Las principales centrales sindicales de Brasil expresaron hoy su
"desilusión" con el nuevo salario mínimo fijado por el presidente, Luiz
Inácio Lula da Silva, en uno de sus últimos actos de Gobierno.
"Lamento esta decisión del presidente Lula, un ex sindicalista que
negoció con los sindicatos durante los ocho años de su Gobierno y que el
último día se olvidó de negociar", declaró el presidente de la central
obrera Fuerza Sindical, Paulo Pereira da Silva.
Lula, quien
concluye hoy su mandato y mañana le traspasará el cargo a la presidenta
electa, Dilma Rousseff, estableció el nuevo salario mínimo en 540 reales
(US$ 317) en un decreto que firmó la noche de este jueves.
Eso supone un aumento del 5,88%, por debajo de 6,47% con que el propio Gobierno calcula que cerrará la inflación este año.
Los sindicatos
exigían que el nuevo salario mínimo que entrará en vigor mañana fuese
fijado al menos en 580 reales (US$ 341), a fin de que contemplase la
inflación prevista para 2010.
En caso de que los sindicatos
logren imponer su posición en el Congreso, la decisión final en relación
a una posible revisión del salario mínimo quedaría en manos de Dilma
Rousseff, quien incluso podría vetar una eventual decisión
parlamentaria.
Rousseff no se ha pronunciado en relación a ese
asunto, pero el actual ministro de Hacienda, Guido Mantega, quien
continuará en su cargo, ha anunciado que el nuevo Gobierno impondrá
fuertes recortes en el gasto público, lo que podría significar que no
aceptará un aumento del salario más allá de lo aprobado por Lula.