Por Kim Wall
Junto a la nueva tubería de gas natural de 793 kilómetros que une a China con la Bahía de Bengala yacen docenas de nuevas escuelas y clínicas. Las instalaciones, construidas con más de US$ 20 millones en ayuda china son evidencia del nuevo enfoque de Beijing hacia Myanmar.
Enfrentando un creciente escepticismo de los locales, Beijing salió de su camino para presentarse como un vecino amistoso antes de que el gas comenzara a fluir a través de la tubería la semana pasada.
Xinhua elogió a la cañería como un “proyecto de energía mutuamente beneficioso” que “acarrea la buena voluntad de los pueblos de Myanmar y China”. La embajada china en Yangon ha puesto actualizaciones del proyecto en la página de Facebook.
Pero mientras China se prepara para abrir una tubería de petróleo a fines de este año, los expertos dicen que Beijing debería repensar la estrategia.
La gente de Myanmar se queja de que muchas de las escuelas y clínicas construidas junto a la ruta de la tubería con ayuda china están vacías. Las percepciones sobre China son más negativas que nunca. Beijing ha encontrado que hay límites para su “poder suave”.
“China es muy buena construyendo, pero tener el respaldo local es algo distinto”, comentó Alex Neill, un analista de Instituto Internacional de Estudios Estratégicos. “Myanmar es una nación orgullosa y no quiere que China maneje al país”.
Neill dijo que la gente no está convencida por la retórica china estándar de que la tubería es algo con lo que todos ganan. “Myanmar es cautelosa de la hegemonía china. Y el liderazgo necesita escuchar a su pueblo para estar seguro de que sea una relación donde todos ganan”, acotó.
Durante los años en que Myanmar sufrió aislamiento diplomático, la relación cercana de China con la junta de gobierno disfrutó de un monopolio virtual sobre los abundantes recursos naturales del país. Pero a medida que el país se abre al mundo y expande la democracia, China ha visto desplazada por nuevos jugadores.