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Washington bajo sospecha de pasar por encima del libre mercado

No es tan simple como dicen los críticos, pero hemos vivido un capítulo extraordinario de intervención gubernamental en los mercados.

Por: | Publicado: Lunes 27 de abril de 2015 a las 04:00 hrs.
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Por tom braithwaite

Los mercados libres de Estados Unidos están siendo distorsionados por el gobierno, lo que está pisoteando a los inversionistas. Esa es la carga. Las pruebas son AIG, Chrysler, Fannie Mae y Freddie Mac; a lo que la fiscalía podría añadir General Electric, donde ha salido a la luz nueva evidencia.
No es tan simple como dicen los críticos, por supuesto, pero es cierto que hemos vivido un capítulo extraordinario de intervención gubernamental en los mercados. Ocurrió por lo general -pero quizás no siempre- con la mejor de las intenciones, apoyada por la ley, y tuvo un gran impacto que será sentido por años.
La semana pasada, Hank Greenberg estaba en el tribunal para los argumentos finales en el caso que sostiene que él, como ex presidente y mayor accionista de AIG, fue castigado injustamente cuando el gobierno salvó a la aseguradora en crisis a cambio de una participación del 92%. Los expertos legales predijeron que podría ganar y los analistas han advertido que las acciones de AIG podrían caer si los accionistas actuales tienen que compensarle.
AIG se dirigía a la quiebra debido a su desastrosa suscripción de seguro sobre instrumentos financieros cuando la Reserva Federal intervino con un rescate por US$ 182 mil millones. El gobierno se hizo con una gran participación a cambio.
Hay un precedente para que tenga derecho a hacerlo. Si el juez decide lo contrario, el gobierno apelará. Incluso si el tribunal falla a favor de Greenberg se decidirá qué compensación adeudan los accionistas; es difícil verla como algo diferente a cero teniendo en cuenta que la empresa acumuló
US$ 18 mil millones en pérdidas en tres trimestres y sus acciones cayeron 80% en 2008 antes del rescate de septiembre.
Chrysler, según muchos en Wall Street, es el pecado original de la administración del presidente estadounidense Barack Obama. Se hizo caso omiso a la orden establecida por los acreedores dando prioridad a compinches sindicales de la Casa Blanca sobre los tenedores de bonos.
En el camino, el propio presidente había calificado a los recalcitrantes acreedores de fondos de cobertura como "especuladores" sin principios. Pero los abogados de quiebras dicen que no había nada malo en la forma en que el gobierno -como el único proveedor de financiamiento para la bancarrota del fabricante de automóviles- negoció el acuerdo, que fue bendecido por un juez. ¿Es justo que el presidente dijera cosas crueles?
Incluso las cortes capitalistas más rojas logran acuerdos con los trabajadores, ya que tienden a ser mejor que los tenedores de bonos construyendo automóviles.


Fannie Mae y Freddie Mac es un caso más difícil para el gobierno. En 2012, el gobierno de Obama, sin previo aviso, cambió los términos del rescate de 2008 para "barrer" las ganancias hacia el erario público, perjudicando a los accionistas.


Es cierto, esos accionistas habían cosechado durante años los beneficios de un esquema de dudosa construcción apoyado por garantías gubernamentales implícitas. Pero es difícil argumentar que las maquinaciones de medianoche del Tesoro no sean reprochables.


El gobierno podría haber optado por reestructurar las empresas debidamente y acabar con los accionistas, pero eso podría haber supuesto la consolidación de US$ 5 billones de deuda en el balance del gobierno.
La prueba final es General Electric, donde la participación del gobierno es más insidiosa. No hubo incautación de acciones, pero hubo US$ 130 mil millones en garantías de préstamos cuando el gobierno salvó GE Capital.


La mano dura del gobierno ha estado distorsionando GE desde entonces. Para escapar de un nuevo régimen de supervisión gubernamental, GE ha dicho que venderá la mayoría de GE Capital. Los inversionistas respondieron elevando las acciones 10% en una sesión. Como era de esperar, esta vez no se escucharon muchas quejas.


Se trataba de cómo la amenaza de la supervisión del gobierno alentó a GE a tomar una medida que es buena para los accionistas y buena para el sistema financiero. Un gran banco en las sombras está desapareciendo.
Pero GE Capital es, como los ejemplos previos, una historia sobre el poder del gobierno y no necesariamente para bien. Esos activos irán a alguna parte -a Wells Fargo, por ejemplo, haciendo un banco más grande- o a otros bancos en las sombras más pequeños a cargo de fondos no regulados como Blackstone o Apollo.


Habrá un proveedor menos de crédito. Y no importa que 40.000 puestos de trabajo estén en juego. Otros temerán por sus puestos de trabajo, olvidados en el alboroto que rodea el último desmembramiento provocado por el gobierno.

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