Por Marco Fajardo
La economía brasileña muestra señales de enfriamiento, con una ralentización del crecimiento que sin embargo aún no impacta en un desempleo que se mantiene bajo.
En el frente externo, la desaceleración de China ha bajado el precio de las commodities y al igual que el resto de los mercados emergentes Brasil sufre una salida de capital, en busca de valores más seguros como el dólar y el oro en medio del temor a una recesión en Europa y EEUU.
A nivel interno, la inflación sigue por encima de la meta oficial y presiona los salarios, lo que encarece la mano de obra y afecta la competitividad de la industria.
Cifras oficiales indican que las ventas minoristas cayeron en agosto a su peor nivel desde marzo de 2009, mientras la producción industrial registró su tercera caída en cinco meses. La confianza empresarial y el índice de compra de manufactura cayeron a su punto más bajo en dos años.
A esto se suma que el precio del mineral de hierro, la principal exportación del país, ha caído un 18% desde comienzos de septiembre debido al debilitamiento de la demanda china.
El índice de actividad económica, un indicador del PIB, cedió un 0,53% en agosto, la peor caída desde la crisis financiera global de 2008. The Economist Intelligence Unit (EIU) espera que este año Brasil se expanda un 3,6% este año, la mitad del 7,5% de 2010, que fue la mayor cifra en dos décadas, aunque anticipa un promedio de 4,46% en el periodo 2012-2016.
Otro problema es la inflación. El objetivo del Banco Central es que sea alrededor de 4,5%, con un margen de dos puntos porcentuales hacia arriba y abajo, pero ha subido constantemente desde el 4,44% de agosto del año pasado hasta el máximo récord de 7,33% en septiembre, aunque bajó a 6,95% en octubre.
Asimismo, los préstamos vigentes subieron a 19,4% en agosto.
El índice Bovespa, por su parte, ha perdido un 18% en término de dólares desde fines de julio, más que el índice de los mercados emergentes MSCI, aunque el dólar se ha mantenido durante dos años en alrededor de los 1,7 reales.
Señales de esperanza
Estas cifran contrastan con el desempleo y la inversión extranjera directa.
El primer índice se mantiene en 6%, en comparación al 6,7% de 2010. El mes pasado se crearon uno 209.000 empleos formales, más que los 169.000 anticipados por un sondeo de Bloomberg, y por sobre los 190.000 de agosto. Además EIU espera que el desempleo siga cayendo hasta un 3,9% en 2016.
Asimismo, los inversionistas parecen seguir confiando en Brasil. La inversión extranjera directa llegó a un récord de US$ 50.000 millones en los primeros 9 meses de 2011, un 123% más que en el mismo periodo de 2010, y se espera alcance US% 60.000 millones en todo 2011, según el Banco Central.
¿Burbuja inmobiliaria?
Más controvertida es la situación en el mercado inmobiliario, donde algunos temen la formación de una burbuja.
Según el Wall Street Journal, el año pasado los préstamos hipotecarios totalizaron US$ 30.750 millones, frente a los US$ 1.080 millones de hace apenas 10 años. El inversionista Paul Marshall advirtió en febrero en un artículo en el “Financial Times” que el país podría encaminarse a una crisis “subprime”, como la sufrida por EEUU.
Sin embargo, Fernando Nogueira da Costa, ex funcionario de la Caja Económica Federal, entidad que otorga el 70% de los créditos hipotecarios del país, rechaza esta posibilidad. Citado en el sitio de negocios Latin Business Chronicle señala que el crédito habitacional corresponde al 14% del PIB, frente al 60% de España, lo que en su opinión es un indicador de que el crédito tiene baja penetración en el país. Agregó que las altas tasas de interés de Brasil impedirán que los créditos se disparen como en EEUU, donde eran extremadamente bajas.
Cinco ministros renunciaron por corrupción
Si la economía muestra señales preocupantes, la política no se queda atrás. Varios escándalos de corrupción han afectado al gobierno, aunque la mandataria Dilma Rousseff mantiene una alta aprobación tras prometer ser menos tolerante con el flagelo que su antecesor.
Desde junio, Rousseff ha perdido a cinco de sus ministros. Primero fue el jefe de gabinete, Antonio Palocci, que ese mes se fue acusado de un rápido enriquecimiento sin explicación. En julio fue el turno de Alfredo Nascimento, el ministro de Transporte, cuyos asesores supuestamente cobraban un porcentaje por contratos de infraestructura. En agosto le tocó al titular de Agricultura, Wagner Rossi, también por el presunto pedido de comisiones por asignar una licitación, y en septiembre a Pedro Novais, ministro de Turismo, que aparentemente usó dinero público para contratar a un chofer y una empleada doméstica para su mujer mientras era congresista.
El último episodio fue la salida del ministro de Deportes, Orlando Silva, que perdió el cargo luego que la revista “Veja” denunciara que desvió más de US$ 23 millones de un programa oficial.
El analista David Fleischer de la Universidad de Brasilia señaló a Bloomberg que Silva es ejemplo de la herencia que Lula le dejó a Rousseff, y que ahora tendrá la posibilidad de designar “paso a paso” en el gabinete a su propia gente.
“Probablemente habrá más limpieza de la casa en noviembre y diciembre”, aseguró Fleischer. “Hay otros en la línea de fuego, incluido el ministro del Trabajo (Carlos Lupi) y de Ciudades (Mario Negromonte)”.