La decisión de CY Leung de no buscar un segundo mandato como jefe ejecutivo de Hong Kong es un desenlace decepcionante para la persona que parecía ser la única calificada para ser un puente entre su ciudad y los gobernadores comunistas chinos.
Su fracaso en convertirse en ese puente también presenta una lección importante para Donald Trump, en momentos en que el presidente electo de Estados Unidos amenaza con poner de revés el precedente diplomático con Beijing.
La lección para Trump es: se puede presionar a Beijing para que cruce sus líneas rojas, pero se corren riesgos.
Años antes de que llegara a ser el jefe ejecutivo en 2012, Leung decía a los visitantes internacionales que si querían ver el Hong Kong de verdad, tenían que llegar mucho más allá de los barrios famosos de negocios y turismo. Podía enumerar rápidamente las estadísticas de desigualdad de ingresos que era un disparate frente al impresionante PIB per cápita, y estaba completamente versado en la dinámica monopólica que desmentía afirmaciones de que el territorio era la “economía más libre” del mundo.
El que luego sería jefe ejecutivo, se mantuvo leal hacia Beijing por mucho tiempo, y tenía una percepción única del funcionamiento interno del Partido Comunista.
Según las personas cercanas a él, Leung, en conversaciones privadas, enfatizaba la inclinación del Partido Comunista hacia los resultados del “cero riesgo”. Convencer a Beijing a asumir más riesgos siempre ha sido un desafío mayor, sobre todo en el contexto del desarrollo político de Hong Kong.
Sin embargo, el gobierno chino aceptó un plan para que el jefe ejecutivo de Hong Kong fuera seleccionado popularmente en 2017, insistiendo que los candidatos finales fueron aprobados por un comité electoral. Era un regalo notable de Leung a los defensores de la democracia en Hong Kong. Pero la reforma histórica fue vetada por legisladores pro-demócratas que objetaron el veto del comité. Beijing rechazó el ultimátum y la reforma murió, por lo que el sucesor de Leung será escogido por el comité eleccionario.
Trump parece creer que puede tener éxito donde los demócratas de Hong Kong no lo tuvieron, forzando a Beijing a pasar una línea roja que ha dicho que no cruzará. Es cierto que EEUU ha tenido mucho más apalancamiento sobre China que Hong Kong, pero recobrar Taiwán también es una prioridad mucho más importante para el Partido Comunista que el desarrollo constitucional de la ciudad.