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Landerretche: “Piñera continúa las políticas sociales de Lagos y Bachelet, debería tener un busto de ellos en su escritorio”

Cuestiona el que a su juicio es el “abuso” que ha hecho el sistema político de encuestas como la Casen y las del INE, que son tratadas como un “botín político”. Añade que si la centro-izquierda vuelve al poder debe ser capaz de construir un pacto social-político en base a reformas en varias áreas y no hacerlas una a una.

Por: Por Patricia Arancibia clavel

 | Publicado: Sábado 28 de julio de 2012 a las 05:00 hrs.
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Óscar Landerretche Moreno (39) es ingeniero comercial, doctor en Economía del MIT y actual director de la Escuela de Economía y Administración de la Universidad de Chile. Militante del PS, pese a su juventud, su currículum político es contundente. Coordinó el programa económico tanto de Frei como de Bachelet y tiene un fuerte vínculo intelectual con Lagos. A sus conocimientos económicos, une una sólida formación histórica y amplia cultura, lo que le permite realizar sus análisis con serenidad y seriedad. Nos recibe en su oficina con cordialidad y disposición para conversar de la encuesta Casen y otros temas contingentes.

- Se ha generado una fuerte discusión en torno a la Casen y sus resultados. ¿Cuál es tu opinión al respecto?

- Creo que se está haciendo un abuso enorme en el sistema político de esa encuesta y pienso que lo mejor es que los políticos, tanto de gobierno como de oposición, se olviden de ella un tiempo pues están haciendo daño. Es preocupante, porque tanto la Casen como otro tipo de encuestas como las del INE y del empleo se están convirtiendo en un botín político y eso es muy complicado.

- En el caso de la Casen, ¿las cifras son válidas?

- Se están produciendo discusiones políticas gigantescas sobre si el gobierno logró o no reducir la pobreza y la desigualdad, cuando estamos hablando de cifras que están dentro del margen de error. Además, se está comparando con una encuesta, la Casen del 2009, que ha sido cuestionada en su metodología. De hecho, muchos estudios que se hacen acá en la Universidad de Chile, nos han hecho desechar la encuesta de ese año que tuvo errores en su ejecución. Entonces, me parece preocupante que existiendo cuestionamientos públicos sobre los instrumentos que se están utilizando, el presidente, que es doctor en Economía, intente hacer una narrativa política a partir de datos que no son confiables. ¿O alguien cree, por ejemplo, que se redujo la desigualdad en Chile así, dramáticamente, en estos dos años?


- ¿Qué debiera hacerse entonces?

- No podemos tener instrumentos estadísticos que estén siendo cuestionados, por lo que lo que hay que pensar -le llora al país- es en un Instituto Nacional de Estadísticas autónomo, al estilo del Banco Central, cuyos funcionarios no sean nombrados por los gobiernos, con un consejo electo transversalmente cuyos miembros duren 10 años, con más presupuesto.

- Más allá de las cifras, ¿crees que el crecimiento y el empleo son las herramientas que están en la base para disminuir la pobreza y desigualdad?

- Son una herramienta muy importante, pero no las únicas. También están las políticas sociales, los bonos, la protección social, lo que hizo la Concertación y que básicamente es lo que ha continuado haciendo Piñera y bastante bien. Porque esa es la verdad: Piñera es el continuador de las políticas sociales de Lagos y Bachelet y debería tener un busto de cada uno de ellos en su escritorio.

- ¿Cuál es nuestra verdadera realidad en torno a la desigualdad?

- Para tener un país relativamente decente, los indicadores de desigualdad debieran reducirse al menos a la mitad de lo que son hoy. Para entender lo profunda que es nuestra desigualdad, hay que pensar que los países escandinavos tienen un Gini del orden del 0,2 al 0,3 y nosotros estamos en 0,55. Con Frei Montalva y Allende teníamos un 0,40, es decir, menos desigual que ahora, pero lo que está claro es que este es un problema estructural que hay que abordar con políticas mucho más agresivas y complementarias entre áreas que las que se llevaron a cabo en la Concertación y ahora con Piñera, que no es otra cosa que la continuación de lo que se estaba haciendo.

