Los candidatos a La Moneda, la oficialista Jeannette Jara (PC) y el opositor José Antonio Kast (PR), se enfrentaron en la noche del martes por última vez en un tenso debate antes de la segunda vuelta del 14 de diciembre próximo.
Mientras los analistas sacan cuentas del desempeño de cada uno frente a las cámaras, lo cierto es que en la cuenta regresiva para la decisiva jornada electoral, en la oposición se percibe en las últimas semanas un importante grado de confianza y en la centroizquierda la incertidumbre es la sensación que más ronda.
Y, aunque la mayoría en el oficialismo prefiere no situarse públicamente en la posición más probable -según las últimas encuestas conocidas antes del embargo- que es la de resultar derrotados, en privado ya se reflexiona acerca de cómo hacer oposición a partir de la tarde del 11 de marzo de 2026 y, no menos importante, quién la liderará.
A estas alturas, uno de los elementos que se analiza en la centroizquierda es el rango por el que se impondrá el candidato que resulte ganador en la carrera presidencial, si bien entre algunos parlamentarios oficialistas creen que Kast podría ganar por una diferencia significativa, otros opinan que el ambiente no se presta para ello y que lo más probable es que la distancia sea estrecha; pero unos y otros tienen la esperanza de que, finalmente, se materialice el segundo escenario.
En este ambiente, hay otro tema que se analiza entre los partidos de Gobierno: se trata del tipo de oposición con que, de llegar a La Moneda, se encontrará una eventual administración del líder republicano. Esta, opinan algunos parlamentarios, dependerá de quién la lidere, algo que aún no está claro. Para unos, más cercanos al Frente Amplio (FA), lo “razonable” sería que el Presidente Gabriel Boric, otros creen que si no gana la carrera presidencial Jeannette Jara, pero logra acortar significativamente la diferencia con Kast, ella debiera liderar la oposición; y, desde el entorno del Socialismo Democrático (SD) se debaten entre estas posibilidades o entre alguna otra figura más propia del sector, como la exministra del Interior Carolina Tohá (PPD), “por qué no”, discurren, más a modo de reflexión que como una posibilidad concreta aún.
No provocar inestabilidad política o social
Otro elemento que debiera caracterizar a una eventual oposición de centroizquierda es la unidad, tan esquiva en los últimos periodos de gobierno, especialmente desde la aparición de los partidos que, en la actualidad, conforman el Frente Amplio. Con un gobierno a cuestas, desde el SD creen que al menos los representantes más emblemáticos del FA han “madurado”, lo que contribuiría a que el sector comprenda la importancia de trabajar de manera unitaria con el SD e idealmente el Partido Comunista (PC) y la Democracia Cristiana (DC); con el objetivo de que el sector vuelva a La Moneda en un próximo periodo, bloqueando así la aspiración de la centroderecha de proyectar por dos o más un eventual gobierno de Kast.
Eso no implica, aclaran algunos representantes de la centroizquierda, “negar la sal y el agua” al futuro gobierno si es de centroderecha, sino que colaborar en aquello que vaya en beneficio ciudadano, sobre todo en lo que dice relación con materias relacionadas con seguridad y crecimiento económico, ya que ambos candidatos que se juegan llegar a la Presidencia de la República coincidieron en darle especial prioridad. Sin que ello signifique, eso sí aclaran, renunciar a las definiciones que sobre estas materias tiene el sector, como por ejemplo no aceptar la rebaja del impuesto a las grandes empresas o la eliminación del pago de contribuciones a la primera vivienda.
Por otra parte, una mirada unánime en el oficialismo es que de convertirse en oposición en el próximo periodo se tornarán en los defensores de los avances sociales, tanto los alcanzados en este Gobierno, como es el caso de la Reforma de Pensiones; como los logrados en otros anteriores, en alusión a la PGU; pues en el oficialismo existe la convicción de que esta última “corre peligro” en una posible administración de Kast. Pero también existe preocupación en otros avances como en materia laboral, la Ley de 40 Horas; o la gratuidad en la educación superior, entre otros.
Habrá que defender, dicen en la centroizquierda, todos los “avances civilizatorios que dan garantía de orden y paz social”, pero “sin caer en declaraciones o posiciones que puedan generar inestabilidad política ni social”.