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Los atentados terroristas afectan más al turismo de los países pobres que al de los ricos

Las naciones menos desarrolladas corren el riesgo de ser vistas como más peligrosas.

Por: Michael Skapinker | Publicado: Viernes 4 de diciembre de 2015 a las 04:00 hrs.
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Asesinatos en un museo de Túnez y en una playa. El derribo de un avión ruso que volvía a casa desde Sharm el-Sheikh. Y, el mes pasado, los ataques letales en París a personas de muchos países que asistían a un concierto y a un partido de fútbol, que comían y bebían en bares y restaurantes.

Ha sido un año terrible en cuanto a asesinato de turistas y de locales que estaban disfrutando.

Estos atentados no son nuevos. Ha habido ataques mortíferos antes, como los asesinatos de Luxor de 1997, la bomba en una discoteca de Bali en 2002 y los ataques en hoteles, una estación de tren y un centro judío en Mumbai en 2008.

Para los afligidos y heridos, los recuerdos son permanentes. Pero los turistan olvidan y a menudo vuelven.

Cuánto tiempo toma, eso depende de las percepciones de cuán bajo control tienen las autoridades locales la situación, qué tan probable es otro ataque y cuánta inestabilidad general hay.

Después de los atentados del metro de Londres de 2005, el número de extranjeros que visitó Reino Unido prácticamente no cambió; elevándose en 2006. Las explosiones de los trenes de Madrid de 2004 tampoco afectaron los flujos turísticos.

Por el contrario, Rusia suspendió los vuelos a Sharm el-Sheikh. Aerolíneas como British Airways y EasyJet no volarán allí hasta enero, lo que significa que el balneario egipcio continuará sufriendo durante el período de vacaciones en Europa.

Éste es un duro golpe para Egipto, cuyo turismo ha disminuido desde los levantamientos árabes que comenzaron en 2010. Sharm el-Sheij hasta ahora había sido una excepción.

Existen diferencias entre los diversos ataques. Los atentados de Londres y Madrid (y el ataque de noviembre de París) fueron dirigidos a la población en general. Los asaltos de Sharm el-Sheikh y Túnez estaban dirigidos específicamente a turistas.

Pero las contrastantes experiencias post ataque suscitan la pregunta: ¿A los sectores turísticos de los países ricos les resulta más fácil recuperarse después de ataques terroristas que a los más pobres?

Los datos parecen confirmarlo, dice Yeganeh Morakabati, profesora asociada de la Universidad Bournemouth. Hay una excepción, asegura: los ataques del 11 de septiembre en Estados Unidos en 2001.

Un documento de trabajo del Departamento de Seguridad Nacional dice que, después del 11-S, la caída de los visitantes internacionales fue “inmediata y precipitada”. No fue hasta 2007 que la llegada de turistas extranjeros regresó a cerca de sus niveles pre 11-S. Hubo otros factores que dañaron la industria del turismo de EEUU, dice el documento. En 2001 y 2002, la economía mundial entró en una recesión y el transporte aéreo cayó en general. Además, EEUU introdujo una política de visados más estricta.

Morakabati señaló que la espectacularidad de los ataques del 11-S pudo haber contribuido a que EEUU fuera una excepción a que el turismo de los países ricos se ven menos afectados.

Incluso entonces, EEUU encontró maneras de compensar la caída de los visitantes extranjeros, lo que apunta a otra diferencia entre países ricos y pobres: los ricos tienen más turistas nacionales. Si los visitantes extranjeros dejan de venir, los locales toman su lugar.

Los países más pobres también sufren, después de un ataque terrorista, porque tienen economías menos diversificadas, añade Morakabati. Pero por encima de todo, los países más pobres sufren el ser vistos como más peligrosos. También pueden sufrir por asociación. La semana pasada, un hotelero marroquí dijo a Financial Times que había tenido problemas para llenar sus habitaciones desde el ataque en la playa de Túnez, incluso cuando esos dos países no comparten frontera.

¿Qué pueden hacer los países más pobres para mitigar el daño a sus industrias turísticas después de un ataque terrorista?

Pueden aumentar la seguridad y la esperanza de que nada parecido sucede desde hace mucho tiempo. Pero los países con una historia de desorden civil -o países en una región de desorden civil- tienen una batalla más grande para recuperar la confianza.

Sus industrias turísticas son particularmente vulnerables. El turismo también representa la apertura y el placer, por lo que los terroristas se dirigen a él.

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