Inversionistas boicotean a Brasil debido a preocupaciones sobre deforestación del Amazonas
La presión aumenta para que las empresas brasileñas cumplan con los estándares ESG.
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Mientras la preocupación mundial por la devastación ocasionada por los incendios en partes de la selva amazónica alcanzó su punto máximo en agosto, uno de los mayores inversionistas de Escandinavia tomó una impactante decisión.
Nordea Asset Management, que controla más de 200 mil millones de euros en fondos, anunció que estaba poniendo en cuarentena la deuda del gobierno brasileño debido a los riesgos políticos y ambientales. El fondo detuvo las compras de deuda soberana emitida por la novena economía más grande del mundo, y sometió a revisión sus existentes tenencias.
“Dado que Nordea Asset Management está invirtiendo dinero en nombre de sus clientes, siempre debemos evaluar las incertidumbres políticas y ambientales para gestionar los riesgos financieros”, declaró la firma inversionista noruega cuando se le preguntó acerca de la proscripción.
La decisión fue parte de una ola de acciones llevadas a cabo por los gestores de activos y por las compañías multinacionales para limitar el riesgo de hacer negocios con compañías o entidades brasileñas expuestas a la deforestación.
Las noticias del mes pasado aumentaron la preocupación de que la tasa de pérdida de cobertura forestal en el Amazonas brasileño había aumentado en un 30% durante los 12 meses hasta fines de julio, el nivel más alto desde 2008, según las estimaciones del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE, su sigla en portugués) de Brasil.
Impacto empresarial
La preocupación empresarial acerca del destino del mayor sumidero de carbono del mundo no se limita a los gestores de activos. La cadena sueca de tiendas de ropa H&M anunció que dejaría de comprar cuero brasileño hasta que se le demostrara que está libre de cualquier riesgo de contribuir al daño ambiental en el Amazonas.
Gran parte de la quema ilegal de la selva virgen se lleva a cabo para despejar las tierras para el uso del ganado cuyas pieles pueden ingresar en la cadena de suministro de las compañías que venden a minoristas en el extranjero. Las acciones de los inversionistas muestran cómo los problemas medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG, su sigla en inglés) están escalando la agenda empresarial en Brasil.
“La conciencia acerca de los problemas medioambientales ha aumentado mucho”, indicó Marcelo Seraphim, encargado de Brasil en Principios para la Inversión Responsable (PRI, su sigla en inglés), una red internacional de inversionistas que se autodescribe como la principal proponente de las inversiones responsables.
“Se ha convertido en una cuestión de supervivencia en el mercado global. Es difícil sobrevivir si no estás considerando los problemas de ESG”. El PRI cuenta con casi 60 empresas brasileñas entre sus signatarios. Los principios comprometen a las empresas a seguir un código de prácticas y a someter informes anuales acerca de sus esfuerzos por cumplir con los principios ESG.
Peter Taylor -jefe de valores de renta variable de Brasil, con sede en Sao Paulo, de Aberdeen Standard Investments, que gestiona fondos de US$ 6 mil millones en el país- ha comentado que los inversionistas locales históricamente se habían centrado en la gobernanza más que en las cuestiones medioambientales y sociales, pero que esto estaba empezando a cambiar.
“La retórica acerca de los factores ESG ha crecido más rápidamente que la realidad”, indicó Taylor. “Pero la realidad también ha crecido y se está trabajando mucho más que en el pasado en asuntos ambientales y sociales”, agregó.
Preocupación medioambiental
Al igual que otros inversionistas en Brasil, Taylor señala que los problemas medioambientales relacionados con los valores son específicos de los sectores industriales y de las compañías involucradas.
“Estás hablando de compañías de proteínas, de carne, principalmente de ganado vacuno y de carne de res”, explicó Taylor. “No existe un fuerte ángulo amazónico en relación con la cría de pollos y de cerdos, pero sí existe en el caso del ganado”.
Sin embargo, existen límites a lo que la inversión ética puede lograr en la región amazónica. Un gran problema es que la mayor parte de la deforestación es realizada por grupos criminales, algunos con vínculos con madereros ilegales o con narcotraficantes. La tierra despejada es utilizada por ganaderos o por mineros ilegales y todos están operando sin ser percibidos por los inversionistas internacionales.
“Lo que está sucediendo en el Amazonas no es, según nuestro conocimiento, causado directamente por compañías responsables o incluso por compañías que cotizan en bolsa”, señaló Jeanett Bergan, directora de inversión responsable en el fondo de pensiones KLP, el mayor proveedor de pensiones de Noruega.
“Hemos hablado con las compañías internacionales en las que invertimos, que están expuestas principalmente al comercio, al uso o al financiamiento del ganado y de la soya del Amazonas. Están tratando de participar y de tomar medidas para no contribuir a la deforestación. Lo que sucede en el Amazonas se debe principalmente a las actividades ilegales”, explicó Bergan.
Esto crea un problema para las compañías que están tratando de seguir principios éticos. El riesgo de que las pieles de ganado criado ilegalmente pueda terminar en la cadena de suministro de un minorista, tal vez vendidas por comerciantes inescrupulosos, es lo que provocó las proscripciones preventivas por parte de compañías como H&M y el grupo estadounidense de ropa VF Corporation, que posee marcas como North Face, Vans y Timberland.
Bergan ha explicado que el fondo de pensiones noruego de US$ 80 mil millones, que pone en una lista negra a las firmas que violan sus pautas éticas, habla con muchas de las compañías en las que está invirtiendo acerca de la gestión de la cadena de suministro: “Hacemos preguntas y las hacemos responsables”, indicó.
JBS, el grupo de empacadoras cárnicas de Brasil, está en la lista negra, aunque Bergan ha dicho que la razón principal es el riesgo de corrupción (un ejecutivo de JBS ha testificado que la compañía sobornó a más de 1.800 políticos durante un período de muchos años). La empresa minera Vale también ha sido rechazada después de una serie de accidentes, incluyendo el colapso de la presa Brumadinho en el que murieron casi 300 personas.
A pesar de la presión internacional para que las compañías brasileñas cumplan con los estándares ambientales reconocidos a nivel mundial, no todos los grupos empresariales del país han escuchado el mensaje. Un destacado lobbista empresarial brasileño todavía ha insistido en privado en que las campañas ambientales en contra de la deforestación amazónica constituían un “acto de infamia contra Brasil” perpetrado por extranjeros. “Todo es mentira”, dijo enfurecido.