El plan de Robert Bosch GmbH de eliminar 13 mil empleos adicionales muestra cómo el declive de la industria automotriz alemana se está propagando por la economía más grande de Europa.
Las automotrices y sus proveedores luchan contra la caída de la demanda, el aumento de los costos laborales y energéticos, y una competencia cada vez más feroz de los fabricantes chinos, que avanzan con rapidez. Han invertido miles de millones de euros en tecnología de baterías, solo para descubrir que la transición hacia los vehículos eléctricos será más lenta de lo esperado.
Estas presiones están obligando a los fabricantes a realizar dolorosos recortes. Los pares de Bosch —Continental AG, Schaeffler AG y ZF Friedrichshafen AG— también están eliminando empleos y reduciendo gastos, mientras que Volkswagen AG, Porsche AG y Ford Motor Co. recortan personal y producción para compensar las débiles ventas y los aranceles del presidente Donald Trump, diseñados para impulsar la manufactura en Estados Unidos.
En total, el sector automotriz alemán ha perdido alrededor de 55 mil empleos en los últimos dos años, según la asociación VDA. Y decenas de miles de puestos adicionales desaparecerán de aquí a 2030 en una industria que emplea a más de 700 mil personas.
“El anuncio de despidos significativos en Bosch es solo el comienzo de una gran reestructuración industrial en Alemania”, advirtió Marcel Fratzscher, presidente del Instituto Alemán de Investigación DIW. “Veremos muchos más despidos y también quiebras en los próximos años”.
Estas tendencias ponen en duda la promesa del canciller Friedrich Merz de sacar a Alemania del estancamiento con cientos de miles de millones de euros en gasto en infraestructura y defensa. Aunque la economía alemana crecerá 0,2% este año tras dos años de contracción, los fabricantes siguen reduciendo personal y advierten que los altos precios de la energía y la burocracia podrían empujarlos a invertir en otros países. El partido de Merz cayó recientemente detrás de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) en las encuestas.
Un sector en crisis
El plan de Bosch de recortar 3% de su fuerza laboral mundial para 2030 refleja un sector en crisis. Fabricantes liderados por BYD Co. están dominando el mercado de vehículos eléctricos en China, que antes de la pandemia era el principal motor de crecimiento y beneficios para VW, BMW AG y Mercedes-Benz Group AG, y ahora también avanzan en Europa con autos bien equipados y asequibles. Las exportaciones alemanas al lucrativo mercado estadounidense se encarecen por los aranceles.
Varios proveedores han detenido producción y están bajo presión para bajar sus precios incluso cuando sus propios costos aumentan. A ello se suma que los costos laborales de Alemania en manufactura son más del doble que en Eslovaquia o la República Checa, según Eurostat.
Mientras tanto, los competidores asiáticos ganan terreno con baterías, motores y componentes electrónicos más baratos, erosionando los márgenes de los fabricantes tradicionales.
Volkswagen está llevando a cabo una reestructuración masiva en Alemania y planea eliminar 35 mil empleos para finales de la década. Porsche anunció la semana pasada un retroceso en su apuesta por los vehículos eléctricos y emitió su cuarta advertencia de beneficios en lo que va del año. El fabricante del 911 y Audi también están despidiendo a miles de trabajadores ante las dificultades para vender sus autos eléctricos de lujo.
Ford, por su parte, informó este mes que eliminará otros 1.000 puestos en su planta de vehículos eléctricos en Colonia debido a la débil demanda. La compañía estadounidense ha estado reduciendo de forma constante su presencia en Europa, cerrando operaciones y recortando producción y personal para simplificar un negocio que ha estado rezagado respecto a su división norteamericana.
“Un cambio estructural profundo”
Los recortes de Bosch muestran que “el cambio estructural está llegando al corazón mismo de la manufactura intensiva en conocimiento de Alemania”, afirmó Monika Schnitzer, presidenta del Consejo Alemán de Expertos Económicos. La transición hacia los vehículos eléctricos requiere menos trabajadores, por lo que, según ella, los responsables políticos deben impulsar programas de reconversión laboral para sectores en crecimiento como el de la defensa.
Merz ha intentado reforzar la confianza con mayores gastos en defensa y su iniciativa de inversión “Made for Germany” de 100 mil millones de euros, respaldada por Bosch. Sin embargo, la esperanza de que las fábricas de autos y repuestos puedan salvar empleos produciendo para la industria militar aún no se ha materializado.
“Tanto Estados Unidos como China están impulsando la fabricación nacional a expensas de los competidores extranjeros”, explicó Sebastian Dullien, director científico del instituto IMK de la Fundación Hans Böckler. “El desafío del gobierno alemán es evitar que la pérdida actual de valor agregado y empleos deje cicatrices permanentes en el tejido económico del país”.
En Bosch, los recortes más profundos afectarán a su histórica base en la región de Stuttgart, donde miles de empleos desaparecerán en plantas que fabrican desde componentes diésel hasta pequeños motores eléctricos.
Fundada en 1886 como un taller de mecánica de precisión e ingeniería eléctrica, Bosch creció hasta convertirse en uno de los grupos industriales más emblemáticos de Alemania. Tras la caída del Muro de Berlín, expandió rápidamente su base de fabricación en el este de Alemania y en Europa Central y del Este, y más tarde en Asia, donde China se convirtió en uno de sus principales mercados y centros de producción.
Aunque la compañía se ha diversificado en energía, electrodomésticos y tecnología industrial, su negocio automotriz sigue siendo el núcleo del grupo y un termómetro de la salud de la manufactura alemana.
“Las noticias de Bosch son una llamada de atención final, un golpe al corazón industrial de Alemania”, declaró Nicole Hoffmeister-Kraut, ministra de Economía, Trabajo y Turismo del estado de Baden-Württemberg, cuya capital es Stuttgart. Exigió al gobierno federal adoptar políticas más favorables a los negocios y pidió a la Unión Europea eliminar su fecha límite de 2035 para el fin de los motores de combustión. “Son las cinco y cinco para nuestra industria automotriz”, advirtió.