que sea el propio gobierno el que opte por no entregarles el trofeo de destituir al ministro Harald Beyer, con una renuncia de éste, posibilidad que se planteó apenas quedó suspendido por la Cámara de Diputados.