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Donald Trump ha tenido suerte con la economía de EEUU

Se está llevando el crédito por la recuperación post-crisis que empezó bajo su predecesor. Esto no es una economía “nueva”.

Por: Martin Wolf, Financial Times | Publicado: Miércoles 31 de enero de 2018 a las 04:00 hrs.
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“Así que creo que tenemos un Estados Unidos totalmente nuevo”. Esa fue la jactancia de Donald Trump en su discurso ante la élite del comercio reunida en el Foro Económico Mundial (WEF, su sigla en inglés) en Davos. Entonces, ¿cómo es que Estados Unidos sea “nuevo”, si es que lo es? ¿Cómo afectará esta creencia de Trump su agenda económica global? ¿Por qué Trump –que impactó a Davos tras decir en su inauguración que “la protección conducirá a gran prosperidad y fuerza”- se convirtió en apenas el segundo presidente de EEUU en visitar la reunión anual en Suiza, tras hacerlo Clinton en 2000?

El principal objetivo de Trump, claramente, fue afirmar que “después de años de estancamiento, EEUU está experimentando, una vez más, un fuerte crecimiento económico”. Más aún, está “abierto para los negocios”. Estas afirmaciones y otras similares sobre el empleo, los consumidores y la confianza de las empresas se repitieron a través de su discurso. Es cierto que la economía estadounidense es fuerte, pero no que viene después de años de estancamiento.

Crecimiento económico

Entre el segundo trimestre del 2009 y fines de 2016, la economía estadounidense creció a una tasa compuesta anual de 2,2%. Durante los últimos cuatro trimestres, creció 2,5%. Eso no es un cambio significativo. El gran cambio en el crecimiento –hacia abajo, desafortunadamente- fue después de la crisis financiera de 2008. La economía es un 17% más pequeña de lo que pudo ser si la tendencia de 1968-2007 hubiese continuado. Desde su recuperación en 2009, ha estado en una tendencia mucho más lenta. Esto podría cambiar, pero aún no lo ha hecho. Lo mismo es cierto para la productividad laboral, cuyo crecimiento permanece lento.

Ciertamente, la tasa de desempleo ha caído bajo Trump, desde un 4,7% en diciembre de 2016 a un 4,1% en diciembre de 2017, una tasa muy baja en estándares históricos. Pero esto es una continuación de la tendencia descendente desde 2010. Si alguien merece el crédito, es la Reserva Federal, por políticas muy frecuentemente condenadas por los republicanos. El 86% de los hombres de entre 25 y 54 años tenían trabajo en diciembre de 2017. Este es un porcentaje más alto que el del año anterior, pero 5,6 puntos porcentuales más que en enero de 2010. Desafortunadamente, todavía está debajo de los peaks de ciclos anteriores de casi un 90% en 1999 y 88% en 2007. La proporción de mujeres de edad avanzada con trabajo también está bajo los niveles del 2000.

Trump es particularmente entusiasta con las acciones, afirmando que el mercado está “rompiendo un récord tras otro”. Esto no es incorrecto. En términos de la relación precio/ganancias ajustada cíclicamente de Robert Schiller, las valoraciones del mercado estadounidense son tan altas como en 1929 y han sido excedidas desde entonces solo por las valoraciones exaltadas de 1998, 1999 y 2000. El aumento del mercado en el último año es bastante notable, dado lo alto que ya era. Pero esto debería ser una preocupación, no una jactancia. Trump puede arrepentirse pronto de elogiar un mercado de valores alto. No está a la entera disposición del presidente.

Reforma tributaria

Un argumento a favor de la esperanza de que vienen tiempos mejores es el enorme recorte de impuestos para las empresas. Sin embargo, es bastante improbable que esto desencadene una avalancha de inversiones y un mayor crecimiento económico subyacente. Una opinión más plausible es que aumentará principalmente los precios de las acciones, la desigualdad de la riqueza y la velocidad de la carrera competitiva hacia abajo sobre la tributación del capital. La experiencia británica en esto es aleccionadora. El recorte de las tasas de impuestos corporativos del Reino Unido al 19% ha hecho poco por la inversión o los salarios reales medios. La esperanza de que demuestre ser diferente en EEUU probablemente se vea decepcionada.

En resumen, Trump se está llevando el crédito por la recuperación post-crisis que empezó bajo su predecesor. Esto no es una economía “nueva”. Ha tenido suerte. Siempre que el mercado bursátil no explote, puede que siga siendo afortunado. Sin embargo, la pregunta es cómo se comportará un Trump afortunado. ¿Será un hombre que siente que está en una racha ganadora más exigente o más complaciente?

Política externa

Una preocupación particular es la política comercial. Sobre esto, Trump ha declarado: “Apoyamos el libre comercio, pero debe ser justo y recíproco. Porque, al final, el comercio injusto nos socava a todos”. Esta retórica no es nueva.

La visión optimista es que vamos a ver más del tipo de medidas anunciadas la semana pasada sobre paneles solares y lavadoras. Estas acciones son tontas, pero estándares. Incluso la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte podría ser menos determinante de lo que se espera. Ahora que los otros once participantes en la Asociación Transpacífica han acordado, para su mérito, seguir adelante, Trump incluso dice: “consideraríamos negociar con el resto, ya sea individualmente o quizás como grupo”.

La visión pesimista es que la administración está enganchada en doctrinas fundamentalmente alocadas: el déficit comercial de EEUU no es el resultado de desbalances macroeconómicos, sino que de infracciones a la política comercial; además, la forma de eliminar este déficit es a través de nuevos acuerdos bilaterales con todos los socios comerciales importantes. Este enfoque haría explotar el sistema multilateral de comercio.

También es incompatible con la economía de mercado. Sólo las economías planificadas podrían intentar el equilibrio bilateral en el que aparentemente cree Robert Lighthizer, el representante comercial de EEUU y su maestro. Una superpotencia agraviada armada con una doctrina tan ignorante podría causar un daño inmenso a la economía global y las relaciones internacionales.

¿Cómo deberíamos entonces evaluar a Trump confiado y solemne que vimos en Davos? Sus alardes pueden estar vacíos, pero de hecho tuvo la suerte de heredar una economía que disfruta de una fuerte recuperación posterior a la crisis. La economía debería seguir siendo su amiga, siempre y cuando no confíe demasiado en el mercado bursátil.

Esas son buenas noticias para él. Una economía estadounidense fuerte es una buena noticia para el mundo también. Un Trump confiado puede que no. La pregunta es cómo reaccionará. ¿Será más razonable o más intransigente? Su discurso no dio todas las respuestas. La incertidumbre aún reina.

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