El aumento del costo de la deuda a 30 años en Estados Unidos, Japón, Reino Unido y Francia empieza a poner nerviosos a los inversionistas y a trasladarse a otros activos como pasó el lunes con la caída de las bolsas.
¿Por qué los vigilantes de los bonos están exigiendo una mayor rentabilidad en la deuda a larguísimo plazo de distintas jurisdicciones?
Existe un denominador común: son países con mucha deuda pública y con fuerte inestabilidad política por el avance de tendencias populistas. En Estados Unidos ya gobierna Donald Trump; el actual Ejecutivo francés está a punto de caer; la coalición japonesa acaba de perder su mayoría en el Senado; y en Reino Unido un partido de extrema derecha lidera las encuestas.
Como está demostrando Trump con su presión a la Fed, una de las estrategias de este tipo de políticos es tratar de influir en los bancos centrales para que bajen los tipos de interés.
Esto puede estimular el crecimiento inicialmente, pero a largo plazo puede llevar a más inflación y obligar a fuertes subidas de tipos, temen los inversores. De ahí el repunte del costo de la deuda a 30 años y en menor medida, a 10 años.
"Aunque en un mercado ordenado, estamos viendo un círculo vicioso en cámara lenta: la mayor preocupación por la deuda eleva las rentabilidades, lo que a su vez empeora la dinámica fiscal, lo que hace subir más el costo", explica Jim Reid, de Deutsche Bank.
Nadie está a salvo
Nadie parece a salvo. Société Générale dijo esta semana en un informe que "la independencia de la política monetaria afronta un gran desafío, no solo en Estados Unidos, por el populismo político y la creciente presión fiscal". Esa tensión también se vivirá en Europa, señala el banco francés, ya que podría ponerse en cuestión el objetivo de inflación del 2% del BCE. Incluso la deuda alemana se está encareciendo.
"El BCE necesita prepararse para una era de déficits fiscales estructuralmente más elevados, lo que probablemente va a generar presión para mantener los tipos, incluidos los de largo plazo, tan bajos como sea posible", argumenta Société.
El problema para la Bolsa, especialmente en EEUU y sus tecnológicas, es que las elevadas valoraciones necesitan unas bajas tasas de descuento. Por tanto, si no se calman los vigilantes de la deuda -quizá con algún tipo de intervención o mensaje de los propios bancos centrales, o bien con una marcha atrás de los propios políticos-, puede agudizarse la corrección bursátil.