Los votantes en Irlanda temen al futuro pero también a un giro a la izquierda
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Por John Murray Brown
“Si esto hubiera pasado en los días de Michael Collins, habría gente colgada de los puentes”, comenta Michael Killeen, refiriéndose al insurgente irlandés.
Es una terrible imagen que evoca el periodo de insurrección y guerra civil de Irlanda de hace 90 años. Pero los votantes están expresando su rabia contra los políticos a quienes culpan del colapso económico del país.
Fianna Fáil, el partido en el poder por 20 de los últimos 23 años enfrenta una paliza en las elecciones generales del próximo 25 de febrero, con el otro partido de centroderecha (Fine Gail) aparentemente captando el apoyo perdido por el primero en lugar de que éste se canalice hacia el partido Laborista de centroizquierda o hacia opciones más radicales.
A Killeen, un cerrajero de Castlebar (un pueblo cerca de la costa atlántica de Irlanda) le fue bien durante el auge. Ha sido partidario de Fianna Fáil toda su vida pero ha considerado dejarlo, ya que siente que hizo muy poco para prevenir la crisis y que ahora está causando demasiados dolores.
Este sentimiento es ampliamente compartido. “Fianna Fáil ha repetido que todos estuvimos en la fiesta y que todos somos culpables. No es así. Yo no lo hice”, afirma John Kennedy, un taxista que ve que su negocio va lento.
En todo el país el partido tiene dificultades para evitar ser borrado por la elección. “Hasta a Hosni Mubarak probablemente le iría mejor”, manifestó el Irish Times.
Un escueto cartel cuelga de la ventana central de la casa de Joseph y Ann Ryan en Dublin: “En esta casa no hay votos para Fianna Fáil”.
“Mi arriendo ha subido, mis impuestos también, han comenzado a cobrarnos el agua”, dice Ryan, que trabaja como guardia de seguridad. “No es culpa nuestra; ¿por qué tenemos que pagarle a los banqueros?”.
Jem, un cartero de Ballyfermot, comenta que los candidatos de Fianna Fáil son “como zombis: salen de noche pero nunca se ven a plena luz de día”.
En la adinerada Sandymount, Chris Andrews es un parlamentario de Fianna Fáil que se atrevió a acercarse a los residentes y se ha encontrado con su rabia. “¿Realmente le estás pidiendo peras al olmo, no?” le contestó una ama de casa.
La Unión Europea (UE) es otro de los blancos de la furia de los votantes. Todos los partidos de oposición se alinearon con la opinión pública para atacar el préstamo de 85.000 millones de euros
(US$ 116.500 millones) que se acordó entre los bancos, la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI), que significa que los contribuyentes irlandeses tendrán que pagar miles de millones mientras los acreedores de los bancos serán reembolsados en su totalidad.
Pero, por sobre todo, la gente teme al futuro. Muchos tienen patrimonio negativo, sienten sus empleos amenazados y los jóvenes están emigrando de nuevo. Pero aún así los votantes no se sienten cómodos votando por otros partidos, y el giro a la izquierda que muchos esperaban no se ha dado.
“A veces me pregunto qué se necesita para que la gente salga a las calles”, afirma el dirigente de Impact (un sindicato en los servicios públicos) Bernard Harbor.
La candidata socialista Joan Collins dice que “no hay mucho que podamos hacer pero debemos dejar en claro nuestro descontento al oficialismo”.
La profesora de política en el Trinity College Dublin, Elaine Byrne afirma que “esto muestra que los votantes irlandeses son naturalmente conservadores”.
La última encuesta de opinión sugiere que el impulso lo tiene en este momento Fine Gael ya que su adhesión marcó 38%, un alza de ocho puntos en dos semanas pero todavía insuficiente para asegurar una mayoría amplia.
Si Fine Gael no ha podido conquistar al electorado es parcialmente debido al nerviosismo alrededor de Enda Kenny, su líder, que marca consistentemente más abajo que su partido, menospreciado en las ciudades por ser de extracción rural. “Él no ha tenido un ‘momento Obama’ todavía”, sostiene el profesor de política en el University College Dublin, Ben Tonra.
“Optimismo, eso es lo que queremos escuchar”, dice el ingeniero médico Kevin Galvin al escuchar a Kenny en una concentración electoral en Carrick-on-Shannon en el condado de Leitrim. “Creo que muchas personas están en búsqueda de eso ahora”.
Otros están dejando la política de lado completamente. “¿Realmente necesitamos un gobierno?”, se pregunta Killeen. “¿No sería lo mismo un sistema de gerentes?”.