El pasado persigue al nuevo presidente peruano
Por: | Publicado: Martes 7 de junio de 2011 a las 05:00 hrs.
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Los resultados finales de las elecciones presidenciales en Perú todavía no han sido informados oficialmente, pero todo apunta a un triunfo de Ollanta Humala. Muchos empresarios peruanos e inversionistas extranjeros en el país ya han reaccionado a este resultado con decepción, incluso con pánico. El mercado bursátil se desplomó la mañana siguiente cuando el resultado se volvió evidente.
Pero el temor al Presidente Humala bien podría ser exagerado. Si se juzga al nuevo líder de Perú por su retórica de campaña, entonces él pretende atenerse a las políticas amigables con el mercado que han convertido a Perú en una de las economías de crecimiento más acelerado de América Latina.
Es verdad que Humala también ha prometido mayores impuestos para financiar reformas sociales -como mayores pensiones, alzas en el salario mínimo y salas cuna para los hijos de las trabajadoras. Pero Perú bien puede permitirse -y probablemente lo requiere- esta clase de programas, si se hace con responsabilidad.
La economía de Perú creció 9% el año pasado. Su deuda nacional es baja. Humala quiere incrementar los impuestos de 15% a 18% del PIB, algo normal para una nación donde mucha gente carece de los servicios básicos.
La razón de que Humala genere tantas suspicacias tiene mucho más que ver con su pasado, que con su programa electoral. Un ex oficial de Ejército, lideró un intento de golpe en 2000. Antiguamente manifestó opiniones de izquierda dura y era cercano a Hugo Chávez, el polémico presidente de Venezuela.
Algunos peruanos temen que Humala ahora intente imitar a Chávez con programas populistas y derrochadores, que dañarían gravemente al sector privado y socavarían las instituciones democráticas. Humala, sin embargo, insiste en que ahora su modelo no es Chávez sino el ex presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, que demostró que es posible combinar políticas macroeconómicas sensatas con reformas sociales que reduzcan la inequidad. Los mercados también tambalearon cuando “Lula” fue elegido, pero recuperaron la confianza, dando paso a un rápido crecimiento en Brasil.
Humala podría beneficiarse de emular a Lula enviando a los inversionistas señales tranquilizadoras. Una forma sería reiterar que, aunque pretende subir los impuestos a las mineras, no va a impulsar nacionalizaciones. Una rápida designación de un ministro de economía de centro o un técnico también ayudaría. Si Humala consigue tranquilizar a los mercados entonces el auge que ha experimentado la economía peruana se mantendrá por mucho tiempo más.