360°

La concentración de poder en Silicon Valley

El oligopolio está surgiendo como el gran desafío económico y político de nuestro tiempo.

Por: Rana Foroohar, Financial Times | Publicado: Miércoles 25 de julio de 2018 a las 04:00 hrs.
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Las multas siguen creciendo, y las compañías también. La impresionante sanción antimonopolio de la Unión Europea de poco más de US$ 5 mil millones en contra de Google, por abusar de su poder en el mercado de la telefonía móvil, fue casi el doble de lo que se le cobró a el año pasado por favorecer los resultados de búsqueda de su servicio de compras frente a sus competidores.

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En ambos casos, la cuestión central fue la forma en que Google usa el poder de su enorme ecosistema -tiene alrededor de 90% de los principales mercados de búsqueda de la UE y su software Android se utiliza en más de 80% de los teléfonos inteligentes del mundo- para eliminar su competencia.

Google está apelando a esta última sanción, y presentará argumentos técnicos, con diversos grados de mérito, para demostrar que no es un monopolio. Pero el caso también arroja una luz incómoda sobre la concentración de poder en un pequeño grupo de empresas. El oligopolio que ha resultado es el gran desafío económico y político de nuestro tiempo.

Varias investigaciones publicadas en los últimos años muestran que las tasas de concentración y las ganancias han aumentado en la mayoría de las industrias de EEUU desde 1990. Jason Furman, exdirector del Consejo de Asesores Económicos, dijo que este fenómeno podría indicar el surgimiento de barreras de entrada a algunos mercados.

El académico David Autor ha relacionado la misma consolidación con una disminución en la participación de los trabajadores en la economía estadounidense. También hay evidencia de que un pequeño grupo de compañías “superestrella” está superando a las demás empresas, no sólo en términos de ganancias sino también de productividad.

Los investigadores están ocupados investigando las causas de esta centralización del poder. Sugieren que el cambio de una economía “tangible”, basada en bienes físicos, a una basada más en intangibles, como la propiedad intelectual, las ideas y los datos, ha acelerado la tendencia de la concentración.

Facebook, Apple, Amazon, Netflix y Google, conocidos colectivamente como las FAANG, son un claro ejemplo de cómo el efecto de la red respalda a los grupos dominantes y les permite compartimentar y aislar a los usuarios y sus datos. La afirmación de Google de que “la competencia está a sólo un clic de distancia” es una promesa hueca; si por alguna razón el sitio se cayera, nuestra reacción probablemente sería tomar un descanso y esperar a que el sitio volviera a funcionar, no buscar un competidor.

Otra causa de la concentración del poder corporativo es la “captura política”. EEUU desarrolló la política antimonopolio moderna y siempre crítica a la antigua Europa “estatista”. Pero un estudio de los académicos Germán Gutiérrez y Thomas Philippon muestra que los mercados de la UE son, de hecho, más competitivos. Tienen niveles más bajos de concentración, menos beneficios extraordinarios y menos barreras regulatorias a la entrada.

El estudio revela que el creciente lobby político en EEUU es la razón clave por la que los niveles de concentración entre las dos regiones han divergido desde 1990.

Esto sirve como un claro contrapunto al argumento utilizado a menudo en Silicon Valley de que los europeos no tienen un “gigante” de Internet porque simplemente no son innovadores. Al parecer, los grupos tecnológicos estadounidenses han olvidado que fue un científico informático británico, Tim Berners-Lee, quien inventó la red informática mundial (www, por sus siglas en inglés) mientras trabajaba en Cern, el laboratorio europeo de investigación en física.

El hecho de que Margrethe Vestager, la comisaria de competencia de la UE, no se haya visto intimidada por los recientes esfuerzos de lobby de Google para cambiar las leyes de derechos de autor en Bruselas, es un gran punto a su favor.

Muchos críticos creen que el comportamiento actual de Google es similar al de Microsoft. Los reguladores en ambos lados del Atlántico necesitan lidiar con esta situación.

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