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François Hollande: de un virtual fracaso a un serio contendor al Palacio del Elíseo

Cuando François Hollande, el hombre del partido Socialista Francés que “nunca-realmente-llegó-a-ser”...

Por: | Publicado: Lunes 23 de abril de 2012 a las 05:00 hrs.
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Por Hugh Carnegy



Cuando François Hollande, el hombre del partido Socialista Francés que “nunca-realmente-llegó-a-ser”, declaró hace un año que postularía para ser presidente, su candidatura era tratada con indiferencia o peor aún, con burla.

“Francamente, ¿se puede imaginar a François Hollande como presidente de la República? Está soñando”, se mofó Laurent Fabius, un ex primer ministro y antiguo rival.

Si el amable miembro del Partido Socialista (que nunca ha sido ministro a pesar de estar 30 años en la política), logra derrotar a Nicolas Sarkozy en la segunda vuelta, será el primer presidente socialista desde que François Mitterrand ganó un segundo período en 1998, y Hollande se transformará en un campeón poco probable de la izquierda francesa y europea.

La transformación de Hollande de un virtual fracaso a un contendor serio es en parte una historia de suerte, en parte una historia de esmerada preparación, y en parte una historia sobre la impopularidad de Sarkozy.

La creencia popular es que Hollande, con una reputación de político de centro suavizado que le ha ganado el apodo de “Flanby” (como un flan de caramelo), nunca habría sido electo candidato del Partido Socialista si no hubiese sido por la implosión de Dominique Strauss-Kahn. El desastroso episodio del ex director gerente del FMI con la mucama de un hotel de Nueva York en mayo pasado finalizó abruptamente lo que se había visto como una candidatura ganadora. Pero así no es cómo los asociados más cercanos de Hollande lo ven: dicen que él estaba muy preparado cuando Strauss-Khan salió de la escena.

Después de dimitir en 2008 tras 11 años como primer secretario del partido, se retiró para planificar su carrera presidencial. Conocido por su humor fácil y apetito saludable, comenzó un régimen físico, adelgazó y transformó su apariencia con un cambio de anteojos.

“Tuve que madurar del alegre y chistoso primer secretario del partido y mostrar un rostro presidencial más respetable”, dijo recientemente.

Esta imagen más austera parece de algún modo fuera del personaje. Hollande ha sido conocido por mucho tiempo por su modesto ingenio y una tendencia a evitar la confrontación. Su biógrafo, Serge Raffy, atribuye el origen de esto a una necesidad de niño en su ciudad natal de Rouen para evitar el castigo corporal inflingido en su escuela católica y por su padre, un doctor con un fuerte pensamiento de derecha. “Al contrario de lo que creen sus detractores, no es malicioso ni cínico, es sólo una forma de evasión”.

Sarkozy dice que esto no es una cualidad para un presidente, que defender al país y tomar duras decisiones. Pero Stéphane Le Foll, amigo y asistente, dijo: “Es una persona agradable. La gente ve esto como una debilidad, lo que es un error. Puede que se desvíe ante un obstáculo, pero mantiene su rumbo”.

El lado más duro de Hollande se mostró cuando ganó las primarias socialistas en octubre. Ségolène Royal, su ex pareja, y que fue la candidata perdedora del partido en 2007, no pudo contener las lágrimas.

Desde su separación formal tras la elección de 2007, Hollande ha vivido con Valérie Trierweiler, una ex periodista de Paris Match. Royal lo ha respaldado, pero incluso en una reunión conjunta que se realizó este mes, parecía haber frialdad entre ellos.

Falta de experiencia


Hollande ha sido muy criticado por los seguidores de Sarkozy por su falta de experiencia gubernamental. Esta inmensa brecha en su currículo es notable dado sus largos años en el corazón del establishment político francés.

Hollande hace un gran esfuerzo para reforzar su retórica, con frecuencia invocando a Mitterrand e imitando sus gestos. Pero la comparación le hace un flaco favor: sus meetings frecuentemente no se llenan y no evoca el mismo fervor del que gozaba Mitterrand.

Esto podría no importar ya que su atractivo es decir que será un “presidente normal”, en otras palabras, está confiando en el rechazo de los votantes a Sarkozy, quien tiene el rating más bajo de fines de período de cualquier presidente desde los años ‘50.

Pero la falta de fervor también proviene de la imagen política ambivalente de Hollande. Aunque apareció en la política en la ola de la gran revuelta estudiantil de 1968, él no formó parte de ella. “Nunca fue un trotskista o extremista como muchos otros de su generación”, dijo Le Foll.

El mismo Hollande dijo en el periódico Libération: “No soy un socialista moderado ni moderadamente socialista. Soy un socialista, eso es todo”. No es de extrañar que los izquierdistas se hayan dirigido en masa hacia Jean-Luc Mélenchon, líder del comunista Partido de Izquierda.

No obstante, Hollande es visto con suspicacia por el mercado financiero. Él promete disciplina fiscal, pero planea subir el gasto y los impuestos; deshacer algunas reformas de pensiones de Sarkozy y aplicar mano dura a los bancos y a las remuneraciones de los ejecutivos. Una vez aseguró: “No me gustan los ricos”.

Pese a haber dicho en enero que su “verdadero adversario” es el mundo de las finanzas, dijo en Londres poco después: “No soy peligroso”. Esto llevó a Sarkozy a remarcar que Hollande era “Mitterrand en Francia y Tatcher en Gran Bretaña”.

Fue una de las pocas veces en que Sarkozy verdaderamente consiguió dar un golpe a Hollande. Eso podría cambiar a medida que se aventuran frente a frente a la segunda vuelta del 6 de mayo. Pero una cosa que ha mostrado Hollande es que es un error subestimarlo.

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