No ha habido sorpresas. Tony Hayward acaba de abandonar el cargo de presidente ejecutivo de British Petroleum (BP) y se perfila como sustituto Bob Dudley, el
ejecutivo que se ha encargado de sellar el pozo y gestionar el problema
de los vertidos 'in situ', y que ahora debe recibir el respaldo del
consejo de administración.
Hayward ha aceptado marcharse de mutuo acuerdo con la empresa, a fin
de ayudar a reconstruir la reputación de BP después de la explosión en
la plataforma Deepwater Horizon el pasado 20 de abril, en la que
murieron once trabajadores.
El consejo de administración de BP se reúne hoy para decidir el
futuro y un día antes de que la petrolera dé a conocer sus resultados
correspondientes al segundo trimestre del año.
Según los medios
británicos, la petrolera puede anunciar las mayores pérdidas
trimestrales en la historia empresarial británica, de 8.400 millones de
libras (unos US$ 12.200 millones).
Ante el gran interés mediático que ha generado la dimisión de
Hayward, la compañía se limitó a decir hoy que "no hay una decisión
final" sobre el futuro del presidente ejecutivo. El directivo, de 53 años y
muy criticado a raíz de la crisis por el derrame en el golfo de México,
ha negociado en los últimos días las condiciones de su salida de la
empresa.
BP busca una nueva estrategia para defenderse de una eventual amenaza
de compra por parte de empresas como ExxonMobil o Royal Dutch Shell, de
acuerdo con la prensa del Reino Unido.
La compañía ha perdido más del 40% de su valor desde el comienzo del
desastre, pues ha pasado de 125.000 millones de libras (unos US$ 183.800
millones) a 75.000 millones de libras (unos US$ 110.324 millones).