Las cartas están echadas. Quedan sólo seis días para que Estados Unidos alcance el tope legal para su deuda pública de US$ 14,3 billones (millones de millones), el 2 de agosto, y entonces, la mayor economía mundial podría caer en default, enviando al resto del planeta a un shock incluso más profundo que la última crisis financiera de 2008.
Republicanos y Demócratas no han logrado ponerse de acuerdo sobre un plan para elevar el techo de la deuda y aunque los parlamentarios de ambos partidos trabajaban ayer a toda máquina buscando apoyo para sus propuestas, ninguno tendría todavía suficiente respaldo para romper el estancamiento y evitar una inminente crisis.
Voto a voto
El líder demócrata en el Senado, Harry Reid, aseguró ayer que ha discutido su propuesta con las agencias calificadoras y que las entidades le han dado señales de que su plan evitaría un default. La iniciativa de los Republicanos, en cambio, “no le da alternativa a las agencias más que rebajar la calificación de EEUU” porque eleva el tope de la deuda en dos tramos, de los cuales el segundo tendrá que ser votado dentro de seis meses, por lo que se mantendrá la incertidumbre.
Reid dijo que su propuesta podría ser votada en el Senado “pronto”, pero su proyecto requiere el apoyo de al menos algunos republicanos para alcanzar los 60 votos que evitan el “filibustere”, como se denomina un resquicio legislativo usado para bloquear indefinidamente proyectos legislativos. Y el senador republicano Bob Corker dijo ayer que duda de que Reid tenga suficientes votos.
Pero el presidente republicano de la Cámara, John Boehner, tampoco está más cerca de lograrlo y también necesitaría conquistar algunos votos demócratas. Su partido está en minoría en el Senado, y los republicanos más conservadores que se oponen a subir la deuda o que exigen recortes más profundos del gasto podrían socavar el respaldo para su propuesta incluso dentro de su propio partido. “Existe un significativo grupo que tiene verdaderos problemas con esta ley”, dijo a Bloomberg el representante republicano Jim Jordan.
Aunque el plan de Boehner fuera aprobado en el Senado, no tiene posibilidades de éxito en la Cámara, de mayoría demócrata, y en el remoto caso de que sobreviviera a ambos trámites, el presidente Obama ya prometió que lo vetará. “El presidente ha dejado muy claro que considera eso inaceptable”, dijo Gene Sperling, director del consejo económico de la Casa Blanca.
Impacto en la economía
Incluso si se evita el default, una probabilidad que aumenta cada día, las agencias calificadoras han advertido que EEUU podría perder su preciada nota de crédito AAA, la más alta del escalafón.
Si eso ocurre, Standard & Poor’s calcula que el costo de financiamiento de EEUU podría subir hasta un punto porcentual, y que a su vez esto podría reducir el crecimiento del PIB en 0,18 punto porcentual. Aunque puesto así no parece mucho, eso equivale a US$ 27.400 millones.
La subsecretaria del Trabajo, Phyllis Borzi, testificó ayer ante un panel en Washington. La funcionaria alertó que una rebaja en la calificación tendría efectos “extremadamente negativos” sobre los fondos de pensiones, ya que muchos de ellos están obligados por ley a invertir en activos AAA y se podrían ver obligados a liquidar sus posiciones, con una fuerte pérdida.
Bajo este nuevo escenario, bancos como Goldman Sachs, JPMorgan Chase y Bank of America, han recortado sus proyecciones para el PIB del tercer trimestre, desde el máximo de 3,25% que esperaban antes, a tan sólo 2,5% ahora.