Multinacionales

Las startups de Silicon Valley optan por las operaciones de deuda ante la escasez de financiamiento

Los fundadores de empresas han suscrito acuerdos centrados en la deuda, como préstamos puente, capital estructurado, pagarés convertibles, bonos participativos y generosas preferencias de liquidación. 

Por: Financial Times | Publicado: Lunes 26 de diciembre de 2022 a las 11:17 hrs.
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Las startups tecnológicas que tradicionalmente han confiado en los grandes inversionistas de Silicon Valley para financiar sus ambiciosos planes de crecimiento se están viendo obligadas a recurrir a acuerdos de financiamiento alternativos para mantener sus negocios y evitar recortes drásticos en su valoración.

El fuerte descenso de las operaciones del capital riesgo, unido al cierre del mercado de ofertas públicas de venta, ha provocado una crisis de financiamiento en muchas empresas tecnológicas privadas durante el pasado año.

Las principales startups han recortado costos de forma agresiva, lo que ha provocado una oleada de despidos en todo el sector tecnológico. Sin embargo, un número cada vez mayor de empresas se están quedando sin liquidez y buscan fórmulas de financiamiento más creativas, según se desprende de las entrevistas realizadas a firmas de capital riesgo, empresarios, fondos de pensiones y banqueros.

Los fundadores de empresas han suscrito acuerdos centrados en la deuda, como préstamos puente, capital estructurado, pagarés convertibles, bonos participativos y generosas preferencias de liquidación. Estos movimientos están diseñados para evitar una temida "ronda a la baja", es decir,aceptar financiamiento a una valoración muy inferior a la que una empresa había obtenido previamente.

"Todo el mundo está tomando medidas correctivas", explica un inversor de Sand Hill Road, la calle californiana que alberga a muchos de los principales grupos de capital riesgo de Silicon Valley, desde Sequoia Capital a Andreessen Horowitz.

Como parece que la caída del mercado continuará el año que viene, esta persona señala que incluso los fundadores de grupos tecnológicos bien capitalizados han tenido que preguntarse: "¿Cuáles son los ajustes (que necesitamos) para poder vivir más tiempo, cómo podemos conseguir financiación desde el año que viene hasta 2024?"

Entre las mayores operaciones de deuda de este año se encuentra Arctic Wolf, una empresa de ciberseguridad valorada en US$ 4.300 millones y respaldada por Owl Rock Capital, que recaudó en octubre un bono convertible de US$ 400 millones, el doble que su mayor financiación de capital.

Gopuff, una aplicación de reparto respaldada por SoftBank, recaudó un bono convertible de US$ 1.000 millones en marzo y desde entonces ha explorado planes para obtener más financiación, a pesar de haber recaudado más de US$ 2.000 millones el año pasado, que elevaron su valoración a US$ 15.000 millones a mediados de 2021.

Estas operaciones vienen acompañadas de una prima de conversión, que permite a los inversionistas convertir las acciones a un precio superior al de una eventual OPV. Estas operaciones representan una apuesta por que la empresa cotizará a precios más altos después de salir a Bolsa.

Según Chris Evdaimon, un inversionista en empresas privadas de Baillie Gifford, las operaciones convertibles "son una forma de dejar una decisión importante para más adelante". "En su mayoría están lideradas por inversores existentes que vienen a decir que tampoco quieren entrar en esa desagradable discusión sobre la valoración en este momento".

Coatue Management y Viking Global Investors, tradicionalmente centradas en el capital público, empezaron a recaudar fondos para invertir específicamente en acuerdos de capital estructurado con startup a principios de este año.

El objetivo de Coatue es alcanzar los US$ 2.000 millones para su fondo. "Para una empresa privada, una reducción repentina del 75% u 80%... supone un riesgo enorme", sostiene Philippe Laffont, el fundador de la firma. "Podemos ofrecer una alternativa... Capital que aporte más tiempo para construir el negocio".

Estas grandes operaciones de deuda han sido relativamente infrecuentes en el caso de las startups tecnológicas, de las que las mejores han podido aprovechar las enormes cantidades de financiamiento de los inversionistas de capital riesgo, que en la última década han estado dispuestos a financiar empresas jóvenes incluso a valoraciones exorbitantes.

