Oficialismo: lo que no sucedió luego del plebiscito
Chile Vamos se desfonda. No solo la coalición sufre un profundo desorden, falta de liderazgo y conducción, sino que lo mismo ocurre al interior de los partidos. El Gobierno no es capaz de conducir ni ordenar al conglomerado, ni tampoco de establecer los desafíos y prioridades para los 16 meses que le restan en el poder. El nuevo retiro del 10% de las pensiones ha tensionado las relaciones dentro del gabinete.
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Se supone que, a diferencia de la oposición, el plebiscito ordenaría al oficialismo. Que, pese a que convivían dos almas en el sector –las del “Apruebo” y del “Rechazo”– al día siguiente las fuerzas oficialistas se ordenarían en modo electoral. Era la apuesta del propio presidente Sebastián Piñera al optar por la neutralidad de La Moneda ante el referéndum, pese a los consejos que recibió. El mandatario apostaba a levantar y liderar una discusión sobre los contenidos constitucionales a partir del día siguiente. Como suele ser la tónica en la política chilena, sin embargo, nada de esto sucedió. Por el contrario: Chile Vamos se desfonda.
En la crisis múltiple se pueden observar varias capas.
Los partidos oficialistas sufren un profundo desorden interno, falta de liderazgos y conducción. La UDI parece paralizada desde el regreso de Pablo Longueira a la escena y la actual presidenta, Jacqueline van Rysselberghe, ausente. En este partido no se vislumbra que la situación vaya a cambiar antes de las elecciones internas del 9 de diciembre. Algo parecido sucede en RN y Evópoli, donde sus respectivos timoneles, Rafael Prohens y Andrés Molina, no tienen un ascendente sobre sus respectivas tiendas. RN sigue girando en torno a Mario Desbordes, el ministro de Defensa, y Evópoli alrededor de su principal figura, Felipe Kast, como quedó en evidencia por la presión que el partido le puso al Gobierno por La Araucanía, la circunscripción de Kast.
Gobierno sin estrategia
La situación interna de los partidos se proyecta, indudablemente, al conglomerado de Gobierno. No hace falta reproducir la guerra de declaraciones de esta semana entre los presidentes de las colectividades en defensa de sus respectivos ministros por la crisis desatada por el nuevo 10%, que avanza en el Parlamento.
Por las razones que fueran, el gabinete liderado por el exministro del Interior, Víctor Pérez, no fue capaz de ordenar al bloque. Era un equipo y un ministro que estaba no solo marcado por el plebiscito, sino por la propia preferencia de Pérez (“Rechazo”), lo que hizo imposible la labor, según unas de las explicaciones que se manejan hoy en día en Chile Vamos.
Una última capa del problema la compone, indudablemente, el propio Gobierno, que parece carecer de estrategias en diferentes ámbitos. Por cierto, en la discusión sobre el segundo retiro del 10% de las pensiones, donde no se capturó a tiempo que cuando una iniciativa de estas características toma vuelo, resulta complejo luego pararla. No ha facilitado la labor de los parlamentarios del sector que la reforma de las pensiones se encuentre estancada en el Senado hace meses, como tampoco la imagen todavía presente entre los congresistas de Chile Vamos: la del ministro de Economía, Lucas Palacios, celebrando en agosto el primer retiro de las pensiones, porque ayudaba a la reactivación.
Tampoco ha existido un plan en materia constitucional. No se ha avanzado en una fórmula para integrar la convención de 155 constituyentes con una lista única ni una posición conjunta para enfrentar los temas pendientes, como los escaños reservados y la inclusión de los independientes. Chile Vamos no tiene una postura definida sobre el reglamento –un tema crucial en el debate– ni tampoco sobre los contenidos que deberá defender en el órgano encargado de redactar la nueva Constitución.
El factor Desbordes
El Gobierno tiene, adicionalmente, un problema mayor en el propio gabinete: la candidatura presidencial de Desbordes, que como mucho deberá dejar el Ejecutivo en marzo para tener un mes de campaña antes de la inscripción de candidaturas a las primarias presidenciales, el 4 de mayo próximo. Antes debería pasar por el consejo general de RN. ¿Tiene espacio Piñera para sacarlo de Defensa en los cuatro meses que restan, como lo hizo en 2013 con sus ministros-candidatos Laurence Golborne y Andrés Allamand?
Las tensiones no son pocas en el gabinete. El papel que ha jugado el ministro Cristián Monckeberg desde la Segpres se pone en entredicho incluso desde determinados sectores de RN, lo que habría conflictuado la relación con Hacienda. En Teatinos 120 se resentiría, a su vez, el papel del propio Desbordes por las palabras del diputado de RN Camilo Morán –cercanísimo suyo–, que catalogó al ministro Ignacio Briones de ser “un fantasma” en la tramitación por el segundo retiro del 10% de las pensiones.
Existen voces al interior del Gobierno que empujan por desplegar una estrategia que contemple al menos tres aristas. Una narrativa política que explique, convoque y ordene lo que resta de administración. Establecer con claridad los desafíos y las prioridades legislativas acotadas que se buscarán sacar adelante en el Congreso. Un esfuerzo de orden del conglomerado que, indiscutiblemente, pasa por fortalecer la figura de los comités políticos, que en los últimos meses se ha transformado en una reunión de recriminaciones, donde no se toman decisiones. En estas labores, sin duda, lo que pueda hacer el nuevo ministro Rodrigo Delgado resulta central.