Fonterra, el mayor exportador de productos lácteos del mundo, fue criticado por el gobierno de Nueva Zelandia, agricultores y reguladores financieros por su manejo en un tema de contaminación de alimentos que produjo retiros de productos y atemorizó a padres en muchos países.
El gobierno neozelandés envió autoridades a las instalaciones de Fonterra para obtener un mensaje más claro y recuperar la confianza internacional luego de que la compañía más grande del país fuera criticada por demorarse demasiado en informar que vendió productos de proteína de suero que contenían una bacteria que podía causar botulismo.
“Estaremos realizando una revisión interna y también habrá un escrutinio externo”, señaló a periodistas Gary Romano, gerente administrativo de productos lácteos de Fonterra.
La Autoridad de Mercados Financieros de Nueva Zelandia indicó que estaba preocupada por el tiempo que tardó la compañía en revelar el problema. La proteína contaminada fue fabricada en una de las plantas de Nueva Zelandia en mayo de 2012 y recién el 31 de julio confirmó el hecho; publicó un comunicado tres días después y un anuncio para inversionistas el lunes.
El ministro de Finanzas, Bill English, señaló que la economía evitaría cualquier tipo de daño como consecuencia del caso Fonterra, pero que existía un riesgo a largo plazo para la reputación del país.
“El impacto económico por la cantidad de productos que actualmente tienen restricciones es lo suficientemente pequeño como para que no tengamos un impacto perceptible en nuestro PIB”, acotó English.
Aunque el CEO de Fonterra, Theo Spierings, sólo admitió restricciones sobre la concentración de proteína de suero, China, Hong Kong y Sri Lanka, entre otros, pidieron el retiro de productos de fórmula para lactantes. Por su parte, el gobierno neozelandés advirtió que China podría extender las restricciones a otros productos lácteos.