Venta de centrales a carbón motivaría llegada de nuevos actores y fondos de inversión
Se prevé alta actividad porque las eléctricas tienen presión de salir de estas unidades antes del fin de su vida útil.
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La reducción de las emisiones del parque de generación eléctrica plantea por estos días un desafío para las empresas que cuentan con este tipo de activos en el país.
Más allá de los anuncios de las matrices de estas compañías, de que no construirán nuevas centrales en base a carbón o diésel, la disyuntiva que se abre es qué hacer con las centrales que ya tienen en operación.
En la industria comentan que en algunos casos, la tendencia que podría imponerse, tal como sucede con la filial local de la franco-belga Engie, será el intento por enajenarlos. Conocedores del sector comentan que estos procesos podrían resultar atractivos para operadores que no están presentes en el mercado local o bien para fondos que, por sus perfiles de inversión, están interesados en captar los ingresos que estas unidades puedan generar mientras dure su vida útil.
Esto porque el costo con el que operan (menor al gas, al diésel y en ciertos escenarios al agua) las sitúa operando en base, lo que en gran medida les asegura ingresos.
En la industria hablan de un tipo de operador distinto, que viene con la intención de capturar los márgenes que estas centrales le puedan dar al menor costo posible.
Por esto último, dicen, si la decisión es la venta de las centrales, debería activarse en el corto plazo, considerando que las empresas corren contra el tiempo, ya que en el Sistema Interconectado Central (SIC) el grueso de las termoeléctricas a carbón está cerca de completar su vida útil, estimada en medio siglo.
En el caso de la red del Norte Grande, aunque las instalaciones son más nuevas (en torno a las dos décadas), el desafío de encontrar un comprador no sería menor y explicaría la tensión que por estos días se vive en Engie Energía Chile, el principal actor de ese sistema eléctrico (ver nota relacionada).
Las eléctricas grandes que ya operan en el mercado comparten la determinación de “limpiar” sus matrices de generación, por lo que estos activos no estarían en su “target” de inversión.
Trabas a la modernización
Aunque asociar las centrales a un contrato de suministro podría hacer más atractivos estos procesos de enajenación, el riesgo asociado a este tipo de centrales les restaría atractivo como objetivo de inversión.
En primer lugar, modernizar estas instalaciones tiene un costo elevado, ya que no bastan las millonarias inversiones ya ejecutadas por las generadoras para adaptar las carboneras a la exigente norma de emisión.
Esta tecnología requiere también una actualización que le permita responder adecuadamente al requerimiento de flexibilidad que tendrá el sistema hacia 2021, cuando el peso de las renovables intermitentes en el parque supere el 20% del total, según cálculos de la Comisión Nacional de Energía (CNE).
En paralelo, existe la amenaza de una revisión del impuesto verde que grava las emisiones de este tipo de unidades. La posibilidad de elevar este tributo ha sido planteada por varias de las candidaturas presidenciales, lo que de alguna manera implicaría reducir los márgenes de los operadores.
Tensión en Engie Chile por proceso de enajenación
Tensión ha provocado al interior de Engie Chile la decisión de la matriz de la franco-belga de vender sus activos de generación en base a diésel y carbón en el país.
Esto porque el plan que la administración de la empresa a nivel habría tenido distaba mucho de la enajenación, que dadas las condiciones actuales del mercado se ha vuelto compleja y obligó, incluso, a echar mano del contrato con clientes regulados que la eléctrica se adjudicó en 2014 a un precio que supera los US$ 100 por MWh.
Lejos de desprenderse de estas operaciones, la intención del equipo local era operar estos recintos hasta que la vida útil o las condiciones del mercado lo permitieran, lo que les dejaba varios años por delante.
Llegado ese momento, el plan era desmantelar las instalaciones y destinar esas ubicaciones a otros usos productivos, en una especie de negocio inmobiliario.
Sin embargo, la matriz impuso una dirección diferente, aunque según comentan conocedores del tema en la empresa tampoco están dispuestos a desprenderse de estas operaciones a cualquier precio y eso es lo que ha complicado el proceso.
Al interior de la compañía aseguran que más allá de la venta, la intención es permanecer en el país. Para ello Engie Energía Chile está activamente buscando nuevos negocios que le permitan configurar su operación a los lineamientos de su matriz.
De esta forma, la eléctrica está en carrera por la distribuidora de gas natural GasValpo, considerando la importante inversión que mantiene en el terminal de regasificación de GNL de Mejillones.
Además, la eléctrica está viendo la opción de comprar empresas de servicios en el área eléctrica y de actividades relacionadas con smart cities, lo que involucra nuevas formas de comercializar la electricidad.