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La disputa familiar de los Fujimori remece a la elite política en Perú

Mientras Keiko es acusada de corrupción, su hermano enfrenta el desafuero por compra de votos.

Por: Gideon Long, Financial Times | Publicado: Martes 27 de marzo de 2018 a las 04:00 hrs.
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A inicios de este año, Keiko Fujimori publicó una fotografía en Twitter que la mostraba sentada al lado de su padre Alberto, el autoritario expresidente del país. A la izquierda de éste, estaba el hermano menor de Keiko, Kenji, con el brazo cariñosamente colgado del hombro de su padre. Para todo el mundo, los Fujimori se veían una familia feliz: relajados, unidos y disfrutando el año nuevo. Pero la semana pasada quedó claro que la cámara a veces miente.

La rivalidad entre hermanos estalló. Keiko, líder del principal partido opositor de Perú, acusó a su hermano de tratar de comprar votos en el Congreso. Kenji, quien renunció al partido este mes diciendo que carecía de autoridad moral, dijo que su hermana tiene “una actitud criminal”. Mientras sus hijos se enfrentan, Alberto, el “padrino” de 79 años de la familia, está en casa después de haber sido liberado de la cárcel. Es como el guión de una extravagante telenovela latinoamericana.

Traición fraternal

La ruptura entre los hermanos Fujimori se remonta a las elecciones presidenciales de 2016. Kenji no votó en la segunda ronda, que Keiko perdió por poco. “Hasta entonces, Kenji había sido fiel seguidor de su hermana, ayudándola a traer votos”, dijo David Sulmont, cientista político de la Universidad Católica de Perú. “Pero después de eso fue gradualmente excluido de las decisiones”, apuntó.

En diciembre, en una votación de destitución contra el presidente Pedro Pablo Kuczynski, Kenji se abstuvo junto a casi una docena de miembros del partido, asegurando la supervivencia de Kuczynski. Tres días después, el mandatario indultó a Alberto Fujimori, liberándolo de la cárcel a la mitad de un castigo de 25 años por corrupción y violación de derechos humanos. Kuczynski dijo que tomó la decisión por razones humanitarias, pero parecía un favor y Keiko, al parecer, estaba fuera del pacto.

La semana pasada, la balanza del poder volvió a cambiar. El martes, los seguidores de Keiko publicaron videos grabados en secreto, que según ellos demostraban que Kenji intentó comprar votos en el Congreso a cambio de influencia política. Keiko los subió a Twitter para expresar su “profunda decepción”.

El Congreso evalúa levantar la inmunidad parlamentaria de Kenji para que pueda ser investigado. Justo cuando parecía estar saliendo de la sombra de su hermana, Keiko parece haberlo superado.

“Es un desastre para Kenji, no hay otra palabra”, dijo Gustavo Gorriti, periodista peruano que ha escrito sobre los Fujimori desde los ‘90.

Las diferencias

Los Fujimori tienen fuertes diferencias de personalidad. Keiko, con 42 años, fue lanzada a la política en 1994, cuando sus padres se divorciaron y ella reemplazó a su madre como primera dama, con sólo 19 años.

En contraste, Kenji, de 37 años, parece ingenuo. En Twitter, se ilustra a sí mismo como un cruzado con capa y hacha, publica dibujos animados de sí mismo con un sable de luz y vestido como un personaje de Kill Bill. Se refiere a su pequeño grupo de seguidores en el Congreso como sus “vengadores”. Ese aire de inocencia le ha ganado el cariño de muchos peruanos: una encuesta en enero sugirió que era mucho más popular que su hermana.

La guerra entre los Fujimori no ha terminado. Keiko enfrenta acusaciones de corrupción, después de que un ejecutivo de Odebrecht informara que la empresa donó US$ 1,2 millones a su campaña en 2011. Ella lo niega.

Para Kenji, el futuro se ve sombrío. “Necesita seguir el ejemplo de algunos de los cómics que tanto ama”, dijo Gorriti. “Retirarse metafóricamente a las montañas, reagruparse y tratar de volver más fuerte”, explicó.

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