"No le dimos tiempo al emprendimiento, adelantamos la inversión en muchos frentes, abrimos oficina en Brasil y Colombia y aumentamos el equipo. Eso fue un error porque debimos haber esperado a que el negocio tuviera la madurez suficiente", dice María Paz Gillet, co fundadora de Happyshop. La aplicación de beneficios y descuentos en retail, tiendas de consumo y restaurantes, que en poco más de dos años de operación levantó
US$ 6 millones de fondos como Gerens Capital y Aurus, uno de los más altos de la época, e incluso, en su primer año de operación, llegó a facturar US$ 1 millón.
Pese a las buenas perspectivas que vislumbraba la firma, a fines de 2013 cerró sus puertas. "El principal aprendizaje es que hay que administrar bien los tiempos de un emprendimiento, la aplicación fue bastante exitosa, con 300 mil usuarios, entonces era difícil saber cuándo meterle bencina. Apostamos a un crecimiento más temprano de lo que el negocio tenía. La app sigue siendo interesante y esperamos en algún momento presentarla de nuevo". Sin embargo, comenta que si hubieran lanzado la aplicación en otro país, como EEUU, habrían tenido más oportunidades de seguir creciendo. "Hubiéramos podido lograr más rondas de inversión para seguir adelante, en Chile a lo más son dos rondas".
Añade que no ha sentido el estigma del fracaso en el país. "Hoy tengo un MBA en cómo hacer empresa y hay que reinventarse". Por ello, ya está trabajando en un nuevo emprendimiento: Jooycar, una plataforma telemática que convierte el auto en un "smartcar". Un dispositivo permite conocer en tiempo real el estado del vehículo, hábitos de manejo, etc., información a la que las empresas pueden acceder y analizar en la nube. Está enfocado para la industria aseguradora -seguros personalizados de acuerdo al estilo de conducción- y automotriz. "Hoy nos estamos preocupando de consolidar la empresa, antes de levantar capital", finaliza.