Economía y Política

El Banco Central está apostando a la productividad

Vladimir Werning, Director Ejecutivo J.P. Morgan.

Por: | Publicado: Miércoles 3 de abril de 2013 a las 05:00 hrs.
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Imagen foto_00000001La decisión del Banco Central de mantener sin cambios la política monetaria y cambiaria durante más de un año ha dado muy buenos frutos. Es cierto que a lo largo del último año los pronósticos económicos oficiales han sufrido importantes correcciones.

Pero la dirección de los desvíos con respecto a la coyuntura -caracterizado por mayor dinamismo de la actividad y menor presión inflacionaria- refuerzan las virtudes de haber optado por la ‘inacción’. El último Informe de Política Monetaria (IPoM) reafirma la convicción de la autoridad monetaria por continuar la política de ‘esperar y observar’ que ha marcado un contraste con la preferencia de Hacienda por mayor acción, particularmente en materia cambiaria. 


Las proyecciones que presenta el BC para este año describen lo que los economistas llaman un ‘estado estacionario’: actividad (en un rango centrado en 5%) en su potencial e inflación (en 2,8%) alineándose con la meta (3%). Nuestros estimados -5,5% para la actividad y 3,2% para la inflación-son moderadamente mayores. Resulta interesante que, al describir los riesgos alrededor de su escenario central, la autoridad revele que está siguiendo muy de cerca otras variables que lo podrían inducir a tomar medidas como subir la tasa de interés, intervenir el mercado cambiario, promover las llamadas medidas ‘macroprudenciales’.


Esto se percibe en el énfasis del IPoM en el monitoreo de la evolución del déficit de cuenta corriente y la calidad de su financiamiento, el nivel del tipo de cambio real y su relación con los fundamentos económicos, y el ritmo de expansión del crédito al consumo e inmobiliario. Dichas variables -aún en ausencia de presiones inflacionarias- pueden ofrecer valiosas señales de alerta temprana frente al riesgo de un sobrecalentamiento económico.


El BC reconoce que la baja inflación refleja parcialmente el beneficio de factores temporarios. Pero a la hora de las definiciones importantes confirma que está dispuesto a apostar a favor de que la productividad de la economía chilena resultará sostenible. Sabemos de los peligros que puede generar la confianza desmedida de la autoridad monetaria en la productividad como sustento de expectativas de crecimiento alto con inflación baja. La última crisis financiera de EEUU se encargó de desnudarlos.


El IPoM ofrece un diagnostico mejor fundamentado para esta apuesta al enfatizar la baja dependencia en el endeudamiento y mayor protagonismo de la inversión productiva en el ciclo chileno. Pero también es cierto que las sorpresas inflacionarias se vienen extendiendo con mayor frecuencia en América Latina.

En vista de la prudencia que caracteriza la política monetaria chilena -y a medida que los riesgos sobre la cuenta corriente, el tipo de cambio y el crédito al consumo excedan los niveles de tolerancia que hoy marca el IPOM- sería de esperar que en la segunda mitad del año aumente la predisposición del Banco Central hacia las alzas moderadas de tasa, intervenciones cambiarias y medidas macroprudenciales.

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