Turbulencia en Los Balcanes desde Grecia hasta Macedonia

La violencia política y étnica que estalló en Macedonia el pasado fin de semana es el último síntoma de un trastorno que sacude el sudeste de Europa, desde Grecia a Bosnia-Herzegovina.

La muerte de catorce personas de etnia albanesa y ocho policías en Kumanovo, al norte del país, derivaron ayer en la renuncia del jefe de inteligencia y del ministro del Interior.

La verdadera fuente de tensión en la ex república yugoslava es que es un Estado joven que es mirado con recelo por sus vecinos desde su nacimiento en 1991 y ha aprovechado, con Gruevski, para glorificar la identidad eslava de macedonia y aplastar a sus opositores políticos.

Si la primera Cuestión Oriental, a mediados del siglo XIX, sirvió para acomodar las aspiraciones de las nacionalidades balcánicas rivales a medida que el Imperio Otomano perdía el control de los territorios europeos, ahora toma forma una segunda Cuestión Oriental, que abarca temas como la lucha de Grecia para reformarse a sí misma, la de Kosovo para sobrevivir como un Estado que funcione y la de Macedonia para persuadir a sus vecinos de que su esfuerzo por construir una nación no es una amenaza a su integridad territorial o cultural.

También afecta a la Unión Europea, que busca la forma de lograr la estabilidad en la región mientras sigue su plan de negar la adhesión de los países balcánicos hasta 2019, aunque para muchos pasará mucho más tiempo. En esencia, la Segunda Cuestión debe plantear cómo promover el buen gobierno en una región de frágiles instituciones democráticas y civiles, dificultades económicas graves y Estados que son, paradógicamente, débiles y autoritarios con los ciudadanos.