Los
desequilibrios macroeconómicos
globales, la guerra de divisas y las divisiones en el seno del Fondo
Monetario Internacional (FMI) dominan la asamblea anual conjunta del
organismo y el Banco Mundial (BM) que comenzó hoy en Washington.
La
asamblea, que reúne hoy y mañana en la capital estadounidense
a los titulares de Finanzas de 187 países, arranca en medio de una
recuperación económica frágil y desigual.
Así lo puso hoy de
manifiesto el responsable del FMI, Dominique
Strauss-Kahn, quien pese a declararse razonablemente "optimista" y
descartar una posible recaída en la recesión reconoció que se
afronta un "futuro muy incierto" en el que abundan los riesgos.
Para
solucionar la situación, subrayó hoy Strauss-Khan, es
necesario un reequilibrio que lleve a los países deficitarios como
EE.UU. a ahorrar más y a los que disfrutan de superávit a estimular
su demanda interna.
El proceso debería llevar a una corrección en
el valor de las
divisas, que se traduzca en una mayor fortaleza de las monedas del
mundo emergente y una mayor debilidad de las de los desarrollados.
Pero
la negativa de China a dejar que su moneda se aprecie y la
intervención de Japón y otros países en los mercados cambiarios
complica la situación.
Los países en desarrollo se quejan también
de la interesada
tendencia de Washington a ignorar la caída del dólar
El resultado
es el temor a una gran guerra de divisas global, un
término acuñado por el ministro brasileño de Finanzas Guido Mantega,
y que centra el debate estos días en Washington.
Los bajos tipos
de interés, en algunos casos próximos a cero, de
los países desarrollados han provocado una estampida masiva de
capitales hacia el mundo emergente en busca de mayor rentabilidad lo
que exacerba las tensiones cambiarias.
El presidente del banco
central brasileño, Henrique Meirelles, se
refirió hoy en Washington a la situación, al mencionar que existen
"serios desequilibrios cambiarios en el mundo".
"El dólar se está
debilitando debido a las medidas adoptadas para
luchar contra la crisis, el euro no se está debilitando tanto debido
a sus propios problemas y China está haciendo que su divisa se
debilite frente al dólar", señaló Meirelles.
"Eso está causando
desequilibrios alrededor del mundo y muchos
países están adoptando medidas" para protegerse, señaló, para añadir
que hay que hacer algo al respecto.
La titular de Finanzas
francesa, Christine Lagarde, señaló,
mientras tanto, que lo que está ocurriendo con los tipos cambiarios
es "inadecuado, inapropiado y totalmente innecesario".
Consenso esquivo
Así lo puso hoy de manifiesto el
secretario del Tesoro de EE.UU.,
Timothy Geithner, quien dijo que el reequilibrio en la economía
global no avanza todo lo bien que sería deseable y advirtió que las
intervenciones cambiarias en países con monedas infravaloradas no
hacen más que torpedear ese esfuerzo.
Ante esa situación,
Geithner instó hoy al FMI a hablar claramente
de los desafíos y "recabar apoyo para la acción".
A la guerra
cambiaria se suma una guerra intestina en el seno del
FMI fruto de una nueva realidad económica global en la que los
emergentes tienen un creciente protagonismo que, piden, se reconozca
en las estructuras de poder de organismos como el Fondo.
La
batalla se libra en el consejo ejecutivo del FMI, donde los
países emergentes piden tener una mayor representación, para lo que
EE.UU. y Europa necesitan ceder terreno, algo a lo que se resisten
Washington y Bruselas.
El consejo ejecutivo del FMI está
integrado por 24 directores
ejecutivos que representan a los 187 países miembros y se encarga de
aprobar los préstamos a los países y otras operaciones, como la
venta de oro de la institución.
Estados Unidos, con cerca de un
17% del poder de voto
tiene capacidad de vetar las decisiones importantes. Europa, por su
parte, tiene una tercera parte de las sillas del consejo, algo que
los emergentes consideran exagerado.