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Los temores que subyacen a la presidencia de Larraín en la UDI

Genera incertidumbre en el partido desconocer hasta qué punto el senador está dispuesto a ceder por alcanzar acuerdos.

Por: Claudia Rivas Arenas | Publicado: Jueves 16 de abril de 2015 a las 04:00 hrs.
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El nuevo timonel gremialista, senador Hernán Larraín, tuvo que reaccionar rápidamente para frenar la renuncia del alcalde de Las Condes Francisco de la Maza a su militancia en el gremialismo. Es que no se habría visto bien iniciar su mandato de 14 meses con una señal tan dura de reprobación. Sobre todo si se considera que en las filas de la UDI nadie quedó totalmente contento con la asunción del parlamentario y la unidad a la que tanto apelan los máximos dirigentes, por el momento al menos, es sólo superficial.

Tras la difícil negociación del viernes pasado, la pequeña disidencia no quedó del todo conforme con la construcción final de la mesa directiva, pero sorprendentemente tampoco el sector más cercano a Ernesto Silva, Javier Macaya y Jovino Novoa.

Entre los primeros no dejó de sorprender que Larraín, el promotor de la transparencia y la probidad al interior de la UDI, asumiera con el mismo discurso enarbolado por Silva, y a quien su estrategia de defensa corporativa le costó el cargo.

Para los segundos, en tanto, la nueva mesa es tan débil que el senador tiene todo el poder, sin ningún contrapeso. Pese a que a última hora del viernes Macaya hubiera cedido, incorporándose de mala gana a una vicepresidencia.

De hecho una de las características que más admira el mundo político oficialista en Larraín es, paradojalmente, la que preocupa respecto de su gestión en la UDI. Se trata de la reconocida capacidad de dialogar y buscar consensos la que podría llevar al timonel gremialista a aceptar proyectos –advierten en el gremialismo- que no vayan en la línea doctrinaria del partido.

Para graficar esta preocupación, un consejero recuerda el interés mostrado por el parlamentario de avanzar en las modificaciones al sistema binominal, intentando buscar un acuerdo con el gobierno, a lo que se opuso la línea más dura del partido, lo que finalmente dejó a la UDI fuera del pacto sellado por La Moneda. Con todo, hasta el día de hoy Larraín sostiene que de haber avanzado en las negociaciones con el gobierno, la UDI habría podido impedir que finalmente se aprobara el proyecto que cambió el sistema electoral binominal, y en que la derecha, a juicio del sector, resulta perjudicada.

En el actual escenario genera incertidumbre al interior de la casona de calle Suecia saber hasta qué punto podría ceder el senador Larraín en su afán por los acuerdos, por un lado.

Por otra parte, también inquieta que bajo su mandato se siga manteniendo la doctrina de la presunción de inocencia respecto de los militantes involucrados en irregularidades y que haya que esperar el pronunciamiento de la Justicia para sancionarlos internamente, porque quienes se niegan a esa postura insisten en que entre más se mantenga, más se perjudicará la imagen del partido.

Esta última situación preocupa particularmente dada la proximidad de las elecciones municipales. Así, la UDI aún no retoma un proceso de normalidad a pesar de la nueva directiva.

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