BBVA prevé dilema fiscal en 2018 por baja en recursos de la reforma tributaria
Economista plantea que el PIB crecerá bajo 3% por lo menos hasta 2018 y la inflación tendrá un respiro gracias a una menor presión del tipo de cambio.
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La economía cerró el primer trimestre de este año con un aumento de 1,8%, comparado con igual lapso de 2015. Un resultado que está en línea con la visión de BBVA Research, entidad que en la actualización de sus proyecciones redujo levemente su pronóstico de crecimiento para este ejercicio de 1,8% a 1,7%.
Para 2017, su último Informe de Situación Chile incluyó un ajuste más brusco, con una rebaja de 2,5% a 2,0%. “Nos cuesta encontrar motores para impulsar el crecimiento el próximo año y creemos que es voluntarioso seguir pensando en una tendencia de recuperación cuando no hay antecedentes duros que lo respalden”, explica el economista principal de BBVA, Hermann González.
- ¿Cuáles son esas señales para pensar en una actividad en torno al 2% en 2017?
- Al mirar el catastro de proyectos de inversión ésta se ve plana, el aporte del sector público es muy bajo, las perspectivas del consumo privado indican que va a mantener un bajo crecimiento por el mercado laboral, las confianzas, las condiciones financieras.
- ¿El Fondo de Infraestructura y las medidas de productividad tendrán un efecto en la actividad?
- Son medidas que tendrán un impacto de mediano y largo plazo, y está bien que se piense en esa dirección. Pero, a menos que tengan algún impacto en la confianza de los agentes, no se traducirán en algún efecto concreto a corto plazo. En el mejor de los casos, si no demoran en aprobarse, podrían empezar a tener efecto hacia finales del próximo año.
- ¿Sólo una mejora en el clima de confianza tendría efecto en el corto plazo? ¿Vamos por buen camino?
- El cambio que ha tenido el gobierno en el último tiempo es positivo, de acercarse más al empresariado, de tener mayor comunicación, de cambiar el foco hacia el crecimiento, pero hoy hay que ver si no es demasiado tarde. Si me pregunta si estamos mejor que hace unos años en términos de relación con el empresariado, creo que sí; y eso es bueno para el ánimo, pero hasta ahora no hemos visto ningún efecto concreto de eso, ni en la confianza ni en los planes de inversión.
- La resiliencia del desempleo frente a la desaceleración al parecer se terminó, ¿cuál es su visión?
- El desempleo a nivel nacional va a seguir aumentando toda vez que la economía se mantenga creciendo bajo su potencial (de aquí a 2018). Va a aumentar a niveles sobre 7% durante este invierno y va a promediar más de 7% en 2017, pero tasas de 8% o 9% para este año, nos cuesta verlas. Para eso tendría que haber una debacle macroeconómica muy significativa, como una recesión, lo que no pronosticamos.
- ¿Cómo evolucionará la inflación?
- En el cuatro trimestre de este año la inflación estaría cercana al 3%. Nuestra proyección a diciembre es de 3,2% y vemos la inflación por debajo del 3% todo el 2017. Esto, porque el tipo de cambio ya ha dejado de inyectar inflación y no vemos espacio para depreciaciones importantes (sobre $ 700) que signifiquen una incidencia inflacionaria relevante hacia adelante. Además, con la economía creciendo 1,7% este año, 2% el próximo y el desempleo subiendo, las presiones salariales y de demanda sobre la economía van a ser muy bajas.
- En ese escenario, ¿qué pasará con la política monetaria?
- La tasa de política monetaria se quedará fija en 3,5% este año y el próximo. Tras los últimos datos de empleo, las dudas del Banco Central respecto a las holguras de capacidad van a tender a moderarse, lo que se reflejará en el IPoM de junio donde moverá el sesgo hacia un nivel neutral.
El dilema de la política fiscal
- Con un PIB creciendo en torno al 2% hasta 2018, ¿cómo se visualiza el panorama fiscal?
- Es probable que haya un nuevo ajuste a la baja en los parámetros estructurales (PIB tendencial y precio de referencia del cobre), lo que resta espacio para el crecimiento del gasto a partir de 2017 en adelante, aumentando ese año 3,4% y con un déficit fiscal que se mantiene en torno al 3% del PIB.
- Hasta 2018, el incremento del gasto tiene el “colchón” de la reforma tributaria. ¿Qué pasa después?
- Si no fuera por la recaudación de la reforma tributaria, entre 2016 y 2018 el gasto público crecería entre 1,5% y 2% máximo. O, alternativamente, no podríamos estar convergiendo al balance estructural.
El dilema es que a partir de 2019 en adelante, la reforma tributaria deja de entregar recursos incrementales y nos quedamos en esta realidad: si el gobierno que viene quiere seguir reduciendo el déficit estructural, los espacios de crecimiento para el gasto se acotan significativamente.
- ¿Qué alternativas tendrá el siguiente gobierno ante esto?
- Hay tres posibilidades. La primera, sincerar las expectativas y decir que el gasto no puede seguir creciendo a tasas superiores al 3%, pero es una posibilidad que no es fácil porque podría tener costos políticos.
Segundo, renunciar a la meta de balance estructural, lo que si bien puede generar cuestionamientos, creemos que la sostenibilidad de las finanzas públicas no está en riesgo y podría aguantar algunos años de mantención del déficit estructural.
Y la tercera alternativa es un nuevo aumento de la carga tributaria, que debería tener lugar en 2018. Esas son las posibilidades y la elección dependerá del gobierno.