A tres meses de asumir el nuevo gobierno, el por entonces ministro de Hacienda, Alberto Arenas, mostró sus cartas en materia fiscal. A inicios de junio del año pasado, el ministerio publicó el decreto que establece las bases de la política fiscal para el período 2014-2018, estableciendo que a finales de esta administración se alcanzaría el balance en las cuentas estructurales del Fisco, que al asumir se ubicaba en alrededor de 1% del PIB.
La situación en la época de dicha definición -que se hace al inicio de cada gobierno acorde con la Ley de Responsabilidad Fiscal- era diametralmente distinta a la actual: el gobierno acababa de enviar una reforma tributaria al Congreso que incrementaría en 3 puntos del Producto la recaudación, con expectativas de crecimiento que oscilaban en torno al 3% y 4% para 2014 y este año, respectivamente.
Hoy la situación es distinta: Arenas dejó Teatinos 120 el 11 de mayo y el nuevo titular de las finanzas públicas, Rodrigo Valdés, se ha esmerado en enviar señales de que hay que contener la expansión del gasto para los próximos años en vista del deterioro en las proyecciones de actividad.
Y uno de los últimos guiños de Valdés en este sentido se materializaría con el próximo envío de la Ley de Presupuestos: Hacienda está trabajando en un nuevo decreto de trayectoria fiscal, en cuyo marco -se presume- asumiría que el equilibrio de las cuentas fiscales no se alcanzaría a fines de 2018.
El pasado 22 de julio en el Congreso, Valdés dio las primeras pistas de que la meta de balance se postergaría, señalando ante la comisión del ramo de la Cámara que es incluso partidario de hacer evaluaciones de la trayectoria fiscal "año a año".
Esta sería la segunda vez que un gobierno modifica la trayectoria fiscal comprometida antes del término de su administración. En el gobierno anterior, el entonces ministro de Hacienda, Felipe Larraín, dio dicho paso luego de las conclusiones de la comisión Corbo, pasando desde balance a déficit estructural de 1% del PIB a 2014.
En Teatinos 120 señalan que la idea es publicar el decreto en conjunto con el envío de la Ley de Presupuestos, o sea antes del 30 de septiembre.
La pregunta del millón: ¿En cuánto queda el déficit?
Entre los expertos aplauden que el ministro Valdés "sincere" la situación de las cuentas públicas y eventualmente se abra a no alcanzar la meta fiscal, en medio de la fuerte caída de las expectativas y una rebaja en dos variables fundamentales para equilibrar las cuentas a futuro: el PIB de tendencia, que se redujo de 4,3% a 3,6%; y el precio del cobre de largo plazo, desde US$ 3,07 a US$ 2,98 por unidad.
El economista jefe de Banco Penta, Matías Madrid, estima que en las actuales condiciones el déficit al final de la actual administración sería idéntico al que se registraba al asumir en marzo de 2014: 1% del PIB.
"Lo más probable es que no se alcance la meta. Ya es bastante evidente que eso casi imposible, ya que implicaría una restricción fiscal demasiado importante", asegura.
Punto en el que coincide el socio de Forecast Consultores, Angel Cabrera, quien ve incluso en 1,5% del Producto en saldo negativo estructural de las cuentas del Fisco.
"La probabilidad de llegar a balance el 2018 es virtualmente nula. Yo creo que esto debilitaría la credibilidad de la institucionalidad fiscal, ya que si se puede modificar la trayectoria como se está haciendo, no hay un verdadero compromiso con la meta de equilibrio fiscal", asegura.
El economista de BCI Estudios, Antonio Moncado, ve el saldo negativo en hasta 0,5% del Producto.
"Las implicancias directas de esa decisión serán, probablemente, un incremento en los spreads de la deuda soberana y corporativo que tomen financiamiento en el exterior. Si uno dice que no se alcanzará la meta fiscal, probablemente el financiamiento afuera será más caro", señala.
Cristóbal Gamboni, de BBVA Research, estima que los menores ingresos producto del deterioro de los parámetros estructurales redundarán en un saldo negativo de 0,5 puntos del PIB a 2018.
"Hay un escenario de tendencia que se ha deteriorado. Eso al parecer no habría estado considerado en la situación inicial cuando se planteó la meta. El crecimiento del gasto deberá ser acotado a futuro si no se quiere saltar a un déficit mayor", expresa el economista.
Mientras que Felipe Alarcón, de EuroAmerica, ve factible que Hacienda asuma un déficit estructural de 1% del Producto para 2018.
"La máxima expansión del gasto para los próximos años no debiera ser más allá del 5%. No es muy sano que fuera más que eso a futuro porque el déficit puede ser sobre 1% del PIB, algo que ya es peligroso a ojos de los inversionistas extranjeros", asegura.