- ¿Ayudará a disminuir nuestra desigualdad una reforma tributaria?

- Es necesaria, imprescindible, pero no suficiente. Tiene su impacto, pero acotado si no se complementa con una reforma laboral, una política industrial, una reforma educativa etc. Así y todo, la mala noticia es que aunque tuviéramos a los mejores ejecutando estas políticas y reformas, igual el proceso va a ser lento. Hablo de décadas y lo peor es que ni siquiera hemos iniciado este proceso, lo que es muy frustrante.

- Para empezar, ¿cuánta debería ser la recaudación ideal si se realiza la reforma tributaria?

- La conclusión del estudio que hicimos acá en la U. de Chile es que si llegamos a US$ 20 mil per cápita y quisiéramos imitar a los países más igualitarios de la OCDE, debiéramos tener como un 25% del PIB en recaudación tributaria, lo que significa 6 puntos más a lo que tenemos. Esa es una reforma enorme, 10 a 15 veces a la que está proponiendo el presidente, pero que tendría que lograrse de aquí al 2020. Pero el punto es que eso sólo no basta y puede adicionarse una dificultad más, si a la vez no se hace una reforma del aparato público.

-El salto que hay que dar es enorme. ¿Por qué no se inició antes, bajo los gobiernos de la Concertación?

- Primero, hay que reconocer que se ha avanzado. La reforma previsional, por ejemplo, ayudó a mucha gente a salir de la pobreza, pero, sin juzgar lo que se hizo bajo la Concertación -porque otra cosa es con guitarra y yo no soy nadie para criticar estrategias que debieron llevarse a cabo de acuerdo al contexto histórico que se vivía-, lo que sí es claro es que esa estrategia gradualista, en que una reforma sigue a la otra avanzando de a poco -primero seguro de cesantía, después AUGE, después Chile crece Contigo, despacito por las piedras y transando aquí y 
allá-, ya se acabó. Eso tuvo sentido en cierto marco, pero ya no hay agua en la piscina para eso...

- ¿Qué hay que hacer entonces?

- Cambiar el enfoque y hacer algo integral. Ya no basta decir vamos a hacer una política que entregue 
voucher a mil personas, los viernes en la tarde pero sólo si son tuertos o les falta una pata, para después evaluar con alguien del Banco Mundial si tuvo o no impacto. Hay que trabajar paralelamente un conjunto de áreas -tributaria, educacional, industrial, laboral, etc- y, lo más importante, estar dispuesto a equivocarse.

- Arriesgarse…

- Es que la peor palabra que usamos los economistas es cautela. Es enfermante. En ciertos contextos está muy bien, pero los que conocen de innovación y emprendimiento tienen claro que la cautela puede ser una enfermedad que frena y evita avances. Nosotros nos hemos pasado para la punta con la cautela y lo que necesitamos es un enfoque de políticas públicas que esté dispuesto a equivocarse y la única manera de hacerlo es creando una narrativa que permita que la gente entienda errores y éxitos.

- ¿Y está dispuesto un posible nuevo gobierno de centro izquierda a hacer eso?

- Un próximo gobierno de centroizquierda tiene que realizar dos operaciones bien complicadas. Generar en primer lugar esa narrativa y, en torno a ella, una orgánica que permita construir un pacto 
social-político en base a reformas en varias áreas y olvidarse de ir haciéndolas una a una.

- Pero, se ve difícil una narrativa común, cuando la Concertación está tan dividida y sigue la lucha entre autoflagelantes y autocomplacientes…

- Es cierto que existen discrepancias entre los líderes actuales, pero no es tan caricaturesca como se presenta en los medios. Si se saca por un rato a la gente de centroizquierda del twitter y las redes sociales, todos tienen esa contradicción y por eso es tan importante que los liderazgos generen una nueva narrativa que ponga una pata en la historia, pero con una mirada de cambio fuerte.Eso va a permitir resolver dentro 
de nosotros mismos esa contradicción y con ello enfrentar –aunque 
con el riesgo de equivocarnos- 
nuevas y coordinadas políticas públicas.

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