Cambio Climático, del compromiso político a la acción empresarial
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Faltan pocos días para que los gobernantes del mundo se reúnan en París para alcanzar un nuevo acuerdo global que permita adaptarnos al cambio climático. Según muchos, la COP21 es una última oportunidad para tomar la acción que nos permita vivir en un mundo próspero y sostenible.
La evidencia y el conocimiento científico son robustos. Requerimos llegar a un peak de emisiones contaminantes antes de 2020 y luego reducir la cantidad de gases de efecto invernadero emitidos a la atmósfera, en una trayectoria permanente que sea un 80% menor hacia 2050 y continúe disminuyendo para alcanzar un clima con no más de 2ºC a fin de siglo.
Es un desafío sin precedentes: nos tomó unos 200 años construir un sistema tecno-económico basado en los combustibles fósiles y requerimos construir un futuro bajo en carbono en pocas décadas. Las transiciones de esta naturaleza son de largo plazo y complejas. ¿Cómo lo lograremos?
Si bien el compromiso político es crucial, debemos pasar a la acción. Desde inicios de año, líderes empresariales de todo el mundo han venido apoyando y urgiendo a sus autoridades a suscribir un acuerdo con compromisos. El mundo empresarial está en la primera línea, apoyando el diálogo, respaldando compromisos y desarrollando iniciativas transformadoras. Su interés no es por responsabilidad corporativa.
El cambio climático plantea incertezas y riesgos a nuestro sistema económico y estos son el principal motor de su accionar. Por ello empujan a sus gobernantes a definir políticas climáticas: los líderes que construyen las empresas sostenibles del mañana necesitan alguna dirección que les permita adelantarse en el camino.
El problema climático es una crisis de sistema y no una falla de mercado. Por ello, no sirven instrumentos o ajustes en mercados existentes: debe dar paso a la destrucción creativa Schumpeteriana y generar un nuevo sistema de producción y consumo sostenible y bajo en carbono.
Esto implica crear productos, procesos y servicios para necesidades que no llegamos a entender aún y mercados que se deben construir. Se trata de "hacer las cosas" (movernos, alimentarnos, comunicarnos, vivir en ciudades y usar energía entre otras cosas) de una forma diferente. La acción empresarial debe enfocarse en esa tarea, lo que implica definir estrategias y hojas de ruta, embarcarse en procesos de innovación de sistema, movilizar inversiones y transformar el sistema financiero, creando valor y bienestar, no solo riqueza para los accionistas, sino prosperidad compartida.