Diciembre podría ser el mes del alza. La señal vino desde Nagoya, donde el gobernador del Banco de Japón (BoJ), Kazuo Ueda, entregó un mensaje claro: si las proyecciones de inflación y actividad se mantienen, el banco central está preparado para volver a subir las tasas de interés en diciembre.
Tras los dichos de Ueda, el impacto no tardó en sentirse. El rendimiento del bono japonés a 10 años -referencia del mercado local- se disparó a 1,88%, su nivel más alto en 17 años, mientras que los papeles a dos años alcanzaron un 1%, algo inédito desde el colapso financiero global. La liquidación de los Bonos del Gobierno de Japón (JGB, su sigla en inglés) arrastró a bonos soberanos de todo el mundo y alimentó un episodio de “riesgo fuera” que incluso empujó al bitcoin a caer más de 5%.
La renovada especulación sobre un posible aumento de tipos por parte del ente emisor impulsó las acciones de los principales bancos de ese país. Las acciones de MUFG, el mayor banco de la nación, subieron 2,5 % este martes, mientras que las de su rival más cercano, SMFG, cerraron la jornada con un alza de 3%.
Pero la mayor preocupación no vino del precio de los bonos, sino del yen. La moneda japonesa se mantuvo débil frente al dólar, pese al alza de los rendimientos y a la expectativa de un ajuste monetario.
Para los analistas, este contexto propicia la posibilidad de que los inversionistas japoneses, como fondos, aseguradoras y bancos, traigan de vuelta el dinero que hoy tienen invertido en bonos extranjeros. Incluso el propio Gobierno podría vender bonos en dólares para defender al yen. Japón es el país con más reservas internacionales del mundo.
Tanto la repatriación de capitales como una defensiva contra la divisa estadounidense, podrían significar menos demanda por deuda global, lo que empuja las tasas globales al alza y genera dudas sobre si las estrategias de carry trade pueden seguir funcionando.
¿Peligra el carry trade?
La estrategia de obtener préstamos en yenes a bajo precio para financiar inversiones en otros activos, conocida como Carry Trade, y que parece tener mejor cabida en el país nipón, está en la mira: esta operación funciona mientras exista una brecha entre las tasas de interés entre Japón y Estados Unidos.
Actualmente la diferencia de tasas entre ambos países ronda el 3,5%. Por lo que una de las miradas importantes será si Tokio sube las tasas y Washington las baja en la próxima reunión de la Reserva Federal.
El analista head of research de XTB Latam, Ignacio Mieres explicó: “Principalmente veremos una mayor volatilidad en el dólar y en los activos estadounidenses, pero, dependiendo de la magnitud con que se deshaga el carry trade financiado en yenes, el efecto puede extenderse a otros mercados, elevando las primas por riesgo y reforzando el sentimiento de aversión al riesgo a nivel global”.
En ese sentido, el expertoseñaló que serán claves: la curva de rendimientos en Japón y Estados Unidos, el tipo de cambio dólar/yen, los flujos hacia fondos emergentes, así como los diferenciales de crédito soberano y corporativo.
Y agregó: “A nivel regional y local, esto puede traducirse en mayor volatilidad del tipo de cambio presiones alcistas sobre las tasas de deuda soberana y corporativa, ampliación de diferenciales de crédito y ventanas de financiamiento externo más acotadas, en un entorno en que los inversionistas exigirán una mayor compensación por mantener exposición a activos de riesgo en la región”.