Economía y Política

El gobierno endurece su línea en un intento por reencantar a sus partidarios

Las propuestas para resguardar el orden público, como la firmeza en la mesa de diálogo, son parte de un diseño tendiente a impedir la creciente desafección de la derecha con el gobierno.

Por: | Publicado: Sábado 8 de octubre de 2011 a las 05:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

Por Blanca Arthur



Cuando algunos dirigentes estudiantiles dieron los primeros indicios de que estaban dispuestos a pararse de la mesa, no encontraron la disposición del ministro de Educación, Felipe Bulnes, a ceder más de lo que había propuesto para impedir la ruptura del diálogo.

Por el contrario, en el encuentro en que se había definido tratar el tema de la gratuidad, éste no modificó un ápice la postura definida por el gobierno, en el sentido de que la educación podía ser gratuita para los sectores más pobres, pero en ningún caso para los ricos.

Mostrando firmeza en ese planteamiento -que de hecho había fijado públicamente el propio presidente Sebastián Piñera en sus últimos discursos- el ministro aceptó que los estudiantes abandonaran la instancia de trabajo.

Como era esperable, Bulnes no dio por concluido el diálogo, manifestando incluso su disposición a continuarlo, pero la actitud asumida el miércoles, marca una clara diferencia en la forma de encarar el conflicto estudiantil, lo mismo que la negativa de la Intendencia para autorizar la marcha de este jueves por los lugares que pedían los estudiantes.

Es que ambas decisiones, sumadas a la propuesta de combatir con más firmeza el orden público, se enmarcan en el último diseño del gobierno para enfrentar el problema de la falta de respaldo en la ciudadanía, donde su principal apuesta es tratar de impedir que continúe la desafección de sus propios partidarios.

Mirando a su sector

En La Moneda existe no sólo conciencia, sino inquietud, por el creciente desencanto de ese sector que debería constituir su base de sustento, lo que se ha traducido en que las cifras de aprobación distan con creces, no sólo de ese poco más del 50% que que eligió al gobierno, sino que ni siquiera se acercan al piso tradicional de la derecha.

En los análisis de palacio existe claridad de que las críticas no sólo apuntan a la conducción del conflicto estudiantil, sino que se extienden a la línea general que marca su agenda, centrada en temas como la igualdad, en lugar del crecimiento, con los que no se sienten interpretados sus partidarios.

Pero en parte, porque los cuestionamientos de los sectores más liberales o de los empresarios no le preocupan al propio presidente Piñera, sino por considerar que el problema más apremiante es la falta de autoridad de la que acusan al gobierno para encarar la situación con los estudiantes, la opción fue apuntar en esa línea.

Con antecedentes que constatan que decisiones como las del alcalde de Providencia, Cristián Labbé, de cerrar los establecimientos educacionales, tenían más respaldo que la actitud del gobierno, en momentos en que, además, el tema de la delincuencia está lejos de solucionarse, en La Moneda determinaron que, en forma paralela al diálogo, debían mostrarse firmes frente a una materia que es la que identifica, por esencia, a los sectores de derecha.

Eso es lo que explica que, pese a estar en pleno proceso de negociación con los estudiantes, el gobierno sorprendiera con su propuesta de regular los delitos contra el orden público, proponiendo penalizar otras acciones, incluidas las tomas de los establecimientos educacionales.

Como una muestra de que con ello pretendían responder a las demandas de sus partidarios, Piñera se encargó de adelantar su iniciativa en el Consejo General de la UDI el fin de semana, donde el clima estaba marcado -aparte de los aplausos a Labbé- por las duras críticas del senador Jovino Novoa en contra de la conducción del gobierno en el tema estudiantil.

Tal fue el convencimiento de que era una propuesta que debían adoptar, que poco o nada les importó a las autoridades la polémica que generó su anuncio, al punto que aparte de la defensa en bloque del gobierno, en conjunto con los líderes de sus partidos, el propio Presidente salió en su defensa, cuando manifestó que no le temblaría la mano en esta materia.

