Fernando Henrique Cardoso: “Política de Brasil está atrapada en una crisis de legitimidad”
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El sistema político de Brasil está roto y necesita reformas para restaurar su credibilidad a los ojos de los votantes, de acuerdo con Fernando Henrique Cardoso, ex presidente del país más grande de América Latina.
Un gran escándalo de corrupción en Petrobras, la compañía petrolera estatal, junto con una desaceleración de la economía y las disputas entre la presidenta Dilma Rousseff del Partido de los Trabajadores (PT) y el Congreso están paralizando el sistema, dijo Cardoso, quien sirvió en dos mandatos entre 1995 y 2002.
"Tenemos una crisis de legitimidad", dijo Cardoso a Financial Times.
"El punto es que hoy la población no se preocupa por la vida política, así que hay una falta de legitimidad y esto se debe a tantos errores que han tenido lugar en los últimos años".
Muchos atribuyen a Cardoso la implementación de reformas en 1990 que estabilizaron la galopante inflación en Brasil y que sentaron las bases para el éxito económico del país durante la primera década de este siglo.
El sociólogo y profesor en ejercicio, de 83 años de edad, es considerado un estadista respetado, pero sigue siendo una figura clave del partido de centro de la oposición de Brasil, el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), que él ayudó a fundar.
El hijo de un ex general, nunca fue tan popular entre los votantes como su sucesor, Luiz Inácio Lula da Silva del PT, un obrero metalúrgico y sindicalista que procedía de las clases trabajadoras. Pero sigue siendo muy respetado por los líderes empresariales.
Cardoso dijo que el problema con el sistema político de Brasil era que se había convertido en una mezcla extraña de democracia parlamentaria y sistema presidencial.
Aunque oficialmente es un sistema presidencial sin vínculos formales entre el Ejecutivo y el Legislativo, en la práctica los presidentes se ven obligados a conceder ministerios a sus aliados en el Congreso o enfrentar la parálisis política.
En el caso de los presidentes más débiles, la situación se vuelve cada vez más difícil. Dilma Rousseff, que ganó la reelección en octubre del año pasado por uno de los márgenes más estrechos en la historia reciente del país, cuenta con un gabinete de 39 ministros que es difícil de manejar.
"Estamos viviendo ahora como si fuéramos una mezcla de parlamentarismo y presidencialismo; no puede seguir así por mucho tiempo, para siempre", dijo Cardoso.
Agregó que el signo más evidente de la crisis fue el hundimiento de la popularidad de Rousseff. Entre diciembre y marzo, el número de personas que consideraba su gobierno como malo o pésimo se elevó a 64% desde el 27%. Esto ha dado lugar a manifestaciones en distintas ciudades que exigen su destitución. "Que se esté hablando de esto seis meses después de las elecciones es una señal de que algo anda mal".