El proyecto de Murdoch para reinventar la educación todavía no logra despegar

Reinventar la forma de enseñar y aprender. Eso pretendía el magnate y director ejecutivo de News Corp, Rupert Murdoch, cuando adquirió hace cinco años Wireless Generation, la empresa de la que nacería en 2012 la filial educacional del grupo, Amplify.

Para Murdoch, el sector educativo necesitaba "desesperadamente ser transformado" y la vía para hacerlo era la tecnología. Amplify fabrica y desarrolla el software y contenidos de las tabletas que vende o arrienda a centros educativos para que lo integren en sus propios sistemas de enseñanza e impulsar la formación de los alumnos. El plan era que esta filial ayudara a compensar las pérdidas del segmento editorial del grupo (con cabeceras como Wall Street Journal y New York Post) y se convirtiera en un motor de crecimiento. Pero su revolución no ha llegado.

En junio, News Corp habrá invertido más de US$ 1.000 millones en Amplify. Aunque no hay un calendario para que la empresa empiece a entregar beneficios, todavía está lejos de lograrlos. El año pasado reportó pérdidas por US$ 193 millones y su facturación anual representó un 1% de las ventas totales de News Corp de US$ 8.600 millones.

Una apuesta a largo plazo
El esfuerzo de News Corp ha estado plagado de fallos tecnológicos, dispositivos frágiles, elevados costos por reposición de aparatos rotos, perdidos o robados y una subestimación sobre lo difícil que iba a ser ganar cuota de mercado frente a rivales con operaciones consolidadas como la editorial Houghton Mifflin Harcourt.

Los analistas afirman que tras años de inversión, ya deberían verse algunos frutos, pero el director ejecutivo de Amplify, Joel Klein, asegura que siempre se vio la empresa como una apuesta a largo plazo."Me gustaría que todo avanzara más rápido, pero cuando estas cosas se mueven rápido, a veces terminas creando muchos más problemas", dijo Klein, ex secretario del departamento de Educación de Nueva York bajo el mandato del alcalde Michael Bloomberg.

Las escuelas de Greensboro pagarán a la compañía US$ 14,6 millones en cuatro años por 19 mil tabletas, el mayor contrato de Amplify hasta la fecha. Los profesores reconocen la utilidad de los dispositivos para preparar las clases y monitorear las tareas, pero la dificultosa implementación de las herramientas llevó a que los colegios del distrito de Greensboro desecharan los dispositivos en octubre de 2013 y volvieran a utilizar lápiz y papel. Los colegios retomaron el sistema al inicio del último curso con una tableta rediseñada y sólo porque Amplify ofreció otros incentivos financieros para su reincorporación.

Nicho complejo
News Corp afirmó en febrero que se examinaría la situación de Amplify una vez que los colegios definan si comprarán sus productos para el próximo curso. Aun así, el grupo asegura que su apuesta por la empresa es firme porque están seguros de que viene una nueva revolución digital.

En tanto, Amplify enfrenta la dura competencia las editoriales que, además de la ventaja de su alta penetración en el mercado, aprovechan sus economías de escala y adaptan los contenidos de libros a formatos digitales, mientras que la firma de Murdoch sólo tiene oferta digital. En lo que va de 2015, 30 mil estudiantes en 20 escuelas utilizan Amplify, frente a los millones de alumnos en todo el país que utilizan los planes de Houghton Mifflin.

La experiencia de Murdoch se suma a la de otros acaudalados que entran al sector y descubren lo complicado que es cambiar la forma de enseñar a los niños. Tanto Bill Gates, fundador de Microsoft, como el inversionista Eli Broad han expresado su frustración por los escasos frutos que dan sus iniciativas filantrópicas para mejorar el rendimiento escolar. Al igual que muchos emprendedores antes que él, Murdoch afronta sus propios desafíos en su intento de beneficiarse de la reforma educacional.