Es que, de acuerdo a lo que indican en palacio, la determinación es no claudicar en este punto, e incluso se preparan para mantenerse firmes en el debate en el Congreso -donde se mandó el proyecto a trámite con carácter de urgencia- con el supuesto de que mostrarse en contra de los actos de violencia, de los saqueos, o de las agresiones a carabineros, sólo les puede redituar políticamente.

No ceder en lo intransable

Con esta iniciativa, tendiente a responder a las demandas de aquellos sectores de la derecha que lo que menos piden es el ejercicio de la autoridad en el manejo del orden público, la expectativa de las autoridades era que ello le diera un espacio de flexibilidad en el diálogo con los dirigentes estudiantiles, pero sin caer en una actitud de debilidad.

Fue en esa línea que el ministro Bulnes planteó la postura del gobierno la que, además de proponer la congelación de los aranceles, accedía a la gratuidad para el 40% más pobre, mientras se podían buscar fórmulas para el resto -especialmente de los sectores medios- pero sin que ellos quedara circunscrito a las universidades del Consejo de Rectores, sino contemplara también a las privadas y a los Institutos Profesionales, que es donde estudia la inmensa mayoría que no tiene recursos.

En términos de contenido, de acuerdo a lo que indican en La Moneda, el desencuentro se habría producido, precisamente por la insistencia de los dirigentes de gratuidad para todos, aunque sin considerar a los establecimientos que no forman parte del CRUCH. Pero desde el punto de vista político, las autoridades apuntan a que ello se debió a la presión de los grupos más radicales, que justo en estos días han acrecentado su distanciamiento con los representantes del PC o aquellos más moderados por las competencias al interior de las federaciones estudiantiles.

Como la decisión era no ceder, menos en un escenario como ése frente a peticiones que además resultaban completamente intransables, Bulnes no se hizo problema en que los estudiantes dieran por concluido el diálogo.

Esa misma lógica de mostrarse firmes, es la que imperó en la decisión de la Intendencia de no aceptar que la marcha de este jueves partiera en Plaza Italia, con el supuesto que, pese a las críticas de los propios dirigentes estudiantiles o de los opositores, lo importante a estas alturas, era no dar indicios de debilidad.

Expectativas de La Moneda

En ese contexto, la apuesta de las autoridades se basa no sólo en la caída del respaldo a la forma de manifestarse de los estudiantes, sino en que este mismo conflicto les entregaba la oportunidad de rescatar algunos de los principios de la derecha que pudieran poner fin a la desafección de ese sector.

La preocupación se había instalado con fuerza en La Moneda, con resultados en las encuestas donde la popularidad, tanto del presidente Piñera, como del gobierno, iba en una declinación que amenazaba con quedarse en cifras que ni siquiera alcanzaban el umbral del 30%.

Es cierto que percibían, considerando sus propios datos, que la medición de septiembre podía experimentar cierta mejoría -como ocurrió- pero entendían que podía tratarse casi exclusivamente al desempeño en el accidente de Juan Fernández, lo que confirmaba la subida del ministro de Defensa, Andrés Allamand, que en Adimark fue de 20 puntos.

Por eso, ante el temor de que el incremento del mes pasado fuera circunstancial, en palacio se asumió que la única manera para subir el 30% alcanzado, era prioritario tratar de que sus partidarios se sintieran identificados con el gobierno.

Con la decisión de endurecer la postura en un tema especialmente sensible para quienes se supone que deberían respaldar al gobierno, las esperanzas de La Moneda son que a partir de ahora, al menos la tendencia cambie, de manera de llegar a las elecciones municipales con una adhesión que no impida que sus propios candidatos rechacen hacer campaña con el Presidente.

Con este giro en la conducción del conflicto estudiantil, todo indica que la situación podría tender a polarizarse, no sólo en las manifestaciones -lo que se demostró en esta última- sino también en los debates en el Congreso en los temas referidos tanto a la Educación, como en las propuestas sobre orden público.

Pero, al menos por ahora, en palacio indican que no le temen, sino apuntan a que incluso podría resultarles beneficioso, en la medida en que sus partidarios perciban a un gobierno que aparece definido.

Lo más leído