Por Constanza Morales H.
Tras mantener la política monetaria más expansiva de la historia desde hace cinco años, la Reserva Federal de EEUU está maniobrando cuidadosamente su estrategia de salida. Los riesgos son altos. Algunas autoridades están preocupadas de que si demora mucho, provoque una nueva burbuja de precios en algunos mercados, como las inversiones bursátiles o los bonos.
Pero el banco central no correr el riesgo de que si se apura demasiado a retirar el estímulo la economía sufra una recaída y vuelva a hundirse en la recesión.
Pero como si este escenario no fuera ya de por sí suficientemente complejo, en los últimos meses han comenzado a aumentar las voces que alertan sobre la debilidad de los precios. Pese a las masivas políticas de estímulo de la Fed, el índice de precios al consumidor se ha mantenido casi plano, y por debajo de la meta del banco central.
Algunos observadores temen que lejos de un recalentamiento, EEUU esté avanzando en cambio a una trampa deflacionaria, similar a la que afecta a Japón desde hace 15 años.
Los economistas saben que la deflación puede ser incluso más peligrosa que la inflación, porque una vez que se instala la expectativa de que los precios seguirán cayendo, la demanda se estanca. Las herramientas para combatirla, además, son más complejas. Aunque una alternativa es imprimir más billetes para crear inflación, esta estrategia no dio resultados en Japón. Mientras la receta para contener las alzas de precios es subir las tasas de interés, los tipos sólo se pueden reducir a cero. Y mientras el IPC puede ser negativo, las tasas de interés nominales no.
James Bullard, presidente de la Reserva Federal de Saint Louis, ha expresado su preocupación de que una inflación más lenta lleve a una amplia caída en los precios y a un estancamiento económico como el que ha vivido Japón.
Pero por primera vez desde que Bullard comenzó a alertar sobre estos riesgos en 2010, no fue el único en manifestar su inquietud por la baja variación de los precios en la reunión de política monetaria de junio.
“Muchos (miembros del comité) están preocupados por el bajo nivel de la inflación, y un número indicó que estarían atentos a las señales de que el cambio hacia abajo en la inflación podría persistir o de que las expectativas de inflación se estaban moviendo persistentemente hacia abajo”, decía la minuta de dicho encuentro.
La semana pasada, la Fed fue más allá y reconoció en el comunicado de su reunión de julio que una prolongada inflación menor a 2% “podría representar un riesgo para el desempeño económico, pero anticipó que la inflación se moverá de nuevo hacia su meta en el mediano plazo”.
El viernes, Bullard declaró que “la inflación podría ser empujada más hacia abajo por la decisión de reducir el estímulo y por lo tanto el riesgo de deflación podría aumentar”.
Si estos temores se concretaran, entonces la preocupación de la Fed no sería cuándo comenzar a retirar el estímulo sino, incluso, si debe aumentarlo, generando más preocupación entre los que temen un recalentamiento.
Pronto repunte
El índice central de precio del gasto del consumidor (PCE, su sigla en inglés) –medición preferida del ente emisor– se ha mantenido por debajo de la meta de 2% desde mayo del año pasado.
Sin embargo, muchos analistas creen que todavía no es tiempo de alarmarse y anticipan que la tendencia comenzará a revertirse en los próximos meses. “La desinflación está tocando fondo”, afirmó a DF Joel Naroff, fundador de Naroff Economics.
Brett Ryan, economista para Estados Unidos de Deutsche Bank, aseguró que la subida en los precios de las propiedades debería liderar el impulso en la inflación.
Maury Harris, economista jefe para EEUU de UBS Securities, aseguró la semana pasada a Bloomberg Television que el PCE central comenzará a subir ligeramente, ya que los salarios están empezando a repuntar.
Estos economistas, junto con Paul Ashworth de Capital Economics, prevén que la inflación se acercará a la meta de 2% en un plazo de entre seis y doce meses.
El menos confiado es Michael Feroli, economista jefe para EEUU de JPMorgan, quien comentó que “no se puede descartar una mayor desinflación, particularmente si el crecimiento económico se ralentiza en vez de repuntar”. El experto agregó que “me sorprendería si es que la inflación se acerca a la meta de la Fed en términos sostenidos hasta 2015”.
En todo caso, Feroli aclaró que el riesgo de una deflación era bastante bajo. “Si no tuvimos deflación en 2009 –en plena recesión– es difícil ver por qué eso ocurriría ahora”, manifestó.
Si los precios logran subir en los próximos meses, el riesgo de que una desinflación debilite la recuperación disminuiría, lo que le daría espacio a la Fed para comenzar a reducir el alivio monetario.