Sin embargo,las nuevas operaciones de capital riesgo cayeron un 42% en los 11 primeros meses de este año a US$ 286.000 millones, en comparación con el mismo periodo del año anterior, según la empresa de datos de inversión Preqin. El bufete de abogados Cooley, de Silicon Valley, explica que el valor total de las operaciones de capital riesgo en una última fase que ha asesorado se ha desplomado casi un 80% este año.

Esta tendencia se ha visto impulsada por la caída de los valores tecnológicos, un entorno macroeconómico incierto y la subida de los tipos de interés. Mientras tanto, las OPV han caído a su nivel más bajo desde 2009, cortando una fuente clave de recaudación de fondos para las empresas privadas maduras y sus patrocinadores.

"El año que viene es cuando todo volverá a su cauce", afirma Ravi Viswanathan, fundador de la firma californiana New View Capital. "Llegará un momento en que incluso las empresas con capital para 18 o 24 meses tendrán que captar fondos. Va a haber mucho dolor".

En Sand Hill Road, los fondos de capital riesgo han revisado sus carteras y han advertido a los fundadores que asuman que los mercados de capitales pueden permanecer cerrados durante otro año y que cambien sus estrategias del crecimiento a la supervivencia.

Las empresas que más están luchando por conseguir nuevo financiamiento son los grupos no rentables de sectores intensivos en capital, como la fabricación de baterías o la robótica.

"Acabamos de salir de un entorno al borde de la locura", señala un inversionista tecnológico institucional. "Si habías conseguido una cantidad extraordinaria a una valoración que no merecías, pensabas que lo habías hecho muy bien como fundador o como equipo directivo. Ahora esto se está volviendo en tu contra".

La búsqueda de opciones de financiamiento creativas para proteger la valoración de una empresa es una "vieja regla", explica un gestor de inversiones de un gran fondo de pensiones que hace fuertes inversiones en tecnología. "Pero hacía mucho tiempo que las sumas no eran tan grandes, y esto está afectando a todo el mundo".

Algunas empresas están convenciendo a los inversionistas existentes para que aporten más capital con la misma valoración que en su anterior ronda de financiación, pero con unas condiciones económicas subyacentes mucho menos favorables para la empresa.

Cuando las empresas se desesperan, circulan pliegos de condiciones que aceptan la valoración actual de la empresa, pero con condiciones que podrían resultar más beneficiosas para los nuevos inversores, explica un banquero de inversión.

"Los inversionistas dicen que comprarán al mismo precio, pero quieren tener prioridad de cobro", señala Glen Kernick, responsable de Kroll en Silicon Valley, y añade que ha visto firmar varios acuerdos que prevén que los inversores recuperen el doble de su inversión antes que otros accionistas en caso de venta o quiebra.

Esta estructura puede resultar brutal para los accionistas con menor prioridad de cobro, como los empleados con opciones sobre acciones, si el valor de la empresa cae. Es una disyuntiva entre aceptar un daño en la valoración o condiciones punitivas que pueden crear conflictos en la base de accionistas de una empresa, o incluso borrar el valor para los empleados.

Algunas empresas están repreciando su propio capital para mejorar el potencial alcista de las acciones de los empleados. La aplicación de reparto Instacart redujo su valoración interna por tercera vez a US$ 13.000 millones en octubre, frente a los US$ 39.000 millones de 2021. Del mismo modo, Checkout.com, la start up tecnológica más valiosa de Europa, redujo su valoración interna a unos uS$ 11.000 millones, tras obtener una valoración de US$ 40.000 millones en enero.

La rebaja de la valoración interna, que es independiente del precio determinado por los inversores del capital preferente de un grupo, beneficia al personal al reducir el coste de las acciones de su empresa. Esto da a los empleados la posibilidad de obtener más beneficios en caso de futuras operaciones como una OPV.

"Les decimos a las empresas de nuestra cartera que no deben anclarse demasiado en una valoración que tuvieron hace un par de años, cuando el mercado estaba anormalmente inflado", afirma el gestor de inversiones de Sand Hill Road. "Es mejor aceptar las consecuencias ahora".

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